lunes, 12 de octubre de 2009

¡ACOGIDA!


En el prologo del Evangelio de Juan, cuando se nos resumen y adelantan todos los temas que serán desarrollados en las páginas que siguen, se nos habla de que la Palabra de DIOS, que desde siempre es DIOS, estaba en el mundo, porque el mundo se hizo por medio de ÉL. Todo llevaba su sello y su imagen, y por eso era "suyo" en un sentido muy profundo. Y sin embargo "el mundo no lo conoció", "vino a su casa, y los suyos no lo acogieron". Ciertamente no fueron todos los que negaron esta acogida, pues hubo quienes si lo acogieron, y "a los que le acogieron les dio poder de ser hijos de DIOS".

Este contraste, este conflicto atraviesa todas las páginas del texto de Juan, clasificando en cierto modo a las personas que se acercan a JESÚS. Pero en realidad este conflicto atraviesa también el corazón mismo de los creyentes, de todos los creyentes. No se trata de un posicionamiento que define los bandos sin más ni más, sino de un movimiento por el que cada uno se siente siempre confrontado a acoger a JESÚS, su Palabra y su obra, y a estar siempre en tensión para no instalarse en la duda, la perplejidad, o el cansancio y la falta de fe.

En el Evangelio de Juan lo siguen y lo abandonan los oyentes en cada página. La expresión "muchos creyeron en ÉL" es tan frecuente como "volverse atrás" o "recoger piedras para apedrearle". De hecho, incluso los que con Pedro pueden decir: "SEÑOR, ¿a quién vamos a acudir? TÚ tienes Palabra de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que TÚ eres el Santo de DIOS" (Juan 6, 68-69), lo abandonarán y huirán. Pedro lo seguirá de lejos después del prendimiento en el huerto para negarlo en seguida. Al pie de la Cruz María, la Madre, unas pocas mujeres y el discípulo. "Vino a los suyos y los suyos no lo acogieron".

El tema no es exclusivo de Juan. Lucas nos cuenta cómo y dónde inicia JESÚS su ministerio público, leyendo a Isaías en la sinagoga de Nazaret; y nos relata cómo todos al oírle "les expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca". Pero unas líneas más abajo, en el mismo lugar y momento, ya leemos que "todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio con intención de despeñarlo (Luc 4, 22-29).

Mateo concentrará en el final del ministerio público de JESÚS sus lamentos y juicios sobre el rechazo de su "visita", hasta aquella cariñosa queja dolorida del Maestro: ¡Jerusalén, Jerusalén!, cuantas veces intenté reunir a tus hijos, como la gallina reúne a los polluelos bajo sus alas y no habéis querido" (Mt 23, 37).

El rechazo que el hombre hace de DIOS es el rechazo del HIJO, un rechazo por el que terminamos sacándolo de la ciudad y llevándolo a la Cruz. Pero esa Cruz se convierte en realidad en el gran abrazo de DIOS al hombre. Los brazos abiertos de JESÚS de Nazaret en el Calvario acogen en el corazón de DIOS a todo el que quiere entrar.

Visto desde nosotros el texto del Evangelio es la historia de un progresivo rechazo hasta el final de la Cruz, visto desde CRISTO, la historia cambia totalmente de signo y es una permanente, total y misericordiosa acogida, hasta el abrazo final de la Cruz. A lo largo del Evangelio y hasta el final es JESÚS quien mantiene permanentemente abierta la puerta de su corazón y de su vida con la acogida más amplia y total.

Los letrados y fariseo le juzgarán precisamente por esa acogida: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos" (Lc 15, 2), y entenderán que en su actuación concreta ÉL es el padre misericordioso que sale de la casa en busca del hijo que marchó lejos, y que ahora les está invitando a entrar a ellos.
No pone condición alguna para entrar en el banquete, pero sólo entrarán quienes sean capaces de comprender que quién está dentro es un hermano y no un extraño pecador. Los oyentes entienden lo que está proponiendo, pero no comprenden ni aceptan la misericordia que se hace acogida fraternal.

La acogida de JESÚS es total y además transforma al acogido, no es un abrazo neutro como simple invitación a entrar. El encuentro acogedor del Maestro cambia al que responde a la acogida con la acogida. Lucas nos cuenta que tras la llamada que JESÚS hace a Leví (Mateo), este le ofrece en su casa un gran banquete, al que se suma un gran número de publicanos. Podemos multiplicar el repaso de estos encuentros acogedores de JESÚS, en los que comprendemos al mismo tiempo su amplitud incondicional, y la transformación que invita a asumir y que provoca en el que es acogido.

Zaqueo, en quién nos queremos fijar ahora, acoge a JESÚS en su casa, porque JESÚS lo ha acogido primero en su corazón al invitarse ÉL mismo a pesar de la previsibles y reales críticas de todos; pero la acogida de Zaqueo en su casa es sólo el principio de un giro total en el enfoque y la marcha de su vida. (Hasta aquí la introducción al Curso Pastoral 2009-2010 de la Diócesis de Canarias por Monseñor Francisco CasesAndreu, Obispo de Canarias).

Situándonos en el contexto histórico observemos que el Sr. Zaqueo era un recaudador, tal como existen hoy, él le adelantaba la posible recaudación que en aquel pueblo de Jericó se calculaba, a los Romanos y luego él se encargaba de cobrarla. Ni que decir tiene que se aprovechaba de la situación, cómo hoy lo hacen muchos en similares oportunidades, y sacaba suculentas ganancias engañando y robando. Su acomodación era privilegiada y tentadora, de modo que salir de ella suponía un cambio duro, difícil de realizar y, sobre todo, compensatorio a tanta riqueza y privilegios.

Zaqueo tuvo que descubrir el gran tesoro que supone seguir a JESÚS que su opción fue lo suficiente pesada para desequilibrar la balanza del estado de su vida actual y optar por la de convertirse a la Voluntad del Reino propuesto por JESÚS. Y cuando se descubre una cosa así no hay muro, barrera ni obstáculo que pueda impedirlo. Pero dónde realmente quiero detenerme es en la posible causa que motivó su cambio.

Creo, por eso la reflexión apoyada en la introducción del Sr. Obispo, que la clave está en la "acogida". Acoger es hacer un lugar dentro de mí, para que el otro lo ocupe. Es permitir la entrada en mi recinto interior, para dar todo el calor y fuego que de mí entrega y servicio soy capaz. Y esa acogida, que no es otra cosa que el fruto de mi amor hace que el otro, en este caso Zaqueo, abra su corazón y responda con su acogida, no sólo física, material, sino con la entrega de su corazón al servicio del amor.

Me parece una buena ocasión para meditar, revisarnos, pararnos y mirarnos cómo está nuestra particular morada interior para estar presta a acoger a los que tocan a mi puerta. Observar como está dispuesta mis actitudes, mi servicio, mi disponibilidad, mi apertura, mis ventanas para, no sólo acoger, sino transmitir y acercarme. Experimentar como JESÚS cree y se comunica firmemente en el PADRE, como se acerca y finalmente acoge con infinita misericordia y amor.




2 comentarios:

  1. Hola Salvador.

    ¿Qué tal estamos?

    ¿Qué tal el nieto?

    Siento no poder escribir y visitar más el blog.

    ültimamente he estado bastante desconectado. Espero que, poco a poco, pueda conectarme un poco más.

    Un fraternal abrazo.

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  2. ¡Qué alegría sentir y ver tus palabras! Verdaderamente me ha gustado tu visita. Y tus preguntas también, mira, eso significa que te has acordado e interesado por cómo fue lo de mi nieto. No se puede desear más interés, y eso contiene un sentimiento bueno que dice que eres una buena persona. Lo mismo que refleja tu icono, un sentimiento de sencillez, pureza y humildad. ¡Con razón dice el SEÑOR que tenemos que ser como niños para entrar en el Reino de los Cielos! Pues sí, así ha de ser.
    No te preocupes, ya recobrarás el ritmo si así lo quiere el ESPÍRITU, pues tu labor hace mucho bien.
    Mi nieto, ¡estupendo por la Gracia de DIOS! Ya pesa 5, 250 kilos y mide 56 cm. Va todo muy bien, y lo que intentan ahora es sacarle el parecido. Espero que sean sus actitudes y sentimientos como los del corazón de JESÚS, ese es el mejor parecido.
    Estoy bien, y bien es aceptar como DIOS quiere que esté. Hay momentos difíciles, pero ese es nuestro pequeño sacrificio que ofrecemos, en mi caso, todos los días a los pies del SEÑOR JESÚS Resucitado para que ÉL lo ofrezca al PADRE por nuestra redención y salvación.
    Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

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