jueves, 25 de diciembre de 2008

BUSQUEMOS EL SENTIDO A LA NAVIDAD.


El tiempo de Navidad es un tiempo de amnesia. Se nos invita a olvidar todo aquello que nos disminuye y enferma. En toda comunidad hay roces y malos entendidos. Todos pasamos por muy malos ratos, con reacciones tan injustas como crueles hacia los demás. Todos somos heridos y heridores. Todos necesitamos olvidar. No solo perdonar desde lo alto de nuestra dignidad herida, cuando alimentamos con el recuerdo de nuestro perdón el recuerdo de la ofensa.

Hagamos en este tiempo un esfuerzo definido y sistemático para expulsar de nuestra memoria la convicción de que somos víctimas. Todos nos regocijamos hoy por el nacimiento de Jesucristo en la tierra. “¡Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado!” –canta alegremente la Iglesia en la misa de Nochebuena, con las palabras del profeta Isaías. Sí, Jesús ha nacido, y en Él “ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres” –nos dice san Pablo en la lectura de la carta a Tito–.

Y en el Evangelio escuchamos el mensaje jubiloso que el ángel anuncia a los pastores: “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: ¡el Mesías, el Señor! Y aquí tenéis la señal: encontraréis a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. ¡Dios se ha hecho hombre! ¡El Verbo eterno del Padre se ha hecho carne para redimirnos del pecado, para abrirnos las puertas del cielo y darnos la salvación!

Es un misterio insondable, incapaz de ser abarcado ni comprendido suficientemente por nuestra pobre y oscura razón humana. El Dios infinito se hace un ser pequeñísimo; el Dios eterno se hace hombre temporal y mortal; el Dios omnipotente se hace un niño frágil, impotente e indefenso; el Dios creador de todo cuanto existe y a quien no puede contener el universo entero, se hace una creatura capaz de ser contenida en el vientre de María y luego envuelta en pañales...

¡Si, este niño es DIOS! Y nace en la más absoluta pobreza, en la más profunda humildad, silencio, desprendimiento, obediencia al PADRE...¿Por qué? Por amor a cada uno de nosotros. ¿Para qué? Para darnos la vida eterna.

Como bellamente nos dice san Ireneo, “el Hijo de Dios se hizo hijo del Hombre para que el hombre llegara a ser hijo de Dios”. Ojalá que en esta Navidad meditemos hondamente en el significado y en el sentido profundo de lo que estamos celebrando

6 comentarios:

  1. Tiempo de amnesia, cierto, a veces necesitamos olvidar para perdonar y ser perdonados y Jesús nos lo ejemplificó a cada instante. Gracias por recordarlo. Un saludo muy cariñoso. Hilda

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  2. Hola Salvador;

    Estoy totalmente de acuerdo contingo y comparto, como tú, nuestro sentido de la Navidad en el mundo en que nos ha tocado vivir.

    Saludos

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  3. No podremos amar si no somos capaces de perdonar. Y perdonar es no sólo olvidarnos, sino borrar toda huella del pasado y sólo vivir el presente haciendo el bien sin volver el pensamiento atrás.
    Un abrazo y felices reyes, Hilda.

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  4. Cada día vamos formando un equipo mayor y entre todos podemos alzar, proclamar la paz, la justicia y el amor entre todos los hombres. Debemos pues permanecer unidos en CRISTO.
    Un abrazo y felicies reyes para toda la familia, Bartolomé.

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  5. Una grandísima reflexión sobre el verdadero sentido de la Divinidad y por inducción, del verdadero sentido de la religión según yo lo veo.

    En las diferentes fases que ha ido atravesando mi fe... desde aquellos lejanos días de la fe "primitiva" (yo te rezo para obtener algo a cambio), hasta mi situación actual (la de un Dios omnipresente en el sentido más pragmático de la palabra); mi idea del significado del nacimiento de Jesús, ha ido como es lógico y natural, variando también.

    Según lo veo a día de hoy, Cristo se manifestó en forma humana, en las condiciones en las que lo hizo, justamente para demostrarnos que nuestra divinidad está lejos de las dependencias materiales, que el verdadero sentido de la vida, está en todo lo que nos rodea, es decir, en la propia vida, porque ella misma es una parte de esa Divinidad...


    Una vez más, gracias por este estupendo texto.

    Saludos muy cordiales

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  6. Muchas gracias Ave, si me permites llamarte así; me llena de alegría que comentes en mi blog y de la forma que lo haces. Realmente haces comunidad, porque te das y te abres, y en ese compartir fortalecemos nuestra amistad y fe. Pues la fe se fortalece dándola.
    Realmente, nuestro SEÑOR JESÚS se hizo hombre para abrirnos los ojos y decirnos que DIOS es nuestro PADRE, y que nos quiere y nos espera para salvarnos del poder del mal, nuestra naturaleza humana, y regalarnos lo que buscamos: la felicidad y en plenitud eterna.
    JESÚS vino sólo para eso, y con su vida nos lo demostró, como bien dices tú, enseñándonos a ser libres y no esclavos de nuestros egoísmos; enseñándonos a dominar nuestras apetencias con el gran don de la voluntad, dirigida por la razón y alumbrada desde la fe en ÉL.
    Un abrazo muy fuerte en CRISTO.

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