sábado, 31 de mayo de 2008

¡MIEDO, NO A OÍRTE, SINO A ESCUCHARTE!


En tu presencia, SEÑOR, me pongo con el deseo de no sólo oírte, sino de esforzarme en escucharte.

Me da miedo hacerlo, porque temo no corresponderte.

Me da miedo que me preguntes, porque no sabría que decirte.

Me da miedo que me encargues algo concreto, porque suelo convertirlo en algo abstracto.

Me da miedo seguirte, porque me suelo quedar en el camino.

Me da miedo ser tu amigo, porque no estoy a tu altura y te defraudaré.

Me da miedo pedirte perdón, porque vuelvo a jugartela de nuevo.

Me da miedo querer servirte como TÚ lo haces, porque no doy la talla.

Me da miedo tanta generosidad, porque me cuesta mucho ser generoso.

SEÑOR, me da miedo hasta cansarte con mis manías y fracasos y me asusta saber que me estas escuchando. Nunca seré digno de TI, y sólo con tu Gracia podré cumplir tus mandatos.

Pero, SEÑOR, me ánima y me da esperanza el saber que TÚ eres mi PADRE bueno y que yo soy tu criaturita, y que me quieres y cuidas y que, nunca lo podré comprender, enviaste a TU HIJO, JESÚS, para que nos enseñara tu camino y nos redimiera con su muerte. Por eso, descanso y confío en TU MISERICORDIA.

Antes de retirarme, SEÑOR, quiero pedirte perdón de nuevo por tantas debilidades, desesperanzas, tribulaciones, pereza, tibieza, indiferencia, fracasos, egoísmos, vanidades, búsqueda de mí mismo, soberbia, orgullo. En estos mismos momentos siento que no estoy en paz porque me domina mi propio ego y egoísmo, pero, a pesar de todo, quiero entregarme en TUS MANOS para que tu Amor me purifique.


¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.