lunes, 30 de agosto de 2010

VIGILANTES EN EL CAMINO


Siempre que se recorre un camino, y la vida es nuestro eterno camino, hay que estar atento a los obstáculos que el mismo nos presenta. Este estar atento implica esfuerzo y trabajo para, incluso dormidos, tener todo listo en el momento que suene la sirena de alarma. Lo que no se ha previsto suele ocasionarnos serias consecuencias, y ello conlleva que se nos cierre la puerta.

Es el caso del Evangelio de hoy: "Parábola de las diez vírgenes", (Mt 25, 1-13), donde cinco estuvieron prestas y prudentes y otras cinco se durmieron sin los deberes cumplidos. Es un serio aviso a nuestro sentirnos instalados y confiados en que ya hemos llegado a la cima; en que ya nos hemos ganado el premio de la gloria.

Y es que hay momentos que nos sentimos tan elevados, tan cercanos al SEÑOR que nos parece que hemos alcanzado la dicha de estar en su presencia. DIOS nos permite sentirnos partícipe del Tabor, como a Pedro, Santiago y Juan, y ya no queremos bajar sino permanecer a su lado. Son momentos de éxtasis y gloria.

Pero ocurre que vienen momentos de zozobra y dificultades. Posiblemente la fe se nos esconde y seguir caminando por el Camino se hace cuesta arriba y difícil. Nos sentimos tentado de parar y sentarnos en la cuneta. De apartarnos del Camino y caminar por nuestra cuenta y a nuestro aire. Es el momento de dejarnos tentar y dormirnos, y ocurre que, dormidos, cuando despertemos sea ya tarde para retomar el rumbo.

Lecciones para nuestra vida que nos llenan de esperanza y que, mirando a otros (santos) podemos converger en que la muerte es la llamada más gloriosa que podamos tener. Así se encontraba Santa Teresita del Niño Jesús cuando descubrió los primeros síntomas de su enfermedad que la llevaría a la muerte, escribe: ¡Ah, mi alma se sintió henchida de gran consuelo! Estaba íntimamente persuadida de que JESÚS (...) quería hacerme oír una primera llamada.

Y es que la muerte es la plenitud de la vida. Es el momento que verdaderamente empezamos a vivir gozosamente para SIEMPRE. Es el momento más glorioso e importante de nuestra vida. Por lo tanto, aprender a morir es lo más grande que podemos y debemos hacer. Y eso implica tener nuestras lámparas encendidas y provistas del suficiente aceite para que no nos fallen.

La lámpara significa nuestra vida; la Luz es la Vida de la Gracia que nos sostiene y el aceite son nuestras obras de Caridad que nos fortalecen. Se hace, pues, necesario, alumbrar nuestra vida (lámpara) con la Eucaristía, la Penitencia, la Oración constante que nos empujen a dar testimonio con la vivencia de nuestro amor en los demás. De esta forma, como las cinco vírgenes prudentes tendremos nuestras lámparas siempre preparadas.

viernes, 27 de agosto de 2010

VIVIR PARA LA VIDA


Toda relación tiene un fundamento y si ese fundamento no la fundamenta, valga la redundancia, pronto pierde el sentido y la razón de vivirla. Esto, lo digo, porque el creyente en JESÚS tiene que buscar las razones, o mejor dicho, la razón, existe sólo una, por la que le sigue y cree en ÉL.

Si esto no es así, estamos perdiendo el tiempo, y, sin pérdida ninguna, ponte presto a caminar y a buscarlo para encontrarte con ÉL seriamente. Es la historia y el caso ocurrido hace, aproximadamente unos dos mil años, a Natanel. Buscaba y se hartó de buscar. Ya nada le convencía y todo le olía a más de lo mismo, hasta que topó con JESÚS, el HIJO de DIOS, como el mismo experimentó.

Si realmente no buscamos bien y en donde debemos, corremos el riesgo de buscar en vano y cansarnos de tanta búsqueda. Lo primero es clarificar qué buscamos y lo segundo, clarificado lo primero, poner manos a la obra. Definir lo primero no es tarea difícil, porque todos buscamos lo mismo: "La vida", porque la vida es lo que nos hace inmensamente feliz.

"Siempre que haya vida hay esperanza", frase que bulle en nuestra memoria y a la que todos nos agarramos fuertemente. La felicidad pasa porque siempre haya vida y vida gozosa y plena. ¿Quién no quiere vivir plena y eternamente?

Pues bien, definida la meta lo importante es ver la manera de alcanzarla. Por experiencia, tengo mis años bien vividos, y por la de todos ustedes, sabemos que el mundo no nos la ofrece. Sí, hay destellos de momentos felices, pero ni son plenos ni son eternos. Tal como vienen se van. Tan fugaces que nos dejan con más sed y hambre de felicidad. En cierto sentido, diríamos que todo esto nos hace más infeliz.

El primer interrogante, y el único, que debemos destapar es la angustia de la muerte. Pienso, ahora después de tanto camino, que, de niño, ese pensamiento fue mi primera llamada a acercarme al SEÑOR. No le encontraba sentido a la vida si existía la muerte. Tenía que haber una explicación o, por el contrario, este mundo era un absurdo tan amargo y trágico para unos y más llevadero para otros, pero siempre amargo.

Y, después de largo tiempo, he ido comprendiendo que lo que ocurre es que no hay muerte. La muerte es un invento de la desesperanza y del hombre que la pierde. La muerte es la justificación de la falta de fe y la entrega a las pasiones de esta efímera vida. La muerte es el resultado que el hombre ciego, perdido y agnóstico ha inventado para justifica su triste paso por este mundo.

Porque mi Bautismo rompe con la muerte y me hace nacer a la verdadera vida. Antes, había nacido a la vida herida por el pecado, pero ahora nazco a la vida verdadera y plena eternamente. La muerte física es algo natural y necesario, pero la verdadera muerte, la que nos hará morir de verdad es la muerte del alma, porque ella nos hará perder la verdadera y eterna vida.

Prepararnos para la verdadera vida, la que durará siempre, es la tarea a emprender, y esto debe ser siempre el tema fundamental de nuestras "RELACIÓNES Y COMENTARIOS". No caigamos en el peligro de dejarnos llevar por la corriente de lo que no es normal, pero se ha hecho corriente. Porque lo normal es hablar de cómo salvar mi vida y guardarla para siempre. Sí, ésta que tengo ahora y que me ha sido dada para salvarla, ¿cómo?: "alcanzando la santidad" como lo han hecho otros, de forma especial, María, nuestra Madre.

Una Madre siempre nos acompañara y enseñará a saber hacerlo. Y la primera lección que nos da es no quedarnos solos, ir juntos, acompañados: "vivir en comunidad". Y esta forma virtual de compartir por medio de los blogs es un camino que nos puede servir.

Por lo tanto, no perdamos lo esencial y fundamental porque nos podemos contagiar y perder. Todo lo demás es necesario y bueno compartirlo, pero como complemento que nos pueda enriquecer y ayudar, más lo esencial es hablar de salvar nuestra vida, y eso sólo se consigue hablando de Quién nos ha prometido salvarla. No es que lo demás no interese, pero son añadidura a todo esto, porque aquello sin esto no tiene sentido.

Para que cuidar nuestro cuerpo si lo importante es el alma. Primero el alma y luego, por añadidura el cuerpo. La muerte es la plenitud de la vida. El hombre va de menos, desde que nace, a más, perfeccionándose, colaborando con su propio proyecto al que está llamado. Está llamado a ser mejor, a perfeccionarse, y, por lo tanto, debe corregirse e ir quitando todo lo malo que va apareciendo en su vida para dejar lo bueno, lo que construya, lo que una y lo haga más perfecto.

Y todo esto necesita oración, momentos de meditación y reflexión que nos hagan encontrar al verdadero JESÚS y al que realmente queremos seguir. No por palabras bonitas, no por acogidas y servicio el hombre se encontrará con JESÚS. Sólo lo hará, como Natanael, cuando se deje interrogar y perciba que su vida es para vivirla eternamente, no para morir. Y eso es algo propio y personal.

miércoles, 25 de agosto de 2010

DICEN PERO NO HACEN


Nuestra fe, al menos la mía, no es la que debería ser. Por eso tengo que pedirla y hacerlo convencido que el SEÑOR lo hará. Tenemos la promesa del ESPÍRITU SANTO y no nos lo acabamos de creer. Con ÉL podemos hacer maravillas y cosas prodigiosas para dar verdadero testimonio de JESÚS, porque Evangelizar es transmitir a JESÚS de Nazaret.

Por la acción del ESPÍRITU, unas reflexiones que he escrito, comparto mis sencillas experiencias en las cuales quiero ver la acción del ESPÍRITU SANTO en mí. Son mis vivencias en las cuales experimento la acción que el ESPÍRITU va realizando en mí a lo largo de mis últimos años. Porque sin ÉL no me lo explicaría.

Percibes como te sientes dirigido y motivado a hacer, como la de escribir ese humilde libro, que nunca te hubieses atrevido a emprender. Tienes impulsos y acciones que no llegas a comprender de donde sacas las fuerzas para llevarlas a cabo. Y es que tenemos que convencernos que el ESPÍRITU está vivo y camina a nuestro lado esperando que le dejemos actuar.

A continuación transcribo una meditación de san Antonio de Padua que nos puede ayudar a ver y afirmar nuestra fe en la acción del ESPÍRITU:

El que está lleno del ESPÍRITU SANTO habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que se dan de CRISTO, como la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia. Los hablamos cuando, practicándolos nosotros mismos, los damos a conocer a los otros. La palabra se hace viva cuando son las acciones las que hablan.

Os lo pido, que callen las palabras y sean las acciones las que hablen. Estamos llenos de palabras, pero vacíos de acciones; por ello, el SEÑOR nos maldice, ÉL, que maldijo a la higuera en la que no encontró frutos sino tan sólo hojas.

"La ley, dice san Gregorio, ha sido presentada al predicador para que practique lo que predica". Pierde el tiempo el que difunde el conocimiento de la ley pero con sus acciones destruye su enseñanza. Pero los apóstoles hablaban según el don del ESPÍRITU. Dichoso el que habla según el don el ESPÍRITU y no según su propio sentimiento. Hablemos, pues, según lo que el ESPÍRITU nos dé a decir. Pidámosle humilde y piadosamente que difunda su gracia entre nosotros.

San Antonio de Padua.


sábado, 21 de agosto de 2010

VIVIR NUESTRA FE EN PROFUNDIDAD


No podemos seguir a nadie sin saber quién es y sin conocerlo profundamente. Seguir a JESÚS implica conocerle y eso significa saber que nos dice y nos propone. Entre muchas cosas, JESÚS, nos previene del demonio y en su vida pública libera a muchos de demonios.

El Papa Pablo VI, en la audiencia general del 15 de noviembre de 1972, declaraba que lo que la Iglesia necesita con prioridad, hoy en día, es defenderse del demonio. También, recordemos las palabras del Papa Juan Pablo II: "El mal, la incoherencia del hombre, la fractura interior de la cual es víctima no son solamente consecuencias del pecado original, sino también efecto de la acción devastadora y oscura de Satanás" (Mont Gaargan, 24 de marzo de 1987).

Hoy en día, se oponen dos tendencias: la de ver al diablo en todas partes o negar su existencia así como la influencia que tiene en nuestra vida. Cuando observamos lo que sucede a nuestro alrededor: guerras, homicidios, suicidios de jóvenes y ahora, con mayor frecuencia, suicidios de personas mayores, división en las familias, divorcios, rechazo sistemático de DIOS por un gran número de personas, ¿podemos afirmar que todo esto proviene sólo del hombre?

Si deseamos vivir mejor nuestra fe, debemos volvernos hacia el SEÑOR, y esto implica renunciar a la fuente de todo mal y de todo pecado en nuestra vida. Ése es el acto de renuncia al pecado que se hace en el momento del bautismo y se renueva al recibir el Sacramento de la Confirmación. JESÚS fue muy claro: "No se puede servir a dos señores: o estamos con DIOS o estamos con Satanás (Mt 6, 24).

Sobre este punto, la Palabra de DIOS nos ilumina. Todos los hombres son tentados. Pasan por tentación de hacer lo que está mal a los ojos de DIOS. JESÚS fue tentado (Mt 4, 1-11). Y todo ello nos debe llevar a ser constantes en la oración, en el rezo del Santo Rosario, en el esfuerzo de exigirnos formarnos, y de estar en la Iglesia, Nuestra Madre, para defendernos de la acción del demonio.

Experimentamos muchas tentaciones en deseos, ambiciones, pensamientos y acciones que no deseamos hacer y que, sin embargo, nos sentimos atraídos a querer hacerlas. Son inclinaciones que el Príncipe del mundo nos presenta y trata de confundirnos y aprovechar para dirigirnos al mal. Debemos estar vigilantes y presto a acercarnos a la Iglesia y dejarnos orientar, cuidar y sanar, con los sacramentos, en todo los momentos de nuestra vida. Quedarnos aislados y solos sería muy peligroso.

martes, 17 de agosto de 2010

ORACIÓN A NUESTRO ÁNGEL DE LA GUARDA


La función primera de los Santos Ángeles es la alabanza a DIOS. Pero también, DIOS, les ha encomendado la terrible batalla contra Satanás y todos los malos espíritus, bajo las ordenes de la Santísima Virgen.

Su lugar es pues esencial en los designios victoriosos de la Mujer revestida del sol frente al Dragón rojo "embriagado con la sangre de los santos y de los mártires" (Ap 17, 6). Y, como están siempre a nuestro lado en la lucha, dándonos fuerza y valor, curando nuestras heridas y defendiéndonos del Maligno, procuremos vivir siempre en su compañía.

Ángel Santo, tú eres mi guardián, mi tutor y mi maestro, mi guía y mi defensa, mi sabio consejero y mi fiel amigo, a ti te estoy encomendado por la bondad del SEÑOR desde el día de mi nacimiento hasta la última hora de mi vida. ¡Qué respeto te debo, tú que estás siempre a mi lado, allí donde vaya!

Con cuánto reconocimiento he de agradecerte el amor que me tienes. ¡Qué confianza ilimitada me da el saber que eres mi ayuda y mi defensor! Santo Ángel, enséñame, corrígeme, guárdame y guíame por el camino recto y seguro de la Ciudad Santa de DIOS. No permitas que haga nada que ofenda tu santidad y tu pureza. Presenta mis deseos al SEÑOR, ofrécele mis oraciones, muéstrale mis miserias y hazme saber desde su infinita bondad, por la intercesión maternal de tu Reina, María Santísima, cómo alcanzar la sanación.

Vigila cuando estoy descansando, sostenme cuando estoy cansado, sujétame cuando voy a caer, levántame cuando he caído, indícame el camino cuando estoy perdido, devuélveme el valor cuando estoy extraviado, ilumíname cuando no veo, defiéndeme cuando soy atacado. Y, especialmente en el último día de mi vida, sé mi escudo contra el demonio. Con tu defensa y tu conducta ayúdame a entrar por fin en la morada radiante donde eternamente podré expresarte mi agradecimiento y glorificar contigo al SEÑOR DIOS y a la Virgen María, mi reina y la tuya. Amén.

domingo, 15 de agosto de 2010

EN UNIÓN CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Posiblemente, porque se ha ido perdiendo, porque nos resulta algo lejano o, simplemente, porque se habla poco, el desconocimiento de la relación entre la tierra (los que estamos todavía aquí en peregrinación hacia la Casa del PADRE) y los que ya han partido y están purificándose en el Purgatorio, es enorme por no decir nada.

Descubrirlo es muy importante porque eso hará que nuestra actitud cambie radicalmente. Ya, en una ocasión, hablé de esta relación en alguno de mis otros blogs, no recuerdo ahora, recomendando un libro, "Entre el Cielo y la tierra", de María Vallejo-Nájera, que nos puede ayudar mucho a entender esta vital relación.

Nuestros dichosos hermanos, aún en estado sufrientes, están salvados, y eso es la mayor dicha que podemos alcanzar. Sólo necesitan el tiempo necesario para pagar y purificar sus pecados y rechazos, en vida, al amor de DIOS, pero, digo, es una dicha que sólo necesita tiempo. Y ese tiempo será más o menos corto en función de nuestras oraciones y sacrificios por ellos.

Para mejor comprensión y ser más escueto, les dejo con esta reflexión de Oscar Schmidt, sólo sugiriéndoles que lo lean detenidamente y se lo tomen en serio, porque nos juzgamos mucho.

Rezar por ellas es un ida y vuelta, nosotros pedimos por ellas mientras que interceden por nosotros. Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org

¡Cuantos misterios esconde la Voluntad de Dios!. Y muchos de ellos sólo se nos revelarán cuando ya sea tarde para corregir nuestro rumbo, y no nos quede otra opción más que someternos a la Justicia de Dios. ¡Si pudiéramos hablar con las almas purgantes, cuantos consejos nos darían!.

Ellas nos enseñarían que la diferencia más grande entre el infierno y el Purgatorio radica en que mientras en el fuego eterno las almas blasfeman y rechazan a Dios (llevando al infinito el rechazo y odio que tuvieron en vida), en el Purgatorio las almas buscan y desean a Dios. Y es ese el mayor castigo: no tener a Dios.

Pero también es el mayor consuelo el saber que lo tendrán, luego de purificarse y ser almas dignas de estar en el Reino, en Su Presencia por toda la eternidad.
Ellas nos dirían que no desperdiciemos la gracia de poder hacer que el sufrimiento sirva para evitar la purificación por la que ellas pasan, ya que mientras en vida las buenas obras, el amor y el dolor suman y preparan el alma, en el Purgatorio solo queda sufrir y esperar el momento de subir al Cielo.

¡Que desperdicio el nuestro!. Ellas nos ven malgastar nuestro día en banalidades que luego deberemos pagar, sometidos a la Justicia Perfecta de Dios. Y que nos dirían nuestros ángeles custodios, viendo que vamos camino al sufrimiento, como niños que irresponsablemente juegan al borde del precipicio, inconscientes del peligro que los acecha. Las almas purgantes y los ángeles son testigos de nuestros errores, y con enorme amor ruegan a Dios para que cambiemos nuestro rumbo y busquemos a Jesús, que lo deseemos con un corazón que reconoce que sólo Dios cuenta.


Imaginen que inútil aparece para estas almas todo nuestro superficial mundo, nuestras preocupaciones, mientras tenemos tiempo y la oportunidad de mostrarle a Dios que podemos entrar a Su Reino por el camino del Amor Perfecto, esto es, por medio de la fe, la esperanza y la caridad.
En el Purgatorio se ama, se ama sin limites, y se arrepiente el alma de tanta ceguera vivida en la vida terrenal.

Ellas esperan el consuelo de María y de San Miguel, de los ángeles que acuden en su apoyo, recordándoles que después del sufrimiento tendrán la gloria de llegar al gozo infinito. Allí se pide oración: cuando ellos reciben el amor de los que aun estamos aquí hecho alabanza a Dios, no sólo se consuelan sino que acortan su sufrimiento. Y lo devuelven cuando llegan al Cielo, intercediendo por quienes los supieron ayudar a disminuir sus sufrimientos.


¿Quieres hacer un buen negocio, el mejor de todos?. Une tu alma a las de las almas purgantes, ora por ellas, siente que estás unido a su dolor y las consuelas, mientras ellas adquieren la luminosidad que les permita subir a la Gloria. Verás entonces que los dolores de aquí adquieren un significado distinto, son un trampolín para el crecimiento del alma, te hacen sentirte unido a Dios, trabajando para El.

Pocas obras son tan agradables a Jesús y María como la oración de quienes se unen espiritualmente a las almas purgantes. Es un ida y vuelta, un fluir de alabanzas que sube y baja, y que ayuda tanto a unos como a otros.
Un día se escuchó, durante la segunda guerra mundial, una multitud aplaudiendo y aclamando en la iglesia de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo.

Pero a nadie se vio allí, por lo que los pocos que estaban presentes preguntaron a San Pío de Pietrelcina que había ocurrido. El les dijo: “he estado rezando durante muchos días por los soldados que mueren en el campo de batalla, y una multitud de ellos ha venido a agradecerme porque han salido del Purgatorio y han entrado al Cielo”.

La oración de Pío, poderoso intercesor ante Dios, les había acortado el sufrimiento.
Oremos por las almas purgantes, porque serán ellas las que intercederán por nosotros cuando tengamos que purificar nuestra alma. Y serán entonces ellas las que nos darán la bienvenida al Cielo, cuando Dios en Su Infinita Misericordia nos conceda esa Gracia. ¡Trabajemos por ello, tenemos nuestra vida para lograrlo, ese es el sentido de nuestra presencia aquí!.

viernes, 13 de agosto de 2010

CREADOS POR AMOR Y PARA EL AMOR


DIOS, que es amor y que ha creado al hombre por amor, le ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, les ha llamado, en el matrimonio, a una íntima comunión de vida y de amor entre ellos; es a causa de ello que ya no son dos, sino uno solo.

Pero ese amor subyace detrás del propio egoísmo del hombre y la mujer, que se buscan en sí mismos dónde esperan encontrar la felicidad ansiada. Es por eso por lo que cuando se habla de amor no se trata de un amor eros ni ego, sino un amor que muere en el darse y desvivirse por el otro. Y,entonces, es cuando nace el inmenso gozo del verdadero amor, que nunca muere ni se acaba.

Desde esa verdadera y auténtica visión del amor no tiene sentido la separación ni la ruptura del matrimonio, porque no da lugar a que se produzca ni se conoce tal posibilidad. Los dos, por amor, se convierten en uno y cada sentimiento del uno pertenece al otro. Cada diferencia del uno es asumida y aceptada por el otro; cada bien del uno es procurado por el otro; cada momento de dolor o sufrimiento del uno es compartido y sufrido por el otro, hasta el punto de no saber dónde empieza el uno y termina el otro. Han quedado fundidos en uno solo.

Juan Pablo II afirmaba que "el hombre llega a ser imagen y semejanza de DIOS no sólo a través de su humanidad, sino también a través de la comunión de las personas que el hombre y la mujer forman desde el principio. el hombre llega a ser una imagen de DIOS más perfecta en el momento de la comunión que en el momento de la soledad".

La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada puede reemplazarla totalmente. Ella misma se apoya, por encima de todo, en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa que se sostiene gracias al afecto y comprensión mutua. Es pues de vital importancia protegerla porque de su permanencia depende el bienestar y la convivencia de los pueblos y naciones.

JESÚS muere para que, de su muerte entregada voluntariamente, florezcan los frutos del amor que darán la verdadera vida, gozosa y eterna, para todos los hombres. Nuestro destino es el amor, porque hemos sido creados por amor y, nuestra meta es amar, porque hemos sido creados para amar. Sólo cuando amamos estamos siendo fieles a nuestro fin, y, por supuesto, estamos alcanzado el máximo ideal que buscamos: "SER FELICES ETERNAMENTE".






martes, 10 de agosto de 2010

ANTIGUO TESTAMENTO: la religión católica antes de Cristo


Somos hermanos en la fe de los judíos porque partimos de la misma verdad: somos hijos del DIOS revelado por JESÚS de Nazaret, HIJO único de DIOS que se encarnó en naturaleza humana y se hizo hombre, nacido de María por obra y gracia del ESPÍRITU SANTO.

La historia de la Revelación se hace a través del pueblo judío, y su historia es la historia de la salvación, que, con la venida de DIOS hecho hombre, JESÚS, y por Muerte y Resurrección, entramos todos a participar de esa misma historia.

• A. Los comienzos.
• B. Después de Moisés.

Antes de Cristo, la historia de la religión católica coincide con la del pueblo judío, y se encuentra en los libros de la Biblia que forman el antiguo testamento.

A. Los comienzos

1. ¿Antes del mundo? Antes del mundo sólo existía Dios. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo vivían eternamente felices. Y no había nada más, ni estrellas, ni planetas, ni animales, ni ángeles. Nada más. ¿Y qué hacían las tres personas divinas? Podemos decir que su actividad eterna era conocerse y amarse. Intercambiaban ideas y cariño, conversaban.

2. ¿Cómo empezó el mundo? En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La Biblia narra la creación en seis períodos que llama días (es un modo de explicarlo, que nada se opone al big bang). El día séptimo cesó Dios de crear, y más tarde el Señor destinó este día a que fuese santificado y dedicado a Él.

3. ¿Qué creó primero? Probablemente Dios creó primero a los ángeles, que son seres espirituales de inteligencia y voluntad muy perfectas. Con su entendimiento poderoso conocen la verdad con agilidad y precisión. Con su fuerte voluntad toman decisiones y las cumplen sin fallar.

4. La prueba de los ángeles.- la bondad de Dios no se conformó con los dones que les otorgó. Quiso que los ángeles participaran de la divinidad y encontraran sitio en la familia divina. Y el Señor decidió que este gran tesoro no fuera obligatorio sino que lo ganaran en parte con sus méritos superando una prueba. Entonces:

o Muchos de estos espíritus permanecieron fieles a Dios y fueron premiados con la eterna felicidad de la gloria. Son los ángeles.
o Pero otros muchos rechazaron a Dios. Despreciaron el amor divino, y prefirieron su propia soberbia, el orgullo de ser independientes del Señor, como si no fueran criaturas. En consecuencia quedaron apartados de Dios y así surgió el infierno. Son los demonios.

5. ¿Y los hombres? Dios creó al hombre a su imagen y semejanza infundiéndole un alma inmortal. El primer hombre se llamó Adán y Dios le colocó en un lugar delicioso: el paraíso terrenal. Luego creó a la mujer, Eva. Además, el Señor les otorgó una participación de la vida divina -gracia-. El hombre no sufría, ni tenía enfermedades, ni moriría. Gozaba de armonía consigo mismo, con el Creador, entre hombre y mujer, y con la Creación.

6. La prueba del hombre.- Como en el caso de los ángeles, el Señor también quiso que el hombre aceptara libremente el amor divino y se ganara el cielo. El demonio, envidioso de su felicidad, les tentó, y el hombre desconfió de su Creador, quiso ser como Dios independiente de Él y desobedeció al Señor. Así Adán y Eva perdieron, para sí y para sus descendientes, la santidad inicial -la gracia- y otros dones. La naturaleza humana, sin estar corrompida, quedó herida en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y a la muerte, e inclinada al pecado. Así para obrar bien hay que esforzarse superando la inclinación al mal. A esta situación en que todos nacemos se le llama pecado original.

7. Promesa de un Salvador.- Adán y Eva quedaron apartados de Dios y expulsados del paraíso, pero Dios no desamparó a los hombres sino que prometió un Salvador (el Mesías), que abrirá de nuevo las puertas del cielo. Luego, el Señor repitió esta promesa a los Patriarcas y Profetas.

8. ¿Los Patriarcas? Fueron personajes que al frente de su familia destacaron por su fidelidad a Dios, transmitiendo su promesa y cumpliendo la voluntad divina. Destacaron Abrahán y su nieto Jacob, llamado después Israel. Sus descendientes serán el pueblo de Jacob o pueblo de Israel. Dios prometió a Abrahán que le haría cabeza de un gran pueblo y que de su descendencia nacería el Mesías.

9. Moisés.- Jacob y su familia se trasladaron a Egipto, donde se multiplicaron formando un gran pueblo. Entre sus descendientes está Moisés, que elegido por el Señor sacó a Israel de Egipto y lo llevó a la tierra de Canaán prometida por Dios a Abrahán. El Señor guió a su pueblo por el desierto con varios milagros, como el paso del mar Rojo y el maná. Se presentó a Moisés en el monte Sinaí y le entregó los diez mandamientos, estableciendo una alianza con los israelitas. Ellos serán su pueblo y Él será su Dios. Con Moisés, los israelitas toman conciencia de pueblo.

B. después de Moisés

1. Jueces y Reyes.- El pueblo de Israel no siempre fue fiel al Señor. Sucedía entonces que sus enemigos les dominaban, hasta que arrepentidos acudían de nuevo a Dios que les ayudaba por medio de buenos dirigentes llamados jueces, como Samuel. Luego, fueron gobernados por reyes, primero Saúl, luego David y Salomón. David fue predilecto del Señor.

2. División y cautiverio.- Después, el reino se dividió en dos: Israel (diez tribus) y Judá (dos tribus). Hubo altibajos de fidelidad a Dios, pero más bien se extendió el mal comportamiento y la idolatría. Entonces el Señor permitió que fueran derrotados y deportados.


3. Profetas.- En estos años, el Señor elegía de vez en cuando algunos profetas y los enviaba para que hablaran de su parte al pueblo y le recordaran sus deberes. Por ejemplo, Elías y Eliseo que hicieron muchos milagros. Entre las profecías destacan las que aluden al futuro Mesías, como algunas de Isaías y salmos de David.

4. Después del destierro.- Volvieron a Jerusalén, reconstruyeron el Templo, y procuraron ser más fieles a Dios esperando la llegada del Salvador. Algunos reyes extranjeros quisieron imponer la idolatría, y hubo algunos episodios de fidelidad al Señor. Los hermanos Macabeos consiguieron defender al pueblo de estas injerencias.

5. Imperio romano.- Después, llegaron los romanos y se hicieron con el control de la zona, respetando las costumbres religiosas. Y llegó el momento de que Jesucristo naciera en Belén.

sábado, 7 de agosto de 2010

SUBIR PARA BAJAR

MONTE TABOR


Toda subida supone una bajada y, por muy bien que nos sintamos, no podemos permanecer en ella porque se hace necesario bajar. La montaña nos aislaría porque antes debemos cumplir la misión de anunciarla y amarla. Y amar la montaña supone bajar al mundo a contagiarlo de la esperanza y visión de la montaña.

El éxtasis del Tabor supone tener claro que nuestra meta es esa: "Contemplar a Nuestro PADRE DIOS y permanecer en su presencia es el mayor gozo que el ser humano puede alcanzar", y lo más que desea, aún ignorado por muchos. Buscan ser felices donde no se encuentra la felicidad sino de forma aparente y fugaz.

La diferencia de un creyente a un no creyente radica en que ambos cumplen bien su misión profesional, pero el no creyente termina ahí, mientras que el creyente se esmera en trascender su atención y servicio hasta el punto de transmitir que, subida la montaña, hay algo que vale la pena encontrar y contemplar. Y ese gusto y complacencia nos transforma de tal manera que nuestra vida queda también transformada.

Cuando has llegado a la montaña y has gozado de la visión de ver al Verdadero JESÚS, tu vida queda tocada por el amor y, pronto, tu entorno advierte que algo te ha sucedido y que algo ha cambiado tu vida. Es cuando tu entrega y servicio va dejando huella en aquellos otros que se cruzan en tu camino, porque tu amistad va más allá del puro hecho profesional o social.

En las dificultades, crisis y situaciones límites, las relaciones de amistad y de servicio al otro se estrechan muchisimo en aquellos que están movido por su fe trascendente. Es la prueba del algodón para darse cuenta quienes son los verdaderos amigos, porque distancian a los interesados y a los que rechazan el compromiso personal.

Ya lo clarificó JESÚS en la parábola del buen Samaritano. Cuando se necesita ayuda y se requieren sacrificios, los amigos desaparecen porque no permanecián por amor sino por intereses. La crisis no sólo ha sacado a relucir las amistades verdadera, sino que el testimonio de muchos cristianos, unidos en la adversidad, ha supuesto una ocasión para proponer una forma diferente de vivir.

De mismo modo que nuestro entorno influye en nosotros, nuestro comportamiento también influye en las personas que nos rodean. Así, la amistad ha ratificado en la fe a muchos católicos, y ha supuesto una ocasión para que otros comprueben cómo se hace efectivo el "Mira cómo se aman". Es la consecuencia de que la subida a la montaña (Tabor) se ha hecho bien.

Los resultados son estos: don Pedro, al poco tiempo de nacer su tercera hija, y cumplido los 47 años, se quedó en el paro. Justo al día siguiente del despido, su amigo don José María, que trabajaba en su misma profesión, le dijo: "Cuando quieras puedes venirte a trabajar conmigo". Hoy, don Pedro recuerda que Tronco (así llaman sus amigos a José María) me lo dijo al día siguiente de que me despidieran y ni siquiera me preguntó el motivo del despido, o cuanto tenía de paro..., nada.

Eso es lo que hace un amigo que ha subido verdaderamente a la montaña. Y además, como compartíamos la fe en CRISTO, somos muchos más que amigos. Para mí, Tronco es mi hermano. Ahora, el trabajo conjunto, lejos de haber dado ocasión de conflicto, ha supuesto una mayor cercanía para ambos.

En realidad, don Pedro y don José María llevan siete años quedando todas las semanas, junto a otros dos amigos (todos son del Movimiento de Cursillos de Cristiandad) para hablar y revisar su vida cristiana. Su reunión de grupo, como la llaman dentro de Cursillos de Cristiandad, ha dado frutos inesperados: como la hacen siempre en el mismo bar, al dueño del local le llamó la atención cómo se preocupaban los unos de los otros, y ellos han encontrado ocasión para evangelizarle.

"La amistad es fundamental para llegar al corazón de otra persona - dice don Pedro -. El otro podrá ver a CRISTO en ti en la medida en que tú seas su amigo y te preocupes por él". Y eso es lo que JESÚS encargó y dijo a Pedro, Santiago y Juan: "ahora no digan nada a nadie, bajemos al mundo porque hay que evangelizar haciéndose amigos y viviendo en verdad el amor, tal y cómo yo les he amado"

domingo, 1 de agosto de 2010

LA CODICIA NOS CIEGA LA REALIDAD


Vivimos sin sentido y de una forma muy irresponsable. Sin razones que justifiquen nada damos por hecho que la vida se termina con la muerte y no pensamos que eso no tiene mucho sentido, porque para muchos no merece la pena vivir. Sería injusto vivir rodeado de miserias, cuando no aquejado por una pertinaz enfermedad que no nos deja tranquilo, y si no es eso serán otro tipo de problemas familiares, económicos, de inseguridad, políticos...etc., que nos amargan la existencia y no nos dejan en paz.

Si hay algo seguro es el momento de nuestra muerte, y nuestra razón, apoyada por nuestra fe, nos revela que detrás de ella se esconde la verdadera vida que todos anhelamos desde la tierra y que esta será eterna y dependerá de nuestras actitudes y actos de amor que aquí hallamos hecho.
No le damos mucha importancia a esto y, ansiosos de tener premio inmediato a nuestra bús- queda de bienestar y placer optamos por responder a lo más efectivo y rentable según nuestros criterios terrenales, olvidándonos de lo que demanda más paciencia y sacrificio. Es lo que le ocurrió a este necio rico que creyéndose seguro y apoyado en su poder económico se preparó para pasar una vida placentera y dichosa, sin pensar que:

¡Necio! Esta misma noche morirás

Lucas 12, 13-21. Tiempo Ordinario. En las buenas y en las malas contemos con Dios, con Él todo se puede.
Autor: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de la gente a Jesús: Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo. Él le respondió: ¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros? Y les dijo: Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes. Les dijo una parábola: Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.

Reflexión


Cuentan que en una ocasión murió el señor más rico y conocido de todo el mundo, y al llegar al cielo vio una gran cantidad de castillos y palacios. Se preguntaba en cuál de ellos habitaría: “Quizá en aquel que tiene seis torres, o este otro que tiene techos de oro”. Al ver a su ángel le dijo: “ Sin duda que aquel que tiene seis torres es el mío, pues como yo fui el hombre más famoso y rico de la tierra, ese debe ser el lugar donde viviré, además con todo mi dinero lo podía haber construido”. Sin embargo, el ángel le dijo: “ Lamento defraudarte, pero su sitio es aquel del fondo, esa casita con cuatro palos a punto de caerse, pues eso fue lo único que le pudimos construir con las cosas que atesoró para el cielo”.

Pongámonos por un momento en el lugar de este señor. Cuántas veces nosotros también atesoramos para la tierra y no para el cielo. Nos confiamos en el éxito de un examen, de un negocio, en la compra o venta de algún objeto. Preguntémonos ¿Cuántas veces ante un bienestar humano, en lugar de acercarnos más a Dios nos hemos alejado? ¿Por qué en ocasiones nos sucede que cuantos más bienes materiales tenemos sentimos menos necesidad de acudir a Dios? Y al contrario, cuando todo nos falla, cuando los amigos nos traicionan, cuando en el estudio o en el trabajo las cosas marchan mal, cuando el dinero no alcanza para pagar el colegio de los hijos, -y cada cual ponga su situación personal-, es cuando parece que tenemos más necesidad de Dios.

Esta es la lección que Cristo nos quiere dejar hoy. Que en las buenas y en las malas contemos con Él. Con el que TODO lo puede. Con el que nos ha creado por amor, para hacernos felices en el amor a Él por encima de todo. El secreto del éxito en nuestra vida está en querer lo que Dios quiere de nosotros, pues Él sólo quiere para nosotros lo mejor.

Que nuestro propósito para este día sea estar invariablemente unido a Cristo, a Dios. Que ante los éxitos de hoy sigamos unidos y confiados en Cristo de la misma manera que si recibimos desilusiones y fracasos.