viernes, 24 de octubre de 2008

¡¡ESTE ES EL CAMINO!!





Porque mi PADRE DIOS me ha creado y estoy llamado a la Santidad. Me ha creado para eso y no para perderme en la infelicidad y en el vacío de una vida eternamente atormentada. Y doy mi consentimiento en mi compromiso Bautismal. Pablo, nuestro gran Apóstol, nos exhorta desde la cárcel a que vivamos de una manera digna la vocación con la que hemos sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia.

Nos llama a soportarnos unos a otros por amor. No se trata de enfrentarnos porque no me caes simpático; porque tus criterios no son los míos; porque intuyo que tu te buscas; porque te aprecio vanidoso, porque... etc., sino porque tengo que amarte, con la Gracia de DIOS, poniendo empeño en conservar la unidad del ESPÍRITU con el vínculo de la paz.

Soy llamado, lo pongo en primera persona, a la esperanza de formar con los otros, mis hermanos, un sólo cuerpo y un sólo ESPÍRITU. Un solo SEÑOR, una sola fe, un solo Bautismo, un solo DIOS y PADRE de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.

A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia, los carismas, para ponerlos al servicio de los demás, es decir, la Iglesia. Y estos dones repartidos están para, administrados, disponerlos al bien de la comunidad. Pero, por nuestra condición humana, estamos inclinados a mal usarlos y a sentirnos inclinados a ponerlos para nuestro propio bien, egoísmo, y olvidarnos del otro.

Y este va a ser y será nuestro caballo de batalla en nuestro peregrinar, por eso somos caminantes, peregrinos hacia la perfección, hacia la Casa del PADRE. Debemos, pues, tener estas exhortaciones de Pablo muy presentes en todo nuestro camino. Habrá, tendrá que haberlas, enfrentamientos, diferencias de pareceres, criterios, silencios, reflexiones, dureza, oscuridad y...etc., pero siempre agarrados al "soportaos unos a otros por amor".

Experimento esa vivencia en mi vida y en ella encuentro la presencia del ESPÍRITU que me constata su existir y asistencia a través de 2008 años en nuestra Madres y Santa Iglesia. Hay momentos de zozobra, de turbulencias, de hundimientos aparentes, de confusión y oscuridad, pero en lo más profundo de ese volcán incandescente está la voz del ESPÍRITU, como Pablo en su tiempo nos exhortó, a soportarnos por amor.

Y así han ido surgiendo voces que en cada momento han proclamado que CRISTO es el fundamento que nos une y nos dirige. No tú ni yo, sino ÉL. Y por eso, en ÉL, con ÉL y por ÉL, nuestro PADRE dispuso que unos fuéramos apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros, para la adecuada organización de los santos en las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de CRISTO, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del HIJO de DIOS, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de CRISTO.

Claro está el camino y nada se puede añadir. Eso sí, nos toca a nosotros discernir las sendas por las que caminamos y allanarlo y adecentarlo para poder recorrerlo. No seamos como niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce al error. ¡Mucho cuidado con los personalismos y nuestras intenciones de trepar a los primeros puestos; de elevarnos a los altares privilegiados; de las arrogancia del saber más que los otros; de, en resumen, ser los primeros, tal y como se vieron tentados los apóstoles.

Antes bien, con la sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, CRISTO, de QUIEN todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro, para el crecimiento y edificación del amor (de Ef. 4, 1-16).


2 comentarios:

  1. Para algunos nos es difícil darnos cuenta de que Cristo está presente en todos, incluso en los malos. Amar a los que nos ofenden... Que difícil. Cristo nos empina la cuesta arriba, pero la esperanza es la que fortalece nuestra fe y nos lleva al amor de Dios, pues perdonando es como experimentamos el amor de Dios cuando nos perdona.

    Gracias y bendiciones

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  2. Hola Jorge, perdona por no ver tu comentario antes, pero acabo de llegar, precisamente, de ejercicios espirituales. Todavía estoy rumiando la grandeza del SEÑOR. Como una premonición, los ejecicios fueron fundamentados en la oración del PADRE nuestro. ¡Qué coincidencia! La mayor exigencia que el SEÑOR nos hace: el perdón; ser misericordioso.
    Toda nuestra capacidad de perdón estriba en nuestro encuentro con el SEÑOR, y de ÉL al PADRE. En la intimidad con el SEÑOR seremos capaces de ir perdonando porque ÉL es eso, "PERDÓN"; "MISERICORDIA"

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