miércoles, 1 de diciembre de 2010

PREOCUPADOS POR LO QUE VIENE


 La preocupación nace del tomar conciencia de lo que va a venir. También la alegría es producto del buen futuro que se nos descubre. Así que, dependiendo de nuestro futuro será nuestro presente.

Nuestro SEÑOR JESÚS nos previene y dispone a estar preparado para lo que se avecina. Nos llama la atención a observar la naturaleza y sus cambios para darnos cuenta cuando acaba una estación y llega la otra. El florecer de los frutos nos indica la llegada del verano y la caída de las hojas el otoño seguido del crudo invierno. Para entonces estaremos resguardados y provistos del calor para defendernos del frío.

De la misma forma, JESÚS nos advierte del final de los tiempos y nos llama a estar preparados y agarrados a ÉL. No hay nada que temer, pues ÉL es SEÑOR del tiempo, de la muerte y de la vida. Todo está en ÉL y junto a ÉL no hay nada que temer, por lo tanto, sólo hay una cosa vivir con, en y por ÉL todos los momentos de nuestra vida.

Estamos llamados a la eternidad y este nuestro vivir temporal es sólo un camino para emprender el definitivo eternamente. Por lo tanto, nunca hay un adiós definitivo, sino un hasta luego, porque volveremos a encontrarnos. Ese sabernos hijos del PADRE y llamados a la eternidad nos motiva para vivir en su presencia.

Enseñanos, DIOS mío, a percibir
tus huellas en las cosas de este mundo.
A observar que todo movimiento es
motivo de tu aliento, y toda vida ha
sido creada por TI.

Pero, mejor SEÑOR, haznos tomar
conciencia de que a tu lado nada
tenemos que temer, porque
 estando en TI mis frutos
serán como TÚ los quieres. Amén.