viernes, 27 de agosto de 2010

VIVIR PARA LA VIDA


Toda relación tiene un fundamento y si ese fundamento no la fundamenta, valga la redundancia, pronto pierde el sentido y la razón de vivirla. Esto, lo digo, porque el creyente en JESÚS tiene que buscar las razones, o mejor dicho, la razón, existe sólo una, por la que le sigue y cree en ÉL.

Si esto no es así, estamos perdiendo el tiempo, y, sin pérdida ninguna, ponte presto a caminar y a buscarlo para encontrarte con ÉL seriamente. Es la historia y el caso ocurrido hace, aproximadamente unos dos mil años, a Natanel. Buscaba y se hartó de buscar. Ya nada le convencía y todo le olía a más de lo mismo, hasta que topó con JESÚS, el HIJO de DIOS, como el mismo experimentó.

Si realmente no buscamos bien y en donde debemos, corremos el riesgo de buscar en vano y cansarnos de tanta búsqueda. Lo primero es clarificar qué buscamos y lo segundo, clarificado lo primero, poner manos a la obra. Definir lo primero no es tarea difícil, porque todos buscamos lo mismo: "La vida", porque la vida es lo que nos hace inmensamente feliz.

"Siempre que haya vida hay esperanza", frase que bulle en nuestra memoria y a la que todos nos agarramos fuertemente. La felicidad pasa porque siempre haya vida y vida gozosa y plena. ¿Quién no quiere vivir plena y eternamente?

Pues bien, definida la meta lo importante es ver la manera de alcanzarla. Por experiencia, tengo mis años bien vividos, y por la de todos ustedes, sabemos que el mundo no nos la ofrece. Sí, hay destellos de momentos felices, pero ni son plenos ni son eternos. Tal como vienen se van. Tan fugaces que nos dejan con más sed y hambre de felicidad. En cierto sentido, diríamos que todo esto nos hace más infeliz.

El primer interrogante, y el único, que debemos destapar es la angustia de la muerte. Pienso, ahora después de tanto camino, que, de niño, ese pensamiento fue mi primera llamada a acercarme al SEÑOR. No le encontraba sentido a la vida si existía la muerte. Tenía que haber una explicación o, por el contrario, este mundo era un absurdo tan amargo y trágico para unos y más llevadero para otros, pero siempre amargo.

Y, después de largo tiempo, he ido comprendiendo que lo que ocurre es que no hay muerte. La muerte es un invento de la desesperanza y del hombre que la pierde. La muerte es la justificación de la falta de fe y la entrega a las pasiones de esta efímera vida. La muerte es el resultado que el hombre ciego, perdido y agnóstico ha inventado para justifica su triste paso por este mundo.

Porque mi Bautismo rompe con la muerte y me hace nacer a la verdadera vida. Antes, había nacido a la vida herida por el pecado, pero ahora nazco a la vida verdadera y plena eternamente. La muerte física es algo natural y necesario, pero la verdadera muerte, la que nos hará morir de verdad es la muerte del alma, porque ella nos hará perder la verdadera y eterna vida.

Prepararnos para la verdadera vida, la que durará siempre, es la tarea a emprender, y esto debe ser siempre el tema fundamental de nuestras "RELACIÓNES Y COMENTARIOS". No caigamos en el peligro de dejarnos llevar por la corriente de lo que no es normal, pero se ha hecho corriente. Porque lo normal es hablar de cómo salvar mi vida y guardarla para siempre. Sí, ésta que tengo ahora y que me ha sido dada para salvarla, ¿cómo?: "alcanzando la santidad" como lo han hecho otros, de forma especial, María, nuestra Madre.

Una Madre siempre nos acompañara y enseñará a saber hacerlo. Y la primera lección que nos da es no quedarnos solos, ir juntos, acompañados: "vivir en comunidad". Y esta forma virtual de compartir por medio de los blogs es un camino que nos puede servir.

Por lo tanto, no perdamos lo esencial y fundamental porque nos podemos contagiar y perder. Todo lo demás es necesario y bueno compartirlo, pero como complemento que nos pueda enriquecer y ayudar, más lo esencial es hablar de salvar nuestra vida, y eso sólo se consigue hablando de Quién nos ha prometido salvarla. No es que lo demás no interese, pero son añadidura a todo esto, porque aquello sin esto no tiene sentido.

Para que cuidar nuestro cuerpo si lo importante es el alma. Primero el alma y luego, por añadidura el cuerpo. La muerte es la plenitud de la vida. El hombre va de menos, desde que nace, a más, perfeccionándose, colaborando con su propio proyecto al que está llamado. Está llamado a ser mejor, a perfeccionarse, y, por lo tanto, debe corregirse e ir quitando todo lo malo que va apareciendo en su vida para dejar lo bueno, lo que construya, lo que una y lo haga más perfecto.

Y todo esto necesita oración, momentos de meditación y reflexión que nos hagan encontrar al verdadero JESÚS y al que realmente queremos seguir. No por palabras bonitas, no por acogidas y servicio el hombre se encontrará con JESÚS. Sólo lo hará, como Natanael, cuando se deje interrogar y perciba que su vida es para vivirla eternamente, no para morir. Y eso es algo propio y personal.

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