jueves, 26 de febrero de 2009

CUARESMA: CONVIERTETE Y CREE EN EL EVANGELIO.


Miércoles de ceniza, inicio del tiempo cuaresmal y momentos para acentuar nuestra actitud interior con la oración, el ayuno y la limosna. Y no es que de eso dependa que nos convirtamos más, sino que esos ejercicios nos predisponen a encontrarnos y a liberarnos para iniciar el paso del encuentro. El arrepentimiento necesita de purificación y eso no es, ni fácil, ni sencillo. Es el resultado de una interiorización que descubra en la paz y serenidad mis egos y mi soberbia.

Es sencillo hablar y poner modelos de concordia y de paz, pero cuando nos dicen algo que no comprendemos, por no coincidir con nuestros conceptos de justicia, o nuestra forma de pensar, damos un paso firme de tomarnos la justicia por nuestra cuenta. Y, como de un justiciero se tratara, decidimos hacer esto o lo otro. Y cuando hablo así estoy pensando en mí mismo, de modo que nadie se de por aludido, salvo que se pueda ver retratado.

Hay tiempo de pecar y tiempo de convertirse. El tiempo de pecar suele ser muy largo. Todos pasamos por momentos malos, en que abandonamos el buen camino y nos adentramos en la mala vida. Incluso, podemos observar, cuando miramos hacia atrás, que hay un período en la vida en que nos hemos alejado mucho de DIOS, de la Iglesia, de las buenas costumbres. Son esos días negros a los que no queremos mirar.

Pero hay también épocas buenas, en las que hemos sido capaces de hacer el bien, hemos estado en paz con DIOS, con los demás y con nosotros mismos. Si pudiéramos observar en una película nuestro mejor día vivido y nuestro peor día, nos asombraríamos de dos cosas: primero: de cómo hemos bajado tanto. Quizá tendríamos que decir: "nunca me imaginé que podía llegar a hacer lo que he hecho". Pero también nos asombraríamos de lo bien que nos hemos portado en nuestro mejor día; de tal forma que si todos los días de nuestra vida hubieran sido como ese día, podríamos ser contados entre los hombres verdaderamente buenos y honrados de este mundo.




De aquí podemos sacar la siguiente conclusión: el hombre puede, si se esfuerza, subir mucho, mejorar; o, por el contrario, bajar, corromperse, destruirse. El ser humano puede llegar a ser un ángel o un demonio.

Se cuenta que a la hora de buscar a un personaje que representara a CRISTO en una película, eligieron a un joven que, por su vida y costumbres reflejadas en el rostro, parecía ser el más idóneo. Al pasar el tiempo se trató de buscar a alguien que representara el papel de Judas, y después de mucho buscar, encontraron por fin a un hombre que, por la expresión de su cara parecía el más acertado. Era el mismo hombre que un día representó el papel de CRISTO. ¿Tanto había cambiado...?

En la Cuaresma se nos invita a un cambio. DIOS nos da la oportunidad de arrepentirnos. Es un tiempo de Gracia en que DIOS nos ofrece su perdón con especial generosidad. Aún sabiendo que lo tenemos que hacer, preferimos seguir lo mismo, dejando para más adelante esa conversión, ese cambio de vida que nos cuesta tanto.

Un hombre dejó hasta los 31 años su cambio. Una vez cuando sus compañeros decían: "vamos a cambiar la vida, pero más adelante", el convertido les contestó: "si alguna vez lo vas a hacer, ¿por qué no ahora?, y, si no lo haces ahora, ¿por qué dices que lo harás más adelante? ¿Podrás? ¿Querrás hacerlo? ¿Tendrás tiempo?

También de él es esta frase significativa: "teme a DIOS que pasa y que no vuelve". DIOS suele pasar una y varias veces por nuestra vida, pero no tiene obligación de volver a pasar. Por eso decía respetuosamente aquél, que primero no tenía ningún miedo ni respeto: "teme a DIOS que pasa y que puede no volver a pasar en tu vida".



¿Cambio, conversión? Vuelva usted mañana. El que deja las cosas para mañana, se encontrará con que un día no tendrá mañana. Hoy he ido a la Eucaristía y he recibido la ceniza. Todavía tengo, mientras escribo, la señal en mi frente. ¡Y que bien me siento! El desierto está ahí, pero hay algo interior que me empuja y me anima a recorrerlo. ¿Será el SEÑOR que me acompaña?

2 comentarios:

  1. Es improbable que pueda existir siquiera ese abandono; hay un dicho en otro libro de sabiduría que lo expresa más o menos así:

    "Ni aun en tus momentos más oscuros, Yo jamás te abandonaré"

    Otra cosa es percibirlo como tal

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  2. No sé exactamente a que abandono te refieres. Si es al SEÑOR, indudablemente que nunca nos abandona. ÉL está siempre ahí y ni un pelo de nuestros cabellos pasa para ÉL desapercibido, pero nosotros si podemos, por el gran regalo de la libertad, rechazarlo y abandonarlo, es el pecado contra el ESPÍRITU SANTO. Ante nuestra libertad DIOS se ata las MANOS.
    Saludos.

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