martes, 24 de junio de 2008

¿CUANTOS DIOSES HAY?




Recuerdo que cuando pequeño nos preguntaban, en el catecismo de la Iglesia católica, cuantos dioses habían, respondíamos: un solo DIOS y tres personas, PADRE, HIJO y ESPÍRITU SANTO. Y ese es nuestra fe, que hasta hoy, proceso y creo firmemente.


Sin embargo, debo admitir que una cosa es lo que se dice creer y otra la realidad en la que se cree. No basta con afirmar sí, sí luego esa afirmación no va precedida por la vivencia en lo que se cree. Mi fe no puede quedar reducida a una serie de normas y cumplimientos que no incidan en mis comportamientos en cada momento. Donde quiera que esté tengo que tener presente que soy cristiano primero y luego, marido, padre, profesional de un trabajo, amigo, ciudadano de una sociedad, parroquiano e integrado en una comunidad.


Pero ocurre que, observando alrededor, experimentas otra realidad. Sientes incluso, en tu propio ser, la experiencia de sentirte arrastrado y dominado por muchos ídolos que, sin darte cuenta, endiosan tu ideal. Así, sin apenas darte cuenta, te encontrarás entregado a otros dioses que, aunque tú no lo estimes así, sí representan los verdaderos dioses para ti.


Muchas veces he visto a personas tan atadas a sus bienes y proyectos que hacen sacrificios que no harían por otras cosas de mayor valor e importancia. No se puede entender que mientras algunos se pasan horas y horas vigilando la construcción de su casa. Dedicando todo su tiempo porque no se le escape ningún detalle, ni le roben ningún tiempo, ni le hagan nada que no esté bien y no sea a su gusto, y, sin embargo, quizás no acompañen a su esposa, a sus hijos cuando lo necesiten, en la enfermedad o, simplemente, porque reclaman la compañía de su presencia.


De igual forma, se puede reflexionar sobre otros ideales. Hay quienes anteponen las cosas a las personas y hacen de su afición, del dinero. del coche, de su ambición, la finalidad de su vida y el centro de su interés. Ahí, aún cuando luego digamos: creo en DIOS, estamos con nuestra vida diciendo otra cosa: mi verdadero dios es el dinero, la casa de ahora, el coche de después, el deporte tal o la ambición de aquello otro...etc.


Estamos proclamando con nuestra vida que tenemos muchos dioses, y dioses cambiantes según las etapas por las que vaya pasando nuestra vida. Me hago la siguiente pregunta: ¿será mi dios la pasión por escribir y hablar tanto de TI, SEÑOR, que priorizo esto antes que otras cosas de mayor importancia? ¿Estoy centrado en TI, SEÑOR, como que TÚ eres el centro de mi vida y todo lo demás gira alrededor tuyo según TU VOLUNTAD? ¿Estoy atento a TU PALABRA y me esfuerzo en escucharla para luego tratar de llevarla a la vida, según TÚ me indicas y no lo que a mí me apetezca?


Debo revisar mis actitudes y esforzarme en escucharle y poner mi voluntad en cumplir SU VOLUNTAD y no la mía. Se hace necesario examinarme y analizar mis apegos, mis deseos para no endiosar mi vida según mis propias apetencias, sino en cumplir la VOLUNTAD del SEÑOR.


¿Dónde está puesto mi amor?, pues quien ama a las cosas se cocifica. Quien ama a las personas, se personaliza, más quien ama a DIOS se dignifica. Si soy imagen y semejanza de DIOS, necesito conocerle, porque conociéndolo me puedo conocer yo. Sólo a través de ÉL puedo saber quien soy yo. DIOS es la felicidad que buscamos, por eso queremos ser felices, porque somos semejantes a ÉL.


Y si amo a DIOS, todo mi ideal será poner a DIOS por encima de cualquier otra cosa o persona. Si bien, sabemos que amando a DIOS saldremos rebotado a amar, también, a los demás, porque son hijos de DIOS y hermanos nuestros. Pero primero hay que encontrar al único dueño y SEÑOR: nuestro PADRE DIOS.


Es muy necesario pararnos y preguntarnos, a diario, detrás de quien voy, porque sin darnos cuenta tomamos un camino distraído y nos perdemos, creyendo que sigo el bueno. Y para eso tenemos, sobre todo, la oración con el SEÑOR que nos pone luz en el sendero para no perdernos.

jueves, 19 de junio de 2008

MISERICORDIA, SEÑOR POR TU BONDAD


Límpiame, SEÑOR, de mi pecado por tu inmensa Misericordia. En los momentos de mayor angustia y miseria recurro a TI, SEÑOR, porque TÚ eres el Único que me consuela y me protege.


Yo sólo te ofrezco miseria y TÚ me devuelves Misericordia con las que limpias mis miserias, porque contigo, SEÑOR, todas mis miserias desaparecen como la escarcha a la salida del sol.


Sólo ante TI, mi SEÑOR no quiero buscar excusas ni justificaciones como aquel publicano de la parábola; yo me postro ante TI para decirte lisa y llanamente: he pecado, reconozco que soy pecador y esto de nacimiento. En pecado me concibió mi madre. Toda mi existencia viene marcada por el pecado.


Sé, SEÑOR que mirando y lamentando mi pecado no voy a salir del mismo. Y entiendo, también, que debo pagar mis culpas. De hecho, creo SEÑOR que ya las llevo pagando desde tiempo. Y no te pido me eximas de ellas, sino que me ayudes a poder pagarlas y sobrellevarlas. Yo solo no puedo con esa carga.


Por eso yo necesito mirarte a TI, necesito encontrarme CONTIGO para que me devuelvas la alegría y la paz de sentirme salvado, de sentirme querido por TI.


Crea en mi un corazón puro. No te pido simplemente que cambies mi corazón, sino que me des un corazón nuevo Con este corazón viejo yo he fracasado, y, desde ahora, limpio de toda culpa yo quiero emprender una vida nueva. Que mi conversión sea un nuevo nacimiento.


Haz que sepa estrenar el amor, estrenar la esperanza, estrenar la alegría de vivir en tu amor. Haz que pueda olvidar mis miserias pasadas y futuras y que tenga arrestos para luchar con las presentes purificándome en una sinsera entrega a TI.


Y con estos ojos nuevos del amor haz que ame a mis hermanos sin prejuicios, amigos y enemigos. Que no me fije en sus pasados negativos y en sus ofensas, sino que cada día sepa mirarlos como si hoy los conociera por primera vez.


Haz, SEÑOR que mi memoria flaquea en las ofensas y pecados de mis amigos y enemigos y sepa entregarte mi perdón para que TÚ me purifiques en tu infinita Misericordia.


Desata mi lengua para que cante tu justicia. Yo quiero ser el cantor de tu bondad. Quiero pregonar al mundo entero tu amor Misericordioso. Aparta de mí todo protagonismo y búsqueda de mí mismo y hazme SEÑOR un apóstol de tu amor perdonador.


¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!


Aunque nuestros pecados fueran negros como la noche, la Misericordia Divina es más fuerte que nuestra miseria. Una cosa sirve: que el pecador deje entornada la puerta del propio corazón. el resto lo hará DIOS (Faustina Kowalska, mística polaca).








miércoles, 18 de junio de 2008

TODO NO DEPENDE DEL SEÑOR


Todo no depende del SEÑOR porque así ÉL lo ha querido. Es obvio que sí el SEÑOR hubiera querido hacer las cosas de otra forma, nos hubiese hecho de otra forma, valga la redundancia.



Por ejemplo, no nos hubiese hecho libres, al menos, para poder elegir seguirle o no. Tampoco nos hubiese dado voluntad para no hacer esto o lo otro, algo así como los animales: su ideario de vida está marcado por las leyes que le dictan sus instintos. No son libres ni para comer, pues comerían hasta veneno si se lo ponen delante.



Eso si, el SEÑOR nos da todo lo necesario para poder llegar a ÉL y para poder seguirle y cumplir lo que ÉL nos propone. Llamo la atención a "lo que nos propone", que significa que no nos lo impone, sino nos lo propone, por lo tanto, somos muy libres de aceptarlo o no.



En mis esfuerzos por comprenderlo y expresarlo, se me ocurre decir lo que oí, y estoy totalmente de acuerdo con él, a Don Máximo Pérez en radio María: "el SEÑOR nos regala todo el esfuerzo necesario para nuestra conversión, pero siempre queda unos kilipondios para que la conversión se produzca".



Esos kilipondios no los puede poner nadie, sino yo, y sí yo no los pongo le cierro las puertas a DIOS y no entro en su Casa, en su Misterio, en su Amor. Somos nosotros los que nos negamos nuestra propia salvación y nos dictamos nuestra propia condenación. Nuestro PADRE DIOS siempre estará pendiente de que aparezcamos por el horizonte de regreso a su Casa, para abrirnos sus brazos.



Es, pues, necesario una dosis de humildad, de abajarnos, de despojarnos de toda soberbia, suficiencia, prepotencia, vanidad, vanagloria y todo lo que no sea sentirnos necesitados y pobres del amor de nuestro PADRE, pues ÉL es nuestro destino queramos o no.



Diría que para abrir nuestra propia puerta estamos necesitado de nuestro PADRE DIOS. Sin ÉL no la podemos abrir, pero ÉL sin nosotros no podrá abrirla, pues nos ha hecho copartícipe de todo: de su gloria y de nuestra propia salvación. Necesita de nuestra elección; necesita de nuestra pobreza y de nuestra humildad.



Ese es el ejemplo que he visto retratado en Mark Gibson, un joven norteamericano que llegó a nuestro país, como otros muchos, para pasar las vacaciones de verano. Buscaba el sol y aprender español. Sin embargo se encontró con una persona que fue puente entre él y DIOS.



Para que eso se diera fue necesario las ansias de búsqueda por encontrar sentido a una vida que se hace rutina, vació y sin sentido. Sin inquietud no hay búsqueda ni llamada. Se hace, primero, necesario buscar, y para buscar hace falta sentirse necesitado, pobre, y la pobreza te llena de humildad. Es entonces cuando tu corazón está preparado para ser "Belén" de nuevo, y dejar nacer en ti un nuevo Espíritu.



Eso explica muchas cosas que suceden en nuestro mundo. Eso explica lo grande que es el Amor de nuestro PADRE que tanto nos ama que dio la vida, en su HIJO JESÚS, por nosotros, y que espera infinitamente a que nos demos cuenta de que la felicidad que buscamos está en llegar a ÉL.

jueves, 12 de junio de 2008

SOMOS JÓVENES, SOMOS LIBRES.


No es fácil ser joven. No lo ha sido nunca y tampoco lo es en nuestros días, cuando la incertidumbre y la precariedad se instalan cada mañana en el horizonte. La falta de vivienda, la precariedad laboral, la fragilidad de los lazos emocionales..., y sobre todo, la falta de sentido, dibujan un futuro sombrío y un presente a veces angustioso. Sin embargo, siempre se puede encontrar a jóvenes que sacan todo el jugo a la vida
Los datos son sólo números, pero cada número esconde detrás un auténtico drama: en España se producen cada año más de 3.300 suicidios entre personas de todas las edades, y se calcula que el 1% de la población española realiza al menos una tentativa de suicidio a lo largo de su vida. Entre los 10 y los 35 años, las cifras asustan: son más de 700 los fallecimientos por este motivo cada año. Y entre 15 y 40 años, el suicidio es la segunda causa de muerte, aunque en algunas Comunidades Autónomas es ya la primera, por el paulatino descenso de fallecidos en accidentes de tráfico que se está produciendo últimamente.La información la da el doctor Gustavo Faus, del Centro de Psicoterapia de Barcelona, en el que un equipo de profesionales trabaja para el estudio, asistencia y prevención de las conductas autodestructivas y suicidas. El doctor Faus afirma que, «en el 90% de los casos, hay una patología psiquiátrica de base, un problema patológico. Luego, en los jóvenes hay problemas diversos, de tipo emocional y sentimental, de tipo académico..., aunque hay siempre de fondo una patología, como la depresión». Y va más allá: «Las causas del suicidio son multifactoriales. Se ha hablado mucho de pérdida de valores, de sentido de pertenencia al grupo, de falta de identificación con un modelo de referencia, de problemas de desestructuración de la familia, de marginación...»El camino de la solución a esta salida en falso y a esta forma de ver el mundo pasa, en primer lugar, según el doctor Faus, por el reconocimiento del problema: «Lo primero es hablar, pedir ayuda. El suicidio se ve como la vía de salida ante un problema que en realidad es pasajero; hay que hacer ver a la persona que lo que le pasa tiene solución. En general, la persona que se quiere suicidar no quiere morirse, sino que no quiere vivir de la manera en la que lo está haciendo».

En medio del desconcierto

Entonces, ¿qué les pasa a los jóvenes? ¿Qué les falta? ¿Qué están buscando? Doña Sol Fumanal, orientadora familiar y de pareja, instructora del método de ovulación Billings y colaboradora habitual de la emisora familiar Onda Voz (www.ondavoz.es), afirma que «los jóvenes se buscan a sí mismos en medio el desconcierto que la sociedad actual les ofrece. A muchos de ellos nadie les ha explicado que la felicidad no consiste en tener sino en ser. Ser persona conlleva una inmensa capacidad de ser feliz y de hacer feliz a otros, que si no desarrollamos nos lleva a lo contrario, al ansia de tener, en la creencia de que la última tecnología que caiga en mis manos, el último vestido o el peinado de moda, será lo que me lleve a la felicidad. Buscarte a ti mismo en estas edades es lo propio, la rebeldía, el desconcierto, la incomprensión, la búsqueda de aquello que me ayude a saber cuál es mi lugar, quién me quiere y qué es lo que necesito. Ni siquiera los adultos, aquellos que debemos ser su ¿modelo?, sabemos con frecuencia qué es lo que realmente buscamos; pero si ponemos la inteligencia en ello, sí somos capaces de diferenciar que tenemos unas capacidades y unos motivos para vivir, mucho más elevados, que distan del modelo que se nos ofrece para vivir entre algodones, sin esfuerzo pero con tristeza...» Esta pedagoga habla sobre «la necesidad del silencio interior que es preciso para pensar y ordenar mi vida conforme a unos principios que realmente me hagan llegar a ser persona, es decir, a utilizar mis capacidades, inmensas por cierto, de grandeza en mi dedicación a otros, a pensar en sus necesidades antes que en mi última adquisición musical, de entregar mis preocupaciones en una simple sonrisa o en una llamada de teléfono, no un simple sms, para decirle a mi amigo que tengo un rato libre para escucharle, para llevarle en mi coche a hacer recados o, por qué no, facilitar mi sitio a una persona mayor para que vaya sentada en el Metro».

Por eso, los modelos de referencia son tan importantes; sin ellos, los adolescentes y los jóvenes se quedan huérfanos, sin rumbo. Afirma la señora Fumanal: «Debemos acompañarlos en ese camino que tienen que recorrer, como hemos tenido que hacer todos, esa grandeza de la que hablamos, esos ejemplos y modelos a seguir (padres, familia, amigos, profesores..) les ayudarán a obtener un criterio propio, les hará conscientes de que lo importante es que tú estés a su lado; no necesitan que les evitemos el sufrimiento, que disfruten y disfruten entre algodones y sin límites, pues si la vida es para eso, para ser feliz, esa sobreprotección y consentimiento sin límite y por miedo a no ser su padre-amigo les lleva a una falta de madurez, es decir, a una falta de libertad, sin la cual soy incapaz de poner mi voluntad y mi inteligencia al servicio de un bien mayor, como es elegir mi propio bien, y eso va siempre por el camino del esfuerzo, las miras altas, la aceptación de las situaciones que nos toca vivir y el pensar en los demás. Ante todo, necesitan que estemos con ellos, no que tengan cosas, sino que nos tengan a nosotros físicamente a su lado».

Jóvenes en la web

Las compañías son tan importantes... Lo que ocurre es que, en estos días, las tecnologías, que tantas posibilidades de comunicación ofrecen, se han convertido, paradójicamente, en un refugio en el que poder aislarse. Y por ahí puede entrar de todo. De esta inquietud ha nacido la web www.masjoven.org, una iniciativa creada por jóvenes y orientada a los jóvenes. «¿Se puede ser joven y tener fe? ¿Se puede ser joven y participar en las Eucarístias de los domingos? ¿Cómo se vive la religión siendo joven? Todas estas preguntas, y muchas más tendrán respuesta en esta web, en la que además podrás acceder al Evangelio del día, oraciones especiales para cada momento. Un rinconcito en el que cultivar tu fe»: así se presenta esta iniciativa de los catequistas y miembros de un grupo de confirmación de la parroquia de Peralta, en Navarra. Uno de sus responsables, don Jesús Garrido, recuerda: «Después de la Confirmación organizamos dos grupos de jóvenes, que hoy están acabando sus estudios o están ya trabajando, y entonces uno sugirió, como un compromiso: ¿Por qué no hacemos algo de cara a fuera? Así surgió la posibilidad de hacer algo que trascendiera al pueblo y creamos una página web. Como uno de los chicos es ingeniero informático, lanzamos la página en la Pascua de hace dos años, y tuvo una repercusión que ninguno esperábamos: empezó a entrar gente, y al año tuvimos cerca de 11.000 visitas. En Internet hay de todo, pero nosotros vimos que había una demanda de lo que ofrecemos nosotros, y muchos nos han respondido y nos han dado la enhorabuena por los contenidos».Dos son los asuntos que más entradas tienen en la página web. Dice Jesús. «Vimos que había una demanda de información en determinados temas que preocupan a los jóvenes, sobre todo en el tema de las drogas y en el de la sexualidad, y vimos también que la información que se está dando por ahí confunde a los chavales, y crea situaciones de desengaño y angustia. Nosotros nos hemos formado bien y hemos querido volcar esa información en nuestra página web. También tenemos otros recursos como artículos de personas que se han ido sumando al proyecto, gente de la Universidad de Navarra, catequistas que colaboran aportando un artículo de vez en cuando, materiales que nos ceden otras páginas web..., además de las aportaciones que realizan los jóvenes desde su experiencia laboral y de estudios».
Para Jesús, «la idea es hacer una página web para hacer una buena pastoral de jóvenes, ofreciendo formación e información, con materiales de ayuda incluidos, para todo tipo de jóvenes. Y cuidamos que todo lo que ofrecemos respete las enseñanzas de la Iglesia». Y, como ellos mismos afirman desde su sitio en Internet, ¿Qué mejor forma de poder entrar en todos los hogares que a través de Internet, la red de redes?

Tomado de la revista Alfa y Omega nº597 - en portada - Jose Luis Vazquéz Dias-Mayordomo.

domingo, 8 de junio de 2008

UN MUNDO MEJOR PARA TODOS


Hay un adagio que dice: "nunca es tarde sí la dicha es buena", o "mientras hay vida, hay esperanza". Realmente es verdad, en todo esto está contenido la sabiduría del pueblo vivida a lo largo de la tradición popular y la experiencia.


Evidentemente, mientras haya vida todo lo demás es secundario; todo lo demás pasa a segundo orden, porque en esos momentos la vida es lo fundamental, sin ella nada se puede emprender, arreglar o enmendar. Primero la vida y, luego, todo lo demás se arreglará como se pueda.


A menos que pensemos un poco, y estamos muy necesitado de pensar y reflexionar, nos damos cuenta que todo lo que atesorémos aquí, en este mundo, aquí se va a quedar. También nuestras ilusiones, deseos, anhelos y nuestras esperanzas en minúsculas. Todo lo de este mundo es finito, temporal, con fecha de caducidad.


Todos sabemos que esto es así, pero la novedad es que no nos detenemos a pensar en ello con seriedad y, sobre todo, con responsabilidad. Y esto significa que de hacerlo en esa actitud nuestro comportamiento debe, enseguida, empezar a buscar un rumbo nuevo en los valores e ideales que tenemos en nuestra vida. Porque al final, por tú línea de conducta, por tu empeño en poner tus esperanzas, por tus metas a conseguir estas definiendo tu esperanza final, tu esperanza vital, tu esperanza con mayúscula.


Observamos lo que pasa a nuestro alrededor. Asistimos a el último adiós a amigos, conocidos, familiares y, quizás, por miedo a enfrentarnos con la única realidad, no nos atrevemos a mirar cara a cara la auténtica verdad de nuestra vida y fin. Visitamos enfermos y otro tanto lo mismo; leemos sucesos, accidentes, muertes, tanto de personas de edad como jóvenes y seguimos impávidos. ¿Qué nos pasa?


No podemos ocultar la realidad: "al final de nuestra vida nos examinarán del amor". Creas lo que creas; pienses lo que pienses, no hay otra realidad. Todo acabará aquí para empezar un vida gloriosa o no según nuestra conducta y nuestra fe en este mundo temporal y finito. De otra manera esta vida no tendría sentido. De otra manera la esperanza no tendría sentido, porque creer y esperar en algo que termina y tiene sus días contado, dime que esperanza es.


¿Qué nos ocurre? Puede ser que no tengamos la paciencia y Esperanza de saber esperar y creer en lo prometido y en QUIEN lo ha prometido. Estamos invadido y esclavizados por los apegos y la inmediatez de los mismos. Cada día más, en la medida que avanza la tecnología, queremos juntar el deseo con la respuesta inmediata a ese deseo. Jugamos sin saberlo a Aladino y la lámpara maravillosa: froto y basta. Y el sufrimiento, la espera, la paciencia, en definitivo, la fe, se debilita más y más. Y, alternativamente, vamos creyendo más en el hombre, porque él si nos responde inmediato.


Pasamos a adorar a la criatura en lugar de adorar al CREADOR. ¡DIOS mío! ¿Cómo se pude a adorar a algo corrupto como yo que está destinado a acabar, a terminar? Porque mira que hemos adelantado, pero la muerte, el fin está ahí esperándonos. Hoy mismo he leído una reflexión del padre Cristian, en su blog la vida, sobre la enfermedad y la finitúd, porque en realidad somo eso: seres finitos. Y eso nos da miedo y nos asusta. Sólo DIOS nos da esperanza para luchar en medio de las desesperanzas, valga el contrasentido, con la fe puesta en un mundo mejor, pleno y eternamente feliz en su presencia.
Es verdad que los padecimientos y sufrimientos, todos, y sobre todos lo buenos, nos van a costa mucho y nos pondrán el camino difícil, pero la victoria de la vida, lo que todo anhelamos, sobre la muerte; de la felicidad plena sobre la felicidad finita, y muchas veces más infelicidad, compensa y nos llena de esperanza.
Tiene sentido purificar y dignificar nuestra dignidad de persona. Tiene sentido levantarnos y volver a la Casa del PADRE, al Camino perdido.

¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!

jueves, 5 de junio de 2008

EUCARISTÍA

El encuentro con el SEÑOR no puede quedar en un encuentro pasajero y sin compromisos. Encontrarse deriva en unas consecuencias que nacen del diálogo del encuentro. Recibir al SEÑOR en su CUERPO y ALMA da por hecho que antes ha habido un encuentro donde me he dado y entregado sin condiciones a que su Amor me transforme y me dirija hacia la vivencia de su propio estilo de vida.


Es, por tanto, muy significativo analizar mi vida y mis actitudes después del encuentro en la Eucaristía, porque de no sentirme inclinado a cambiar, a mover mi soberbia, mi vanidad, mi orgullo, mi humildad, mis apegos y apetencias, mis egoísmos en resumen, tal encuentro no se está produciendo. ¡Sí, estamos comiendo y bebiendo el CUERPO del SEÑOR, pero no estamos en sintonía con ÉL, ni estamos cumpliendo sus mandatos! Estamos como el que dice "sí", pero luego no hace el "si, sino el no".


El encuentro Eucarístico tiene que comprometer mis actitudes carnales y ponerme en camino de actitud de cambio inmediato con mis relaciones y compromisos. Claro está, que no será algo que se logrará enseguida, pero la actitud cambiante tiene que ser inmediata: ¡si, quiero cambiar!, luego vendrá la practica que irá unida a la cruz de cada día. Y son esos menesteres lo que nos mantendrán unido a la Eucaristía frecuente y a la necesidad de la oración, porque nosotros sólos no podremos hacerlo, pero con el SEÑOR sí que podremos. ÉL será QUIEN nos irá cambiando poco a poco, en la medida que nosotros iremos colaborando, también poco a poco, en el frecuente diálogo y encuentro en la Eucaristía.


Nuestra labor es pues, querer y ser persistentes, luego el SEÑOR hará todo lo demás, pues para eso se quedó entre nosotros y nos envió el ESPÍRITU SANTO. Eso nos irá dando, también, la medida de nuestro amor al SEÑOR manifestado en nuestra fe, esperanza y caridad. Y todo sustentado por la oración, la respiración de nuestro amor.


Gracias, SEÑOR, por tenerte y por dejarme encontrar.


Gracias, SEÑOR, por saberme querido, cuidado, importante, protegido y amado por TI.


Gracias, SEÑOR, por no confiar en mí, sino poner todas mis fuerzas, esperanzas y amor en TU GRACIA y en TU PALABRA, ellas me darán las fuerzas, la luz y el valor para llevar a cabo tus mandatos.


Gracias, SEÑOR, por creer, esperar, y amarte por obra y Gracia TUYA.


Gracias, SEÑOR, por TU HIJO JESÚS, por su presencia en este mundo, por su obediencia y entrega a cumplir tus mandatos, por su ofrecimiento a morir y pagar por nuestros pecados, por, con su obediencia, hacernos sus hermanos e hijos adoptivos TUYO.


Gracia, SEÑOR, porque esto que te digo en estos momentos no me lo ha revelado nadie sino tu ESPÍRITU que esta asistiéndonos a través de nuestra Santa Madre Iglesia, que tus nos dejaste prolongada en tus Apóstoles.


Gracias, SEÑOR, por avivar nuestra fe y llenarnos de esperanza. ¿Qué seríamos sin TI?

¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!

miércoles, 4 de junio de 2008

NO TENGO PRESIDENTE, NI GOBIERNO


Me confieso laico creyente, porque un laico puede ser un creyente católico, comprometido por su bautismo en sacerdote, profeta y rey. Un laico es un seglar bautizado, pero también puede ser un seglar no bautizado y, por supuesto, no creyente ni católico.




Ahora, si soy católico y pertenezco a un partido político, ¿con qué derecho me impiden jurar ante el signo de la Cruz que testifica y representa mi fe? Es eso justo, o, ¿es que los católicos no pueden pertenecer a un partido político? ¿Es que todos los miembros del partido socialista, hoy en el gobierno, son todos no creyentes? ¿No hay ninguno católico y, por lo tanto, digno de jurar ante un Cruxifijo o Biblia por su fe? ¿Es esta una nación libre, respetuosa y justa de acuerdo con su Constitución, o es una nación totalitaria, dictatorial donde las cosas te vienen impuesta digan lo que digan?




Me parecen verdaderos disparates lo que se está intentado hacer cuando hay verdaderos problemas dónde debe el Gobierno fijarse por el bien de todos los españoles. No puedo calificar estas cosas sino de niños que juegan a ver quien hace su voluntad sin mirar como queda el otro. ¿Dónde está la responsabilidad de nuestro Gobierno?




A la Sra. Vicepresidenta Fernández de la Vega no se le puede hacer caso, porque donde dice hoy blanco, mañana dice negro. O una de dos, no sabe lo que dice. La aludida señora dijo el 7 de mayo en el Congreso: "nos proponemos revisar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, para adecuarla a las nuevas circunstancias y al pluralísmo religioso que caracteriza la España de hoy. Y después, fuera de sede parlamentaria, declaró: "hay que proteger todas las creencias, la de los católicos, musulmanes, judíos, evangélicos, y también las de los que no creen.




Y bien Sra. Vicepresidenta, usted debe ser una defensora a ultranza de las mayorías, porque la democracia descansa en las mayorías, ¿o no es así? Debemos aceptar el voto de las mayorías y respetar lo que los ciudadanos, soberanos electores, eligen o votan. Supongo, es más, estoy totalmente convencido que ustedes son verdaderos defensores de este pensamiento democrático que les dignifica y personaliza.




Pues bien, sí eso es así compruebe usted que la mayoría de este país es católica. Observe usted las celebraciones religiosas, las bodas por la Iglesia, bautizos, primeras comuniones. No me diga que la gente lo hace por reírse de si misma, o por gusto, o por cualquier otro motivo. ¿O me va a decir que para unas cosas la gente es madura y sabe lo que hace, por ejemplo para votar cuando sale su partido sobre todo, y para otras cosas con las que su partido no está de acuerdo no saben lo que hacen, o son unos niños? ¡O su explicación es según suba o baje la marea?




Usted, como su Gobierno, con el Sr. Zapatero a la cabeza deben proteger la cultura religiosa y procurar que se respete, que se pueda dar libremente a todo el que quiera, que tenga todas las posibilidades y libertades para expresarse, para proclamarse, para denunciar lo injusto y malo, para testimoniar sus principios en pro del bien común de la persona humana. Y debe empezar por la de más calado y mayoría, porque por derecho se lo merece. Y esa es, como usted sabe, la religión católica. Bien, si usted ha hablado de protección, proteja, pero no diga una cosa y vaya haciendo otra.




Por la misma razón, ustedes, Srs. del Gobierno, no deben imponer nada que no sea beneficioso para el bien de todos, como puede ser: respetar la ley, ponerse el cinto de seguridad, no conducir ebrio, exigir a los menores que se eduquen... etc. pero no un tipo de educación inventada y sugerida por ustedes. ¡Eso no es bien común! La educación la eligen los padres libremente, la que ellos creen que es la mejor para sus hijos. Y, cuando sus hijos sean grandes, la eligiran ellos.




Las cosas no tienen vuelta de hoja. Están muy claras, y cada momento que siguen empeñados en hacer sus voluntades, se van delatando las malas intenciones que tienen.

domingo, 1 de junio de 2008

LA JUSTICIA, DESNATURALIZADA



«La paz será obra de la justicia»: así dejó escrito Benedicto XVI, junto a su firma, como se ve en la foto, en el Libro de Oro de las Naciones Unidas, al visitar su sede en Nueva York, el pasado mes de abril. Es el comienzo del verso 17 del capítulo 32 del libro de Isaías, que continúa con esta afirmación llena de esperanza, al describir el don precioso de la paz: «Y el fruto de la justicia, el reposo y la seguridad para siempre». En su discurso ante los representantes de las naciones de la tierra, el Papa recordó, precisamente, que «el deseo de la paz y la búsqueda de la justicia» son «principios fundacionales de la Organización», que «expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían estar subyacentes en las relaciones internacionales». Pero el Santo Padre no olvidó añadir a la paz y la justicia el principio radical en la fundación de la ONU, cuyo progresivo abandono es, en definitiva, el origen de los males, y de modo especial en lo que concierne a la justicia, que cada día más gravemente afligen a la Humanidad: «El respeto de la dignidad de la persona». Cuando este respeto, que ha de ser total, se quebranta en lo más mínimo, ya está servida la injusticia y, en consecuencia, la destrucción de la paz en su verdad más honda: el conjunto de todos los bienes que colman la felicidad de los hombres y de los pueblos, ese reposo y seguridad para siempre con que el profeta resume el destino eterno para el que hemos sido creados.Este destino, el único que responde a la sed infinita que constituye a todo corazón humano, coincide en realidad con el Origen, expresado así en la Sagrada Escritura: El Señor, nuestra Justicia, cuyo nombre no es otro que Misericordia. He ahí la razón por la que el Papa Juan Pablo II, con su lúcido realismo sobre la situación del mundo contemporáneo, tras afirmar el binomio justicia y paz, del libro de Isaías, recordado por Pablo VI en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1972: «Si quieres la paz, trabaja por la justicia», treinta años después, en el Mensaje para la Jornada de 2002, añadió la misericordia: «No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón: esto es lo que quiero recordar a cuantos tienen en sus manos el destino de las comunidades humanas, para que se dejen guiar siempre en sus graves y difíciles decisiones por la luz del verdadero bien del hombre, en la perspectiva del bien común». Ese bien no puede ser otro que la esencia misma del respeto de la dignidad de la persona humana, es decir, la misericordia. ¿Acaso no hemos sido creados a imagen y semejanza de la Divina Misericordia?

La referencia al perdón no era nueva en el magisterio de Juan Pablo II; ya la hizo en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1997, y hoy sigue siendo de plenísima actualidad, más aún que entonces, si cabe: «Un presupuesto esencial del perdón y de la reconciliación -decía el Papa- es la justicia, que tiene su fundamento último en la ley de Dios y en su designio de amor y de misericordia sobre la Humanidad. Entendida así, la justicia no se limita a establecer lo que es recto entre las partes en conflicto, sino que tiende, sobre todo, a restablecer las relaciones auténticas con Dios, consigo mismo y con los demás. Por tanto, no hay contradicción alguna entre perdón y justicia. En efecto, el perdón no elimina ni disminuye la exigencia de la reparación, que es propia de la justicia, sino que trata de reintegrar tanto a las personas y los grupos en la sociedad, como a los Estados en la comunidad de las naciones. Ningún castigo debe ofender la dignidad inalienable de quien ha obrado mal. La puerta hacia el arrepentimiento y la rehabilitación debe quedar siempre abierta». ¿Cuál es el secreto de esta admirable paradoja que une indisolublemente la justicia más estricta con el perdón más generoso? ¡Ese respeto a la dignidad de la persona que recordaba Benedicto XVI, ante la Asamblea General de la ONU, como su más básico principio fundacional! ¿Acaso toda persona humana, hasta la más pobre, frágil e indefensa, no ha sido justificada precisamente por el Amor infinito, Aquel que, para ello, derramó toda su sangre en la Cruz? Sólo un amor así hace justicia al hombre. Y éstas no son consideraciones piadosas; es el cimiento sin el cual -¡de qué modo tan claro lo estamos viendo, si no nos empeñamos en cerrar los ojos!- no es que quede destrozada la Justicia; es que se destroza la vida entera. Si la Justicia se politiza, o se comercializa, o se manipula, queda desnaturalizada; deja de ser justicia; y sin justicia no hay vida digna de tal nombre.
Artículo publicado en la página "criterios" de la revista Alfa y Omega nº 595, que publico aquí por su gran interés y porque me solidarizo en todo su contenido con lo que pienso. En mis reflexiones publicadas transmito esto criterios y los defiendo desde la propia dignidad de la persona. En la ley natural, que nos ha sido dada por nuestro PADRE DIOS, dónde se inspira todo derecho de la dignidad humana a ser tratado justamente, en paz y misericordia, no por ello sin dejar retribuido lo merecido por la culpa. el perdón no exime de la responsabilidad. El SEÑOR nos lo ha dejado muy claro. ÉL no disculpó al buen ladrón de una muerte merecida por sus culpas y pecados, el mismo se confesó merecedor de ese castigo, pero el SEÑOR le perdonó y le prometió que ese mismo día estaría con ÉL en el paraíso. Ese debe ser nuestro camino, fuera de partidismo, egoísmos, ideologías propias e interesadas. Todo está claro como el agua No hay disculpas. sólo falta fe y, por supuesto, amor. Cada uno será responsable de sus actos, como el buen ladrón o el mal ladrón que, lejos de su arrepentimiento, sólo buscaba su propio bien y egoísmo.
Doy gracias al SEÑOR por nuestro Papa Benedicto XVI y le pido que le asista según su promesa en espíritu y verdad. Gracias, SEÑOR, por el regalo de tener entre nosotros hermanos que ponga toda su vida en defensa, como TÚ nos enseñaste, a luchar por el bien de la humanidad.
¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!