jueves, 9 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (IV).


Si nos paramos un poco a pensar, llegamos a la conclusión que nuestra vida es Camino y Camino. Toda nuestra vida es un Camino itinerante que busca respuesta de felicidad eterna. Camino desde el seno de nuestra madre, al nacimiento de la luz; camino desde niño, a adolescente; camino de joven, a adulto; camino de inmadurez, a madurez; camino de ignorancia, a conocimiento... y así toda la vida caminando: de lo imperfecto, a lo perfecto.

Pero, también sabemos, que el Camino se hace mejor yendo ligero, sin ataduras, que nos atenacen las manos y nos impidan maniobrar; que nos impidan movernos mejor. La carga nos impide avanzar con más ligereza y libertad de movimiento. Nuestra mochila debe llevar sólo lo necesario para que el Camino, de nuestra vida, pueda ser recorrido hasta su final.

Hay mucha carga que exige una voluntad de renuncia muy costosa: nuestras apetencias, nuestros egoísmos, nuestra pereza, nuestra ambición, nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestro anhelo de poder, nuestra riqueza... y todo lo que supone, aunque no lo percibamos, nublar el horizonte que nos desdibuja la meta a la que estamos llamados.

Eso le ocurrió al hijo prodigo: su afán de consumo y de apetencias, que satisfacían su ego inmediato y personal, le cegaron hasta el punto de confundir la felicidad con la satisfacción instintiva y humana. Su sentimiento placentero de sentirse halagado, elogiado, enaltecido y aclamado, le nublaron la mente con una felicidad efímera, rápida, alejado de la Casa del PADRE, y apoyado en fecha de caducidad, porque su actitud no estaba apoyada en el amor ágape.

Pronto, en el Camino, nos damos cuenta que el amor no está basado en recibir y obtener satisfacciones, sino en dar y entregar servicio al otro, para que sintiéndose bien él, me sienta yo también feliz. La felicidad del padre está en darse al hijo, y la del hijo está en corresponder a las indicaciones del padre. Más tarde los términos se invertirán y el hijo será padre y experimentará que el dar le hará tan feliz como fue su padre con él.

Esta fue la experiencia del hijo prodigo, y eso hizo, ya dentro de la casa del padre, empezó su Camino. Su hermano, aun estando dentro, seguía inmóvil, quieto, parado, sin vislumbrar todavía la casa del PADRE.
La Cuaresma significa:"hacer Camino". Y Pascua es el Camino por el cual paso de la muerte a la Vida. Eso fue lo que hizo JESÚS, y lo que en estos días actualizamos en el Memorial de su Pasión. Porque no se trata de recordar, sino de vivir, ser agente y meterme, ahora, hoy, en esa historia y actualizar ese trance de la muerte a la Vida: "Camino - Peregrino - Pascua - Tinieblas - Luz.

En nuestro Camino partimos de la ceniza (miércoles de ceniza), somos nada, polvo, ceniza, para luego entrar en el desierto (obstáculos, sufrimientos, decisiones, renuncias...), necesitados de provisiones y de fuerzas , montaña (oración, Gracia), que encontraremos en el encuentro del brocal del pozo, como la samaritana, para ver la luz de experimentar que el SEÑOR venció a la muerte en la Cruz de su Vida.

Sólo, en la medida que colmemos nuestra fe, podemos dar de beber a otro; podemos ser luz y camino para otros. Y nuestra fe sólo la podemos encontrar en nuestro camino ascendente a nuestra particular Jerusalén, porque Jerusalén significa eso: lugar de dificultades y renuncias; morir a mí, para dar paso a que la Voluntad del PADRE se cumpla en mí, por la Gracia y Méritos de su HIJO al morir en la Cruz por mí, particularmente por mí.


4 comentarios:

  1. "Porque dando es como recibimos" diría San Francisco de Asís. Que lindo post Salvador. Me encantó eso de que solo cuando colmemos nuestra fe podemos ayudar a otros, cierto, no podemos dar lo que no tenemos. Saludos cariñosos. Hilda

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  2. Realmente, sólo por la Gracia del SEÑOR podemos valorar y tomar conciencia de lo que ha hecho JESÚS por nosotros. No sólo nos ha creado, sino que nos sostiene y perdona cada vez que le rechazamos. Es como si a nuestros padres le diesemos la espalda y fuesemos indiferentes con ellos, después de todo lo que han hecho por nosotros.
    Y el SEÑOR no se cansa de meterse en nuestra vida, con permiso nuestro o no, porque nos ama hasta el extremo de dar su vida por ti y por mí, y por cada una de las personas de la tierra. Hasta por los niños que están en el seno de sus madres en periodo de gestación.
    Si experimentáramos dar como el SEÑOR da por nosotros, también experimentaríamos el gozo de su Amor.
    Un fuerte abrazo y feliz Pascua de Resurrección en unión de tu familia.

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  3. Salvador, querido hermano y amigo, aprovecho esta magnífica reflexión que has compartido para desearte a tí y a los tuyos una muy feliz Pascua de Resurrección, y que el Espíritu de Aquél que nos ha rescatado te siga iluminando y haga tu vida plena en la alegría y la certeza de que Él está siempre con nosotros. Un gran abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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  4. Gracias Ricardo. Respondo de la misma forma implorando al SEÑOR que no llene de su Gracia en la paz, sabiduría y fortaleza, para, como ÉL, seamos capaces de cumplir su Voluntad.
    Feliz Pascua de Resurrección.

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