martes, 28 de septiembre de 2010

REZAR EL ROSARIO

La vida espiritual se suele iniciar con el rezo del Santo Rosario. Es la más frecuente con la que se inician los que empezamos a caminar en la vida espiritual, pero ocurre, a la experiencia me remito, que una vez hecho el largo recorrido se suele terminar volviendo a ella. 

Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación.

El Santo Rosario es una profunda meditación de los misterios que envuelven y descubren la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro SEÑOR JESUCRISTO. En ellos descubrimos actitudes que nos sirven de referencia para nuestro actuar y vivir diario. Desde la alegría del anuncio de su encarnación, a su entrega obediente, en la más absoluta pobreza, a una muerte de Cruz.

Cada misterio está encabezado por una recopilación del Evangelio, porque el PADRE Nuestro viene a ser un resumen del Evangelio, donde JESÚS nos enseña y descubre el lugar que ocupa Nuestro PADRE y su Reino y la prioridad máxima de hacer su Voluntad. Añadiendo a ello la necesidad ineludible de perdonar para ser perdonado y de una súplica constante en demanda (oración) por ser librado de toda tentación y de las acechanzas del demonio.

Y luego, como gratitud a tan prodigiosa oración, sólo nos queda esos piropos contenidos en la letanía a la Madre que nos acompaña en todo el recorrido y a la que vamos suplicándole su intercesión y venerando su Hermosura llena de Gracia e Inmaculada.

El Ave María está centrado en el Misterio de la Encarnación, y es la oración más apropiada para centrar ese Misterio. Aunque en el Ave María hablamos directamente con la santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracia a su HIJO por la Infinita Misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión Redentora.

La Santísima Virgen, en su repetidas apariciones, siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado. Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR: "Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza, con la esperanza puesta en su gran amor por toda la humanidad.

Tal vez, por lo repetitivo del rezo, como decía la Santa Teresa, la "loca de la casa", nuestra mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad está puesto a los pies de la Madre de DIOS, y esas Avemarías son como incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre, La Virgen Santísima.

Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en DIOS, pero no hablamos con DIOS. El mundo actual ahora más que nunca está necesitado de mucho rosarios.

sábado, 25 de septiembre de 2010

EL dios DON DINERO


Con total seguridad, en estos momentos hay mucha gente trabajando. Llamo la atención a esto porque hago esta meditación en domingo, día del SEÑOR. Día primero de la semana, y reservado para santificar al SEÑOR.

Y cuando hablo de trabajo me refiero al trabajo buscado para obetener ganancias y beneficios económicos que engrosen más mi caja de caudales y me hagan más rico. Rico en bienes, en poder económico, en cosas que, a fin de cuentas, son caducas y efímeras.

Hoy, pensamos más en la bolsa, en el negocio, en los beneficios que en los pobres que no tienen para comer o las cosas no le van tan bien. Es posible que muchos tengan la culpa de su propia pobreza material, y también, ¿por qué no?, espiritual, pero en ambos casos debemos estar vigilantes y atentos a socorrerlos en la medida que lo necesiten, se dejen y deseen ayuda.

Porque esa es la verdadera "caja de caudales", la celestial, y lo que se guarde ahí no tiene precio ni caduca nunca. Hace ya 8oo años, ante de CRISTO, que el profeta Amós nos advirtió de tal apego y peligro. El hombre no descansa en domingo, y hasta le molesta que sea domingo y no se trabaje, pues él quiere ganar siempre y cuanto más, más. Incluso, no repara en trabajar para ganar, si se hace preciso pasar por encima del amigo, empleado o quien sea.

Y Amós nos descubre como hacemos para enriquecernos explontando al que trabaja sin descanso, por un mísero sueldo, para nosotros; como estamos ansioso por vender, aunque sea domingo, el último ordenador, el último móvil, los últimos modelos de... Todo dirigido a guardar y guardar en el granero para teniendo estar más seguro y seguro más feliz.

Podemos pasarnos de listo, pero el SEÑOR está pendiente de todo y lo ve todo. Y llegará el día en que ÉL levantará del polvo al desvalido y sacará al indigente, al explotado y al esclavo del estiércol para sentarlo entre los grandes y jefes de su pueblo.

El dinero es tesoro falso, construido con barniz brillante y reluciente, pero negro y herrumbiento apenas escarbes un poco. El dinero desata la codicia, la avaricia, el poder, la soberbia, engríe y alimenta el orgullo que ensoberbece y pierde al hombre.

sin embargo, también puede ser causa de salvación. Si sabes gastarlo, compartirlo, emplearlo en ayudar, en curar enfermedades, sufrimientos, necesidades... Entonces, como por arte de magia, tu caja de caudales celestial, como decía san Francisco, se verá abundante, llena de verdaderas monedas que nunca perecerán y que te serán contadas en tu provecho. El verdadero tesoro es el amor que nos lleva a compartir y darnos.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

ENCONTRAR EL VERDADERO TESORO SUPONE LUCHA


Arrastrados por nuestra inclinación placentera y cómoda hemos confundido el bienestar con la calidad de vida. Entendemos que vivir bien es instalarnos cómodamente y desear pasarlo bien, para ello luchar contra todo tipo de exigencias y sacrificios que nos complican la vida y no ponen en aprietos y circunstancias, a veces, preocupantes y molestan.

DIOS no quiere eso, ¡exclamamos y nos decimos!, DIOS quiere nuestro bien y que no suframos, pero, sabemos, que todo proceso de crecimiento y conversión conlleva esfuerzo y sacrificio. No se trata del sacrificio por sacrificio, sino el sacrificio y la mortificación para crecer y perfeccionarnos.

Nuestra oración si no va acompañada de desprendimientos (limosna) y renuncias [sacrificio (ayuno)] es una oración incompleta, porque orar es hablar con DIOS y pedirle fuerzas para cumplir su Voluntad. Y eso significa que nos libre de todo mal y nos ilumine para hacer el bien. Y el bien empieza por renunciar a mí mismo y darme a los demás.

Renuncia y sacrificio hacen que mi oración sea completa y valida. Lo mismo podemos decir de limosnas y ayunos (sacrificios), si damos limosna y ayunamos pero no hacemos oración, algo falla, porque todo converge para, por y con el SEÑOR. Cuando no lo hacemos en ÉL, lo estaremos haciendo por otro u otras cosas, o por mí mismo.

La oración del PADRE Nuestro nos explica todo esto, si la reflexionamos cuando la decimos, y en ella está contenido todo lo que tenemos que hacer. Hacer la Voluntad del PADRE es seguir el mismo camino que JESÚS.

Esta anécdota nos puede ayudar a entender que las cosas están pensadas para nuestro bien, y todo sacrificio tiene la misión de hacernos mejor y acercarnos al verdadero rostro de JESÚS: el Amor:

En inglés tienen una frase que lo dice todo: “easy comes, easy goes”, o sea, fácil viene, fácil se va. Vemos cómo la depresión abate despiadadamente los que lo tienen “todo”, y la melancolía es parte triste de sus vidas, al comprobar lastimosamente que no “todo” lo compra el dinero.

¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué tantos grandes ricos son presa fácil del consultorio del psiquiatra, del psicólogo? ¿Por qué los que heredan fortunas tienden frecuentemente a vivir una vida vacía, de hastío existencial?

Entonces, ¿será necesaria la lucha diaria por la vida para lograr ser felices?

Cuentan de un hombre que encontró un capullo de mariposa. Lo llevó a su casa para observar la mariposa cuando saliera.

Un día notó que tenía un pequeño orificio. Había llegado el momento tan esperado. Ahí permaneció durante varias horas, viendo la mariposa luchar para lograr pasar su cuerpo a través del pequeñísimo huequito.

Pronto pareció que había cesado de forcejear pues no lograba salir. Parecía estar atascada.
Sintiendo lástima, el hombre quiso ayudarla. Con una tijerita cortó a un lado del agujero agrandándolo, y la mariposa salió al fin del encierro.

Pero no era el hermoso ejemplar que el hombre esperaba. Tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.

El hombre confiaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y la hinchazón del cuerpo cedería.

No pasó ni lo uno ni lo otro. La infeliz solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Jamás logró volar.

Lo que el hombre no había entendido era que la restricción de la apertura del capullo y el esfuerzo de la mariposa de salir por el diminuto agujero, eran parte natural del proceso, que forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que alcanzaran el tamaño y fortaleza requeridos para poder volar y ser libre finalmente.

¿Qué fue lo que pasó? Muy sencillo. Al privar la mariposa de la lucha, también le fue privado su normal desarrollo.

Si Dios nos permitiera progresar en todo sin obstáculos, nos convertiríamos en seres inútiles. No podríamos crecer y ser fuertes como podríamos haberlo sido a través del esfuerzo y la constancia, a través de la lucha, a través del trajín de cada día.

¡Cuánta verdad encierra esta pequeña historia!
¡Cuántas veces queremos tomar el camino fácil para salir de las dificultades, tomando en nuestras propias manos esas tijeras y recortando el esfuerzo, para encontrarnos al final con un resultado insatisfactorio y muchas veces desastroso!

Apliquémonos la lección, y agradezcamos a Dios que tengamos que luchar para conseguir con Su ayuda el pan nuestro de cada día.
Bendiciones y paz.

domingo, 19 de septiembre de 2010

¿POR QUÉ EL DOLOR?


No estamos hechos para sufrir, ni queremos sufrir. ¿Hay alguien que quiera sufrir? DIOS , Nuestro PADRE no puede ser un PADRE que nos quiera ver sufrir. Un PADRE al que llamamos PADRE Bueno no puede contentarse ni querer que suframos. Al contrario, eso le debe disgustar.

Pero, la realidad es que sufrimos y, nos preguntamos. ¿Por qué sufrir teniendo a un PADRE que nos promete ser felices eternamente? Mejor, nos decimos, empezar a ser felices ya y no tener que pasar por este calvario de nuestra vida que, aunque nos la prometemos maravillosa, sabemos que llegaran momentos de angustia y sufrimiento.

En nuestro intento, a la luz del Evangelio, y con la asistencia del ESPÍRITU, experimentamos que el dolor es algo innato en nuestra vida. Nacemos con dolor y sufrimientos. Muchas veces angustiados y desesperados por los problemas que puedan presentarse, incluso a pesar de tantos adelantos, pero, decimos, un parto siempre es un parto. Nadie nos quita esos momentos de angustias y desesperos, al menos, sí no físicos, sí psíquicos.

Podemos concluir que, por el pecado, por nuestra rebeldía y soberbia, nuestra vida está sometida al dolor. Y tarde o temprano tendremos que afrontarlo. Eso lo asumimos y todos lo sabemos. Nada de eso se nos ha ocultado, pues en el Salmo 90 (89), 9-10 se nos dice:

Bajo tu cólera declinan nuestros días,
como un suspiro gastamos nuestros años.
Vivimos setenta años,
ochenta con buena salud,
más son casi todos fatiga y vanidad,
pasan prestos y nosotros volamos.


El HIJO de DIOS, JESÚS de Nazaret, despojado, voluntariamente, de toda naturaleza Divina, se hizo HOMBRE, y, como hombre, quiso someterse a las leyes físicas y humanas de los hombres, aceptando el dolor y sufrimiento, de todo tipo, por amor y para nuestra redención. JESÚS, siendo DIOS, renunció, encarnado en una naturaleza humana, de los derechos, por decirlo de alguna manera, de ser DIOS , y rehusó a todo privilegio, sufriendo, por amor, como cualquier hombre.

A nosotros nos toca hacer lo mismo. Aceptar nuestra condición humana pecadora (pecado original) y asumir todo dolor y sufrimiento que la vida nos depare, para glorificados en, con y por ÉL, vencer la muerte. Todos tendremos eso momentos, como ocurrió con María, Nuestra Madre, y, como Ella, mirándonos en Ella encontraremos las fuerzas, por su intercesión, transformar nuestra agua en vino.

En el camino debemos prepararnos, esforzarnos para estar prevenidos y vigilantes y, como de un atleta se tratara, debemos exigirnos sacrificios y disciplina para fortalecernos y vencer en la lucha.

viernes, 17 de septiembre de 2010

UN PADRE DIFERENTE A TODOS


Hace media hora terminaba la Eucaristía en Mozaga, un pueblo de Lanzarote, donde he acudido con mi mujer a celebrar la Eucaristía de hoy domingo. Y digo celebrar porque todos celebramos junto al sacerdote, que preside la celebración. Puntualizo esto por si alguien puede interpretar que soy sacerdote al hablar de celebrar.

Antes, sobre las siete de la madrugada, hora canaria, escuchaba el catecismo de la Iglesia Católica, por Monseñor Munilla, que hablaba sobre, precisamente, la Eucaristía. Eucaristía significa "misión, enviado"; DIOS nos envía en JESUCRISTO. El HIJO es enviado por el PADRE, al igual que nosotros somos enviado por el HIJO.

Somos enviados a los demás, a los que necesitan amor, a los enfermos, a los pecadores, a nuestras propias cruces, a los perdidos, a los... Toda la exigencia de esos sacrificios nos ayudarán, por la Gracia del ESPÍRITU SANTO a purificarnos y a crecer en conversión y amor. La parte conclusiva de la Misa es un envío, una misión, a partir de la cual podemos decir que ya no actuamos en nombre propio, sino que es el ESPÍRITU quien actúa en mí.

La alegría del SEÑOR sea nuestra fuerza, como lo fue para los discípulos de Emaús, y nos llene de entusiasmo, gozo y alegría hasta el punto de salir corriendo a comunicarlo a todo aquel que encontremos en el camino. Es un gozo que no se puede guardar y que necesita ser compartido. Se nos ha dado un tesoro, CRISTO, y en ÉL encontramos la verdadera felicidad buscada. Podemos, pues, ir en paz.

Glorifiquemos con nuestra vida a CRISTO, dando testimonio de Palabra y vida, porque sólo tenemos una vida: humana y espiritual que vivimos en ÉL y actuamos en ÉL, e id en paz.

Y, en el nombre de SEÑOR, echemos las redes, pongamos nuestros talentos (recibidos gratuitos) en sus Manos (ESPÍRITU) y vayamos en paz a proclamar su Palabra.

Salir de la Santa Eucaristía es como decir: "Santo envío, santa misión"; vamos en paz a dar, a proclamar la Palabra con y en nuestras vidas y con nuestro obrar. Vamos a darle cumplimiento hasta el día siguiente o hasta la próxima Misa. El ESPÍRITU SANTO te mueve, actúa en ti y por ti. Es la Gracia de DIOS la que vive y te dirige.

Y la Palabra de hoy nos enseña y revela que DIOS, Nuestro PADRE, es un PADRE de infinita Misericordia y de débil memoria, para entendernos humanamente. Un PADRE que nos perdona a pesar de nuestro rechazo y olvido. Un PADRE que nos perdona después de dejarlo postergado y adorar a dioses caduco y finitos.

Un PADRE que sólo recuerda la fidelidad de sus hijos anteriores y, en fidelidad a ellos, olvida y perdona a los presentes. Un PADRE que nos demuestra hasta donde nos quiere, que se olvida de todos por uno. Deja aparcado los noventa y nueve y se va en busca del perdido y enfermo. Un PADRE que nos enseña que todos valemos por uno, y uno por todos. Nos revela lo que significamos para ÉL cada uno de nosotros.

Y con un PADRE así nuestro actuar debe ser todo para ÉL, porque en ÉL encontramos todo aquello que necesitamos para nuestro vivir humano y espiritual. La vida espiritual no se puede separar de la humana, porque, la espiritual, es la vida diaria vivida desde y en el ESPÍRITU de CRISTO.

La espiritualidad cristiana no es alienante, no intenta sacarte de la realidad de la vida, sino todo lo contrario, trata de liberarte y que seas tú mismo y encuentres tu verdadero camino, Camino de vida y de verdad que te lleva al gozo feliz y eterno.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¡QUIÉN COSECHA RECOGE!


En la medida que crecemos, crecen también nuestros ideales, y después de los juegos y los cuentos vienen otras etapas donde nuestras aspiraciones son mayores: los estudios, profesión, primeros amores, formar una familia, la casa, el coche y, quizás lo último los hijos.

Hacemos una jerarquía de valores y nuestro corazón se llena de cosas, de prioridades caducas que según van llenándolo las vamos arrinconando y desechando. Pero, ¡eso es lo más importante!, y todo queda supeditado al logro de esas cosas. Lo demás, la vida, el principal fin de nuestro proyecto de amor tiene que esperar, porque primero es conseguir las cosas donde creemos está la felicidad.

Y así nos implicamos en trabajar y en alejarnos el uno del otro. Apenas nos vemos y sólo dormimos juntos de vez en cuando. Después de un largo tiempo, si estamos todavía junto, igual pensamos en los hijos, pero ya se hace un poco tarde. Nuestro egoísmo, aparentemente fuente de felicidad, nos enseña los dientes y empezamos a pensar que quizás nos hayamos equivocado.

Para entonces, nuestro estilo de vida y lo que transmitimos es trabajo y egoísmo. Sólo hemos pensado en tener y, si algún hijo ha venido cuando, a nuestro juicio, hemos creído satisfacer todo lo demás, el testimonio recibido es más de lo mismo. Luego, llegado el tiempo de la cosecha nos daremos cuenta que no podremos recoger frutos buenos cuando lo que hemos cosechado son frutos malos.

Al final, terminaremos en un asilo y todo lo conseguido pasará a otros. Todo lo construido ha sido sobre arena y tierra movediza, y llegada la tormenta de la vejez, todo ha quedado destruido. Los frutos cosechados son los que hemos cultivado, y el dolor y sufrimiento nos predispone, si nos damos cuenta, a purificarnos de tanta basura.


jueves, 9 de septiembre de 2010

CADA CUAL HACE LO QUE ENTIENDE O QUIERE ENTENDER.


Ya no es sólo un pensamiento sino que se expresa libremente, y empieza a ser tomado como algo corriente que llega a ser considerado normal. Me refiero a que "todo vale" y ya no hay verdades absolutas e inamovibles sino que todo está sujeto a la interpretación del momento. Retrocedemos en el tiempo y volvemos a considerar cosas impuras en puras y cada cual va eligiendo lo que le parece y le interesa a su egoísmo persona (ver aquí).

Todo vale con tal que se consigan nuevos adeptos y se pueda obtener mayores beneficios para, en principio se declara, servir y ayudar a los que no tienen, pero luego todos sabemos que la realidad es otra. La verdad se pone al servicio de lo útil y rentable y, para eso, se hace más light para que no moleste tanto y pueda adaptarse a los gustos y placeres de los futuros adeptos.

Ahora se trata de tomar cada uno lo que le parece y, no sólo eso, sino que la tradición y costumbres no son tenidas en cuenta. Todo lo pasado está en el error, o se puede cambiar de forma radical porque nosotros lo interpretamos de otra manera. Donde JESÚS dice, yo pongo que quiso decir... y hay demagogia para dar y tomar. Todo es susceptible de interpretar y de aplicar de la manera que más convenga.

Pero yo pregunto: ¿A quién creer? Porque si no tenemos una referencia Absoluta y en ella nos miramos y seguimos, ¿dónde podemos ir a parar? El hombre es un ser limitado, egoísta, inclinado a sus propias pasiones, vencido por su propia naturaleza humana, pecadora y condenado a la muerte. Sólo DIOS lo puede y quiere salvarlo, y, haciéndose Hombre, se encarnó en su HIJO JESUCRISTO para enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida.

Y le dió los poderes de continuar su labor al Colegio Apostólico (La Iglesia) y sólo en, por y con élla, podemos encontrar el camino de salvación. Quizás, me pregunto, tendrá que pasar estas cosas para que los que realmente busquen la verdad se unan y terminemos por ser, a lo que estamos llamados, una sola Iglesia.

martes, 7 de septiembre de 2010


HIMNO
(del miércoles de la semana segunda)

Estáte, SEÑOR, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y, cuando decidas irte,
llévame, SEÑOR, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si TÚ sin mí te vas.

Llévame en tu compañia,
donde TÚ vayas, JESÚS,
porque bien sé que eres TÚ
la vida del alma mía;
si tu vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si TÚ sin mé te vas.

Por eso, más que a la muerte,
temo, SEÑOR, tu partida
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que TÚ das
sé que alcanzarla no puedo
cuando yo sin ti me quedo,
cuando TÚ sin me te vas. Amén

sábado, 4 de septiembre de 2010

SERVIR A CRISTO, SERVIDOR EN EL ÚLTIMO LUGAR


(CRISTO:) Ved mi servicio y entrega a los hombres, y examinad cómo debe ser el vuestro. Fijaos en esta humildad para el bien del hombre, y aprended a abajaros para hacerle bien, a haceros pequeños para ganar a los otros, aprended a no temer descender, a perder vuestros derechos cuando se trata de hacer el bien, a no creer que, por el hecho de abajaros, os es imposible hacer el bien. Al contrario, abajándoos, me imitáis; abjándoos, empleáis, por amor a los hombres, el medio que he usado YO miso; abajándoos, camináis por mi camino, por consiguiente, en la verdad;

Y entonces se está en el mejor lugar para obetener la vida y para darla a los demás. Por mi encarnación, me pongo en la misma condición de las criaturas; por mi bautismo, en el rango de los pecadores: anonadamiento, humildad. Abajaos siempre, humillaos siempre.

Que los que son primeros se consideren siempre, por humildad y disposición de espíritu, en el último lugar, con sentimiento de abajamiento y de servicio. Si os encontráis en el primer lugar, sentíos en el último lugar por la humildad; ocupadlo con espíritu de servicio, diciéndoos a vosotros mismos que sólo lo ocupáis para servir a los otros y llevarlos a la salvación.

Beato Carlos de FoucauldVerdadera y profunda reflexión que nos señala claramente el camino a seguir. Sin lugar a duda que, seguirlo encierra dificultades, luchas y mortificaciones contra nuestra propia naturaleza que nos incomoda y nos ofrece ir a corriente de nuestros propios sentimientos carnales y apegos. En este sentido, el cristiano tiene que enfrentarse a una lucha sin cuartel donde la oración y entrenamiento penitencial es su más fuerte aliado, porque si nos dejamos ir seremos fácilmente vencidos, más unidos, por la Gracia, al ESPÍRITU, seremos mayoría aplastante. CRISTO y yo mayoría aplastante.