miércoles, 25 de agosto de 2010

DICEN PERO NO HACEN


Nuestra fe, al menos la mía, no es la que debería ser. Por eso tengo que pedirla y hacerlo convencido que el SEÑOR lo hará. Tenemos la promesa del ESPÍRITU SANTO y no nos lo acabamos de creer. Con ÉL podemos hacer maravillas y cosas prodigiosas para dar verdadero testimonio de JESÚS, porque Evangelizar es transmitir a JESÚS de Nazaret.

Por la acción del ESPÍRITU, unas reflexiones que he escrito, comparto mis sencillas experiencias en las cuales quiero ver la acción del ESPÍRITU SANTO en mí. Son mis vivencias en las cuales experimento la acción que el ESPÍRITU va realizando en mí a lo largo de mis últimos años. Porque sin ÉL no me lo explicaría.

Percibes como te sientes dirigido y motivado a hacer, como la de escribir ese humilde libro, que nunca te hubieses atrevido a emprender. Tienes impulsos y acciones que no llegas a comprender de donde sacas las fuerzas para llevarlas a cabo. Y es que tenemos que convencernos que el ESPÍRITU está vivo y camina a nuestro lado esperando que le dejemos actuar.

A continuación transcribo una meditación de san Antonio de Padua que nos puede ayudar a ver y afirmar nuestra fe en la acción del ESPÍRITU:

El que está lleno del ESPÍRITU SANTO habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que se dan de CRISTO, como la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia. Los hablamos cuando, practicándolos nosotros mismos, los damos a conocer a los otros. La palabra se hace viva cuando son las acciones las que hablan.

Os lo pido, que callen las palabras y sean las acciones las que hablen. Estamos llenos de palabras, pero vacíos de acciones; por ello, el SEÑOR nos maldice, ÉL, que maldijo a la higuera en la que no encontró frutos sino tan sólo hojas.

"La ley, dice san Gregorio, ha sido presentada al predicador para que practique lo que predica". Pierde el tiempo el que difunde el conocimiento de la ley pero con sus acciones destruye su enseñanza. Pero los apóstoles hablaban según el don del ESPÍRITU. Dichoso el que habla según el don el ESPÍRITU y no según su propio sentimiento. Hablemos, pues, según lo que el ESPÍRITU nos dé a decir. Pidámosle humilde y piadosamente que difunda su gracia entre nosotros.

San Antonio de Padua.


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