lunes, 31 de enero de 2011

ESPÍRITU INMUNDO, SAL DE ESTE HOMBRE (Mc 5, 1- 20)


Buscamos solucionar los problemas donde no están, porque es en el hombre donde se encuentra el mal de este mundo. Nos puede parecer ridículo que una piara de cerdos, unos dos mil, se pierdan precipitados al mar por salvar y librar a un endemoniado del espíritu inmundo que lo atormenta. Pero detrás de ese ridículo se esconde los intereses materiales y nuestra jerarquía de valores.

Una vez más se antepone el materialismos egoísta a la vida humana. Hoy estamos precipitando a la muerte, no a dos mil cerdos, sino a millones de niños inocentes ante los intereses materialistas de muchos lobbies y de muchas madres y padres que prefieren y anteponen sus comodidades, sus intereses profesionales, sus ocupaciones y ocio a la vida de sus propios hijos. Esa es la cruda realidad que, como podemos observar, viene desde hace mucho tiempo, desde que el hombre es hombre libre y tiene capacidad para elegir el bien o el mal.

Nos desesperamos ante la perdida de nuestros bienes materiales, ante la quiebra del negocio, ante el fracaso de aquel proyecto, ante cualquier cosa nuestra que hayamos perdido, pero no nos importa nada, o muy poco, lo que está pasando ahora en Egipto, por ejemplo, o que muchos niños estén, cada día, siendo condenados a morir por sus propios padres. En nuestro corazón está primero "el yo" que "el tú", y eso lo defendemos hasta incluso llegar a matar al "tú".

JESÚS no nos enseña eso, al contrario, defiende siempre al hombre por encima de todo, incluso de las leyes y los poderosos que los oprimen. Es el hombre, la vida, lo primero que hay que salvar porque todo lo demás no tiene mayor importancia si se pierde lo único que se tiene, la vida y la salvación eterna.

Dame luz, SEÑOR, para darme
cuenta de lo verdaderamente
importante en mi vida.

De nada me vale ganar tesoros
y acumular riquezas en este
mundo, si pierdo lo 
verdaderamente importante:
la vida eterna en tu
presencia. Amén

domingo, 30 de enero de 2011

TODOS BUSCAMOS LA FELICIDAD (Mt 5, 1-12)

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, ...

Es evidente que todos buscamos ser felices, pero también es obvio que todos no la buscamos en el mismo lugar o de la misma forma. Y eso porque cada uno tiene un valor diferente de lo que representa la felicidad para él.

Para unos la felicidad la buscan en tener una familia bien fundamentada, otros en tener una salud de hierro y trabajo, otros en tener muchos amigos y tiempo de ocio para disfrutar y compartir sus aficiones y apetencias; otros la buscaran en el dinero, el poder, la riqueza, tener y comprar todo tipo de capricho que desee y, finalmente, otros pensarán y la buscarán en el prestigio y en subir lo más alto que puedan la valoración social. Cada uno se moverá en esa dirección movido por un mismo objetivo. "Ser feliz".

Sin embargo, JESÚS no nos habla en esa dirección y nos deja sorprendidos y confusos. Para ÉL el camino de la felicidad va por otro lado. Es más, diría que va en sentido contrario. Contra el tener, poseer, seguridad, riqueza, tiempo, ocio, prestigio, poder y alto nivel social, JESÚS propone compartir, despojarse de toda posesión, riesgo de dejar tu vida en Manos del ESPÍRITU SANTO, pobreza, disponibilidad de tu tiempo, entrega, olvido de ti mismo, humildad, servicio y pasar inadvertido. Todo un contrasentido para los que buscamos en este mundo nuestra propia felicidad.
Y, el colmo de los colmo, llama a todos estos que se atreven a recorrer este camino "Bienaventurados", porque son ellos los que encontrarán la verdadera y única felicidad que se prolongará eternamente. 

Y es que la felicidad no consiste en tener y poseer, sino en compartir y darse. Y eso no es algo superficial y dicho a la ligera, ni una frase para quedar bien, sino la experiencia de aquellos que olvidándose de sí mismo y dándose a los demás han experimentado que el dar es infinitamente más rico y gozoso que el tener y guardar egoístamente.

Y es tan lógico y tan sencillo descubrirlo como tan cierto y real que es, porque aquí no se queda nada. Todo se pierde. Sólo lo tendrás por un instante, una vida corta y efímera, que se perderá y sólo quedará lo que hayas amado. Esa será toda tu riqueza, así que cuanto antes empiezas a amar más riqueza y rico serás.

Y eso tan real que descubrimos en nuestro interior es lo que JESÚS nos invita y propone en el sermón de la montaña. Sabe que no es fácil, que necesitamos su Gracia para poder hacerlo, pero se nos ofrece para acompañarnos y darnos lo necesario para lograrlo. ÉL y tú serán mayoría aplastante. Así que no busque en el mundo lo que sólo está en ÉL.

Abreme mi mente, SEÑOR, y
dame la luz que necesito
para ver donde está el
Ideal de mi vida.

Ese Ideal que me llene
plenamente, que satisfaga
todos mis anhelos y deseo
y que me lleve a tu
presencia, porque
en TI es donde puedo
encontrar la felicidad eterna
que busco. Amén.

sábado, 29 de enero de 2011

EN LA TEMPESTAD DE NUESTRA VIDA (Mc 4, 35-41)


Es obvio que los apóstoles tuviesen miedo, ellos no conocian a JESÚS y no entendian nada. A pesar de que JESÚS les da pruebas que despierten sus mentes, ellos no reaccionan y no se sienten seguros. No tenían todavía al ESPÍRITU SANTO, y JESÚS tiene que llenarse de paciencia para instruirles y enseñarles la Buena Noticia del PADRE que, luego ellos, nos enseñarán a nosotros.

Porque los apóstoles creyeron y fueron consecuentes con su fe, nosotros hoy si hemos recibido el ESPÍRITU SANTO y tenemos más posibilidades y ventaja que ellos para creer y para no tener miedo. Porque en la presencia del SEÑOR nada debemos temer a pesar de recorrer un camino de cañadas y quebradas porque el SEÑOR va con nosotros. Su vara y su callado nos protege, nos cuida, nos asiste y nos salva.

El miedo es el testimonio de que nuestra fe es muy débil, de que nuestro sí está indeciso y de que realmente estamos más entregados a las cosas de este mundo que al SEÑOR. Nuestro corazón está contagiado y ocupado de cosas, de apegos, de apetencias, de ambiciones materiales, de egoísmos, de soberbia, de vanidad, de orgullo, de riquezas, de poder, de comodidad, de pereza, de suficiencia, de... tantas cosas que ya no queda espacio ni hueco para nada más. ¡Sí!, hay un poquito para DIOS, pero ese poquito no es suficiente como para darle un sí rotundo y decidido.
 
Así las cosas, nuestras fe se debilita y cada día se siente más lejana, más indiferente, más acomodada. Necesitamos ejercicio, acercamiento, oración, penitencia y Eucaristía, para, en la presencia del ESPÍRITU SANTO, dejarnos modelar y guiar como los apóstoles y responder como María y tantos martíres que, en el ESPÍRITU, supieron decir sí.

No dejes, mi SEÑOR, que me 
quede impavido, quieto,
parado, y deje de 
seguirte.

Porque yo quiero seguirte,
responderte y ser tu
apóstol, junto a tu
Madre María, y a 
todos aquellos
que te han
seguido. Amén

viernes, 28 de enero de 2011

NUESTRO CORAZÓN ESTÁ SEMBRADO (Mc 4, 26-34)


El mundo está sostenido aunque nosotros no nos apercibamos de ello. Alguien, que lo ha creado, lo sostiene y, sin darnos cuenta, se mueve y se producen cambios en él. Sin saber cómo, estos cambios se producen queramos o no, estemos despiertos o dormidos, nos demos cuenta o no. Su marcha es imparable y todo sucede tal cual está previsto.

De la misma forma, Alguien ha sembrado un alma en nosotros. Un alma que aspira a ser feliz eternamente y que lucha por conseguirlo. Se sabe limitada y caduca, pero siente deseos en lo más profundo de su ser esperanza de alcanzar la eternidad. Y no sabe por qué, ni quien le infundió ese sed inagotable de ansias de felicidad eterna, pero la realidad es que la siente.

Y su razón le asiste y le dice que ese Ser existe, que está entre nosotros porque lo siente en sus entrañas. Se siente criatura y ello suscita interrogantes en su corazón. Necesita buscar porque del éxito de esa búsqueda depende su fracaso o frustración. Si no encuentra nada se sentirá perdido, sin rumbo y su vida perderá sentido. De encontrar respuesta a sus deseos y anhelos se sentirá esperanzado, gozoso y feliz. Todo depende de conocer su origen, su por qué, de dónde viene y a dónde va.

La semilla plantada comienza pequeña, como un grano de mostaza, que cuando se siembra en la tierra es la más pequeña, pero cuando crece se hace muy grande. Igual nos sucede a nosotros. Cuando la Palabra de DIOS hecha raíz en nuestro corazón, nuestra fe, por la Gracia de DIOS, crece de forma que nadie puede parar esos frutos que dará. Pero será imposible conocer esos interrogantes si no le son revelados.

Y para eso, DIOS, se nos ha revelado en su HIJO JESUCRISTO, para que en ÉL podamos reconocerlo y descubrirlo, y tomar conciencia que ÉL nos ha creado por amor, y por amor nos quiere salvar para que vivamos a su lado eternamente. Y de ello da testimonio la Tradición y las Sagradas Escrituras que nos hablan, por medio del ESPÍRITU SANTO, de la historia de salvación que alcanza su plenitud en la Muerte y Resurrección de nuestro SEÑOR JESUCRISTO. Nadie puede dar testimonio de la verdad con el fundamento de su vida.

Haz, SEÑOR, que mis ojos
sepan distinguir la verdad
de la mentira. Que no me
deje embaucar por falsos
 profetas sin fundamento
ni sentido.

Sólo TÚ tienes Palabra de
Vida Eterna porque lo has
hecho con tu Muerte y 
Resurrección. Amén.

jueves, 27 de enero de 2011

SI NUESTRO CORAZÓN DESPARRAMA... (Mc 4, 21-25)



Un amor que no estalle y contagie todo lo que le rodea es una amor contradictorio, porque amar es dar y darse, y lo contrario, guardarse, es egoísmo. Nuestro corazón, cuando la fe toca sus raíz, debe ser como un vaso de agua que desparrama porque reboza. En caso contrario es un amor inmaduro, que mira más para dentro que para fuera.

La luz está creada para iluminar, y  eso pasa por situarse en el mejor punto desde donde lo pueda hacer. Colocarla en otro lugar sería guardarse luz o desperdiciarla inútilmente. Muy claro nos lo dice nuestro SEÑOR JESUCRISTO: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga»

Y, nuestra la luz, la que nos ha sido dada gratuitamente, está en nosotros para irradiar e iluminar nuestro mundo particular de la misma forma, libremente y gratuitamente. Y eso pasa por estar atento a la escucha y a la acción del ESPÍRITU que actúa en nosotros. No somos nosotros los evangelizadores, es CRISTO que actúa en nosotros a través del ESPÍRITU SANTO. 

Por eso, todo nuestro acontecer en la familia, en el trabajo, en la diversión, con los amigos, en el deporte, en el tiempo de ocio, con los amigos, con los no amigos, en los problemas, en la crisis, con la cruz de la hipoteca, en la enfermedad, con los hijos que no entendemos, con las injusticias, con las guerras, con el aborto, con muchas cosas más... Todos eso lo podemos vivir desde la luz de la fe y en la presencia de DIOS. Seguro, pero muy seguro que será de otra forma y tu luz irradiará paz y amor.

SEÑOR, haz que sea instrumento
de tu Paz, de tu amor, y que
mi luz, regalo de tu Amor,
sea luz, en el ESPÍRITU SANTO,
para todos 
aquellos que me
rodean. Amén

miércoles, 26 de enero de 2011

ESTADIOS, PANTALLAS Y MODERNOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (Mc 4, 1-20)


Hoy, nuestro PADRE DIOS sigue sembrando, sigue hablándonos cada día a través de su Palabra, conservada en sus apóstoles reunidos en su Iglesia, bajo la dirección del sucesor directo de Pedro. Bien, es verdad, que ha cambiado el escenario. Hoy no hay mar, barca y playas, al menos no se suele hablar desde ahí, han sido sustituidas por estadios, pantallas y medios de comunicación, pero la lección es la misma, la siembra es igual y los frutos esperados dependerá de la clase de tierra donde caiga la semilla.

Y la tierra, nuestra tierra, necesita ser removida, preparada, abonada y cultivada con el estiércol de nuestra propia basura, con el sacrificio de nuestro propio esfuerzo, con el abono de nuestra disponibilidad y cantidad de amor, con el riego de nuestra tenacidad, constancia y perseverancia, con la entrega dispuesta de la libertad que se nos ha dado. Sólo así la semilla dará frutos.

Porque, el fruto de santidad esperado, es obra del ESPÍRITU SANTO que nos acompaña en los preparativos, en la removida de nuestra propia tierra, en la labor del abono y cultivo, y en la purificación del estiércol que invade nuestro espíritu. Y nos fortalece para disponernos, para perseverar y darnos totalmente. Todo es Gracia del PADRE, pero necesita nuestra libertad para que la siembre sea productiva y halla conversión.

SEÑOR, que el estiércol y basura 
de mi vida sirvan para que
tu siembra sea productiva.

Haz que mi corazón retoñe
como primavera florida
y de los frutos que 
TÚ esperas recoger. Amén.

martes, 25 de enero de 2011

CONVERSIÓN ES CAMBIAR DE RUMBO (Mc 16, 15-18)


La fe es un encuentro con CRISTO, un encuentro que nos sacude desde la cabeza a los pies y nos transforma. Lleva su tiempo, porque el SEÑOR no parece gustar hacer las cosas repentinamente, aunque como SEÑOR de todo lo puede hacer, pero su forma de proceder parece ser así, al menos es lo que la tradición y la experiencia nos dicen en la vida de muchos santos y apóstoles, entre ellos, el gran San Pablo, que de perseguidor pasó a ser el más ferviente de sus discípulos y defensor de su causa.

Pero, primero pasó unos años preparándose y reafirmando su verdadera conversión ante sus hermanos los apóstoles. Convertirse es consecuencia de una experiencia vital con Aquel que nos llama, que nos espera, a pesar de nuestros rechazos e indiferencias. Es experimentar que lo que buscamos: "ser felices eternamente", está en ÉL y no en otro lugar o cosas. Y, claro está, que cuando uno experimenta vitalmente eso, que es el mayor tesoro que busca, y lo encuentra, corre velozmente a vender todo lo que tiene para comprar ese hermoso y eterno tesoro.

Vender todo lo que tengo es olvidarme de mí, es sentirme lleno de la Gracia del ESPÍRITU SANTO y ponerme a su disposición. Todo, como decía Pablo, lo estimo basura y de segundo orden, para dar al SEÑOR el primer puesto en mi corazón. El resto se irá realizando, según la Gracia del ESPÍRITU, en el camino a recorrer según el tiempo de nuestra vida.

Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación es la propuesta que JESÚS nos encomienda, porque experimentado su encuentro no hay mayor gozo que proclamar y transmitir ese tesoro eterno que se ofrece a todos. La Gracia es tan plena que nos invade a rebozar y contagia. No se puede contener y guardar sino que se transparenta y se transmite con la alegría y el gozo de haber encontrado lo  que buscamos.

Prueba de que el encuentro se ha dado es el nuevo rumbo que nuestro camino toma, porque experimentar a CRISTO sólo te deja una opción: "Seguirle". ÉL es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida y cuando encuentras tu verdadero Camino, nunca querrás perderlo porque en ÉL está la salvación que buscas.

Como Pablo, SEÑOR, que hoy
conmemoramos su conversión, haz
que nunca me separe de TI, y que
como él sea fiel testigo y transmisor
de tu Mensaje.

Llename con tu Gracia recibida de tu
Santo ESPÍRITU, y dame la fortaleza, 
sabiduría y paz de poder con mi
palabra y vida ser testimonio
de tu Mensaje. Amén.

lunes, 24 de enero de 2011

TODOS NUESTROS PECADOS SERÁN PERDONADOS (Mc 3, 22-30)


Es una gran alegría tomar conciencia de la promesa de JESÚS: "Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean". Estamos, pues, perdonados y, por consiguiente, salvados, y eso es una gran noticia que debemos conservar siempre fresca. Sobre todo en los momentos bajos, de desilusiones, de sentimientos de huidas, de dejarlo todo y volver a las andanzas, al descontrol y los apetitos.

Estar salvado significa que alcanzaremos la Casa del PADRE , y eso es el mejor regalo que se nos puede dar. Mirando esa promesa tendremos fuerza cuando nuestra pobreza y limitaciones no den lo que esperamos dar, cuando nuestros fallos nos derrumben y nos aconsejen la retirada.

No quiero fijarme en otra cosa hoy, porque esta promesa me da mucha esperanza y fortaleza. Sentirme salvado es sentirme victorioso y triunfador y eso es lo más grande que nos puede ocurrir. Simplemente tengo que quererlo, que desearlo y poner toda mi pobreza y miserias en Manos del ESPÍRITU SANTO, para que guiado por ÉL llegue al puerto del gozo eterno.

Claro está que, aquello que no se desea no se puede conseguir, pues eres libre y si tú no quieres entrar en el Reino de los Cielos, no entras. Nada se puede hacer con aquel que rechaza la dirección, el acompañamiento y la asistencia del ESPÍRITU SANTO, porque somos pecadores, débiles, limitados y, por nosotros solos, no podremos conseguir el mérito de la salvación. Necesitamos la fuerza y la acción del ESPÍRITU para llegar a la Casa del PADRE.

Esa obstinación por nuestra parte es lo único que nos puede apartar de ser felices, porque es obvio entender que todos queremos ser felices, ¡no?. Pues lo único que nos aparta de conseguirlo es el pecado contra el ESPÍRITU SANTO. Es decir, el rechazarlo, el no reconocernos pecadores y limitados. Por eso necesitamos ser humildes y reconocernos como tal.

Y eso es lo que está ocurriendo en el mundo que nos rodea. El hombre se ha erigido en dueño y señor de sí mismo, y pretende caminar sólo rechazando la asistencia de DIOS en el ESPÍRITU SANTO. Ese es el pecado que nos pierde.

SEÑOR, que no me aparte nunca
de TI, y que como María,
tu Madre, sepa dejarme
modelar por tu ESPÍRITU
según tu Voluntad. Amén.

domingo, 23 de enero de 2011

RECORRIENDO GALILEA (Mt 4, 12-23).


Al acontecer la muerte de Juan, JESÚS se retira a Galilea. Es tiempor de discernir y de guardar cierta prudencia. Sus enemigos están decididos a matarlo como acaban de hacer con Juan, por lo tanto, es prudente una huida como la de Egipto. Huida que no es cobardía sino tiempo de espera, de aguardar la hora y el momento.

Mientras, alejado del inminente peligro, recorre Galilea proclamando la Verdad del Reino para el que ha sido enviado. Verdad que no le detendrá ante nada y que por encima de todo proclamará según la Voluntad de su PADRE. Y prepara su Iglesia elegiendo a Pedro y Andrés, a Santiago y Juan, a los que les invita a seguirle y les promete hacerlo pescadores de hombres.

Es tiempo de proclamar y curar toda dolencia y enfermedad, y de discernir en la oración que camino debemos tomar enfrentandonos a nuestros propios miedos y huidas, porque sólo en la oración silenciosa y serena de nuestro corazón encontramos la verdad de nuestros actos y si obedecen a cobardía, huida o falta de fortaleza. Sólo en la oración encontramos la paciencia y la paz de nuestros males y desesperos, para aceptarlos y superarlos en la esperanza de alcanzar el gozo eterno.

Es hora de tomar decisiones y recorrerla, porque dicidir se conjuga con actuar ya que si no es así el tiempo queda incompleto. Seguir es proclamar y vivir la Verdad proclamada haciéndola vida en mi vida, sin miedos ni huidas, con prudencia y valentía, y confiados en el ESPÍRITU que nos guía, nos alumbra y nos fortalece para el empeño. Sólo, y es mucho, depende del sí decidido y con paso firme como hicieron Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan, y otros muchos a los que eligió.

Dame, SEÑOR, la paciencia, la
serenidad y paz que necesito
para no desesperar, para no
huir ni temer. Sólo confiar
en TÍ sabiendo que con
tu Gracia todo es posible. Amén.

sábado, 22 de enero de 2011

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA (Mc 3, 20-21)


Es cosa bien sabida que se nos valora y estima más fuera de casa que en nuestra propia casa. Esa experiencia, que todos hemos experimentado muchas veces en nuestra vida, el refranero tradicional la resume de la siguiente manera: "Nadie es profeta en su tierra". Y es que a quien está a nuestro alcance y conocemos le damos muy poco valor. Sólo nos apercibimos de ello cuando nos falta o no es de lo nuestros.

JESÚS, uno más entre ellos, es cuestionado por sus orígenes, y sabida su procedencia de Nazaret, hijo del carpintero José y la sencilla y humilde María, sus palabras tienen poco crédito y valor. En su misma tierra no se le escucha y se le tiene por loco o fuera de sí. Su celo apostólico lo encasilla como un obsesionado y un maniático.

Ahora, podríamos preguntarnos, ¿hacemos nosotros lo mismo? Porque ocurre que nosotros actuamos de la misma forma, desoímos la voz del Papa, de la Iglesia y de aquellas personas que nos interpelan o nos interrogan con su palabra y conducta al igual que muchos otros lo hicieron con JESÚS. Muchos de nosotros hemos vivido en nuestra propia carne indiferencia, insultos, marginación y hasta se nos ha tachado de fanático, de que nos han lavado el coco o de loco.

No se nos tiene en cuenta y se nos toma a risa nuestras propuestas, nuestras manifestaciones litúrgicas, oraciones y nuestros actos molestan porque descubren la verdad y remueven las conciencias. Es entonces cuando somos reos de persecuciones y de muerte. A JESÚS lo siguieron hasta matarlo, y a nosotros nos puede pasar lo mismo, de hecho está pasando en muchos países.

Que nunca, SEÑOR, sea indiferente 
a tu Palabra, y que siempre esté
dispuesto a defenderla con mi
palabra y vida antes que,
por miedo, callar y
esconderme. Amén.

viernes, 21 de enero de 2011

COLEGIO APOSTÓLICO (Mc 3, 13-19)


Doce fueron los elegidos, y nos preguntamos cómo fue esa elección y a que tipo de actitudes o cualidades correspondieron. Así y todo, uno de ellos rechazó tal elección porque entendió que su proyecto era mejor y no tuvo la paciencia y humildad de fiarse de JESÚS.

Nunca sabemos el por qué esas personas y a que tipo de perfil fue sometida la elección de nuestro SEÑOR JESÚS. Porque el SEÑOR hace lo que quiere y como quiere y siempre está en la Verdad, pues es el SEÑOR, creador y dueño de todo lo visible e invisible. 

Fueron elegidos para continuar su Misión aquí en la tierra y asistido con la promesa del ESPÍRITU SANTO que les acompaña revelándoles en cada momento la verdad y todo aquello que se ha quedado oculto a su entendimiento. Es la Iglesia que las primeras comunidades nos transmiten hasta nuestros días. De tal forma que, Benedicto XVI es fiel sucesor directo de aquel Colegio Apostólico presidido por Pedro, el primer Papa de la Iglesia.

Y hoy, JESÚS, también te elige a ti, porque como hermano suyo e hijo del PADRE del Cielo que lo envió, viene para llamarnos a la herencia que el PADRE nos tiene preparado. Y esa herencia tiene una condición: "Amar, amar y amar hasta el olvido de mí mismo". Ahí está tipificada y contenida, por expresarlo de alguna forma, nuestra llamada y vocación.

En la elección del Colegio Apostólico, todos hemos quedados llamados, unidos en la Iglesia, a caminar juntos amándonos los unos a otros al estilo y como nos amó JESÚS. Esa es nuestra misión, que cada uno tiene que descubrir en su propio ambiente, en el entorno que ha sido ubicado y compone su propio mundo.

Pidamos, todos juntos, la Gracia de
descubrir nuestra propia misión
dentro del lugar donde el PADRE 
nos ha querido situar, fieles al
estilo que JESÚS nos enseñó. Amén.

jueves, 20 de enero de 2011

REALMENTE, ¿QUÉ BUSCAS Y A QUIEN BUSCAS? (Mc 3, 7-12)


No cabe ninguna duda que todos buscamos la felicidad. Felicidad que se concreta en tener un buen trabajo, pero siempre si es mejor que el actual, mejor; tener una buena casa, y si puede ser mejor, mejor que mejor; tener salud, dinero, amor, pero un amor más de eros que de ágape; tener prestigio, poder y... todo aquello que nos procure bienestar, gozo y felicidad.

Y, quizás, en aquellos tiempos, como ahora, buscamos todo eso en donde creemos que lo podemos conseguir. Para muchos, contemporáneos de JESÚS, fue el propio JESÚS, y para otros muchos, en cada momento de su época, también es JESÚS. Posiblemente, ahora, buscamos resolver esos deseos en JESÚS y si no lo logramos o no vemos resultados, nos desilusionamos y nos retiramos a probar por otros lugares y en otras cosas.

Nos olvidamos de JESÚS y rechazamos lo que ÉL nos propone como fuente de felicidad y gozo. No aceptamos esa agua que ÉL nos brinda y que promete saciar nuestra sed hasta la vida eterna. Realmente es lo que queremos, pero si no lo vemos, nos decimos, no lo creemos. Y demandamos resultados más inmediatos, rápidos, gozos que nos satisfagan ahora, en este momento, y sin mucho esfuerzo, sin sacrificios, lo más cómodo y fácil que se pueda. Es la época de lo light, lo ligero, lo suave, lo que no exige ningún compromiso ni lucha.

 Así las cosas, muchos buscaran en el juego su felicidad, otros en el dinero, otros en el sexo, mal llamado amor, otros en el prestigio, poder, fama...etc. Todos buscamos más y con ello conseguir y alcanzar la felicidad. Pero esa felicidad siempre estará en movimiento. Nunca estará al alcance de ser conseguida plenamente, se evapora, se deshace y se esfuma. Termina y caduca. Siempre nos deja con sed, insatisfecho, vacíos.

Queremos encontrar una felicidad eterna pero buscamos donde no está, porque todo lo que hay en este mundo en el que vivimos es caduco y tiene su fin. Sólo JESÚS nos lo puede dar, pero no le escuchamos, no es ese amor que nos propone la clase de amor que nosotros pensamos y ese, dar sin pedir nada a cambio, no entra en nuestras cabezas.

Aquí todo tiene un precio y todo se paga o se compra. Y para eso hay que luchar contra el otro, explotarlo, engañarlo, someterlo, esquilmarlo e incluso matarlo si hace falta. Yo y mis intereses egoístas están primero. Quiero la manzana y comérmela a mi manera, no como me lo digas tú Jesús. Y desde ese momento, la felicidad es cosa del hombre que quiere lograr por sí mismo.

Todos lo buscan, pero sólo aquellos que entienden que es el HIJO de DIOS y que su Reino no es de este mundo, creen en ÉL y tienen paciencia, abiertos, por su Bautismo, a la acción del ESPÍRITU SANTO, pueden encontrar lo que realmente buscan: la salvación de su cuerpo y alma, no sólo para un rato en este mundo, sino para SIEMPRE en la Vida Eterna junto a nuestro PADRE del Cielo.

Haz, SEÑOR, que no cese de buscarte,
que no pare de seguirte, y dame la
paciencia de perseverar.

Haz, SEÑOR, que, como un niño, me
 fíe de TI, que no me canse de 
esperarte, de creerte, de, 
a pesar de no entenderte, 
seguir a tu sombra como
el hijo que, sin su PADRE
no sabe a quien acudir. Amén.

miércoles, 19 de enero de 2011

¿ES EL HOMBRE LO PRIMERO? (Mc 3, 1-6)


Se nos hace difícil aceptar la autoridad y el poder de otro. Nos cuesta, por nuestro propio orgullo que alguien llegue y nos cambie el salón de nuestra casa. Como algo innato en nosotros brota de nuestro interior el grito de: ¿Quién es este que se atreve a gobernar en mi casa? En mi casa mando yo.
Se me ocurre pensar que algo parecido sucedió en aquellos momentos. La ley, por intereses propios, como ha ocurrido siempre y hoy, prima sobre todo lo demás, incluso sobre el hombre. Pero todos sabemos que eso no es así. Una voz interior nos dice que lo fundamental es el hombre, la persona humana. Y eso lo comprobamos cuando está en juego la salud y, sobre todo, la vida.

JESÚS aprovecha una de esas ocasiones para corregirnos y señalar que el hombre es lo primero, y todo lo demás está en función de él. Y, si el hombre es lo primero, la salud, su propia vida, debe tener prioridad sobre todo lo demás, sobre la ley y sus aplicaciones. Las leyes están hechas para regular la vida y las costumbres del hombre, y también para delimitar sus ambiciones, debilidades humanas y errores, pero nunca para esclavizar al hombre según la ley.

Por ello, la propia vivencia de la vida se escapa a las leyes y normas. Nunca se podrá tipificar ni contener el hecho vivido en la ley, porque este la trasciende y está por encima de ella. Nunca la ley puede contener todas las situaciones que derivan del vivir y acontecer del ser humano. Se necesita, para darle realización, la misericordia que nos enseña JESÚS.

Por eso, la máxima de la ley de DIOS, es el Amor, porque en él está contenido todas las situaciones que el hombre pueda vivir. Con el Amor se arregla todo, se encuentra solución a todo, se justifica y se encuentra la paz a toda experiencia de vida. Con el amor todos los problemas que ahora pasan por nuestra cabeza estarían solucionados, toda parálisis económica, bélica, injusta, violenta, envidiosa, orgullosa, soberbia, injustificada...etc., estaría perdonada y en paz.

Pero eso cuesta, demanda abajarse, despojarse de orgullo, soberbia y ... Y si viene de un aparente carpintero sencillo, manso y humilde, sin poder civil, desconocido, irrelevante... ¿quién es este para actuar así, curar y perdonar en nombre de DIOS? Ayer buscaron pretextos para desoírlo, y hoy se hace lo mismo. El problema no deja de ser el mismo: la soberbia nos deja ciego, no oímos sus palabras ni vemos sus obras.

DIOS mío, que no me deje
llevar por mi soberbia y sea capaz 
de descubrirte en la humildad
de mi pobre corazón.

DIOS mío, la vida, la vida de tantos
niños inocentes, dentro del vientre
de sus madres y fuera, en las familias,
en los pueblos con hambre, en guerras..

DIOS mío, que alargue mi brazo paralizado
por la oscuridad, el poder, la
arrogancia, las riquezas y las 
apetencias que ciegan mi
mente y avivan mi 
indiferencia, para dejar
que seas TÚ quien lo
sanes y lo devuelvas
a la vida. Amén.

martes, 18 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 2, 23-28): LÍBRAME DE MIS CADENAS.


 "No se hizo el hombre para el sábado"...

La ley no abarca todo la existencia del hombre, porque cada momento es especial y se escapa a la concretización de la ley. Se establecen leyes y normas que, llevadas a la práctica, no corresponden a la letra que la determina. Porque la dimensión del hombre está por encima de la norma y la ley.

Hoy ocurre lo contrario, hay leyes que protegen al hombre de la explotación y esclavitud que luego, en la práctica, son incumplidas. El hombre y la mujer, que debe ser lo primero y lo más importante, quedando relegados a los intereses económicos de las empresas y del consumo. Se diría que primero es la economía, el consumo, el bienestar y todo lo que conlleva la sociedad hedonista, que el hombre y la mujer son meros instrumentos y objetos para conseguir tales fines.

En términos evangélicos, hoy no sólo se comerían las espigas sino que se recogería la cosecha y se vendería en el mercado. Lo importante es el resultado económico y la ganancia. Si el espíritu está por encima porque lo que importa es salvaguardar al hombre, hoy lo que prima es salvar lo económicamente rentable a costa del hombre. Está el hombre supeditado a los objetivos materiales y a la economía.

Así las cosas, se deja al accidentado morir en la camilla porque no tiene seguro o dinero para pagarse su cura. Se establecen jerarquías de valor en función del dinero y bienes, no de la persona por su dignidad de persona. La ley no significa nada, está al servicio de los intereses materiales y económicos de los poderosos. Se ha convertido en el látigo para domar a los débiles y pobres en beneficio de los ricos y poderosos.

Se ha pasado de una ley cargada de normas y preceptos que esclavizaba, a una ley escrita en papel mojado que sólo se cumple cuando está en favor de mis beneficios. Se ha pasado a una ley relativa que, es ley cuando me interesa y deja de serlo cuando me desfavorece. De una ley donde lo que prima es el espíritu de la misma en beneficio y función de lo que es bueno para el hombre, hemos llegado a una ley que es utilizada para sabotear y explotar al hombre.

Sólo el amor es capaz de someter y situar a la ley en su justo medio, y ponerla en función del hombre, porque no esta hecho el hombre para la ley, sino la ley para y en función del hombre.

Haz, SEÑOR, que sepa discernir
lo que es primero y último en
mi vida.

Haz, SEÑOR, que tenga muy
presente en mi vida
que TÚ eres mi Meta
mi Camino, mi Verdad. Amén.

lunes, 17 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 2, 18-22).


A la hora de prepararnos para cualquier empresa, actividad o reto, solemos tomar medidas y hacer lo necesario para estar en las mejores condiciones de enfrentarnos a tal prueba. Hacemos ejercicios, si de una prueba física se trata; estudiamos o nos informamos de forma exhaustiva si de unas oposiciones o prueba intelectual se trata, y así sucesivamente...

Nos preparamos hasta la extenuación, duramente y no escatimamos esfuerzos, ayunos y lo que sea preciso con tal de lograr el éxito deseado. En este sentido, los judíos le preguntan a JESÚS el por qué sus discípulos no ayunan como hacen los de Juan y manda la ley judía. El ayuno se consideraba necesario para estar en disposición de no dejarse vencer por las cosas que, inclinadas a ellas por nuestra humanidad pecadora, nos apartan de DIOS.

JESÚS, en un alarde de reafirmar su Mesianidad como Mesías y mismo DIOS, les llama a que cuando se ha conseguido el objetivo ya nada hace falta, pues estamos en ÉL y en ÉL está la Gloria y el gozo eterno. Sólo en el camino y en el peregrinar se necesita esfuerzo, penitencia, ayuno y sacrificios para estar preparado y vencer al mal.

Muéveme mi DIOS para caminar
siempre en tu dirección, para 
no dejar perderme
en el camino.

Muéveme, DIOS mío, para
injertado en tu HIJO JESÚS
alcanzar la Gloria que me
has prometido. Amén.

domingo, 16 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Jn 1, 29-34).


Juan es consciente de su misión y del lugar que ocupa. Llegada la hora entiende que su misión ha terminado y señala al Enviado por el PADRE, el HIJO en quien tiene toda su complacencia. Él, que había venido para abrir y preparar el camino de conversión bautizando con agua, descubre ahora que el que viene bautiza en el ESPÍRITU.

JESÚS es el Cordero del PADRE que quita los pecados del mundo. Es el Enviado, es el HIJO Predilecto en quien el PADRE tiene puesta su complacencia, y a Quien el PADRE ha dado todo poder para perdonar nuestros pecados. ÉL es lleno del ESPÍRITU SANTO y al bautizarnos nos infunde la vida del ESPÍRITU, que nos guía, nos conduce y dirige, por la Vida de la Gracia, hacia la Casa del PADRE.

Y nosotros, bautizados en el ESPÍRITU SANTO, y fortalecidos en ÉL, debemos dejarnos guiar por su acción y entregarnos, asistidos por su fuerza y poder, al combate de conservarnos en la vida de la Gracia, el mayor y preciado don para el que hemos sido creados y al cual somos llamados. Porque todo hombre que se precie de su propia dignidad de ser hombre, anhela y desea para sí la Vida de la Gracia, porque en ella alcanza el culmen de su felicidad y eternidad.

Juan nos lo señala como el Cordero de DIOS que quita los pecados del mundo, y, por la Gracia de DIOS, cada día tenemos la oportunidad de recibirlo en Cuerpo y Alma bajo la especie de pan y vino. Es la Eucaristía Navidad permanente, encarnación del Verbo que se hace hombre y permanece en nosotros como alimento para el camino pascual. ¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!

Dame, DIOS mío, la luz de 
saberte el Cordero de DIOS,
como Juan supo señalar.

Y dame las fuerzas de
seguirte como Simón,Andrés,
Santiago y Juan que, señalado
por su maestro, supieron
dejarlo todo para seguirte. Amén.

sábado, 15 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 2, 13-17).


Igual que le dijo a Mateo: "Ven, sígueme", me lo dice a mí y a ti. Supongo que, igual que Mateo, puedes decir: sí o no. Sin embargo, a la luz de la sucedido por la respuesta afirmativa de Mateo, podemos discernir que es mucho más valisos decir sí, que no. Porque lo que se deriva de tal decisión es de un valor incalculable y infinito.

Mateo, de habe dicho no estaría olvidado y simplemente registrado como aquél que dijo no, como el ladrón que no quiso ver quien era el que crucificaban a su lado. Mientras que por haber dicho sí ha pasado a la historia como uno de los Evangelistas más importante que han escrito la historia de JESÚS. ¡Qué gran oportunidad ser contemporaneo del Maestro y narrar todos sus acontecimientos y prodigios!

Responder al SEÑOR tiene la promesa de recibir ciento por uno, y en Mateo lo podemos comprobar. De pasar de ser un simple recaudador a un personaje cuyos escritos han servido para beneficiar a mucha gente y ser una de las doce columnas de la Iglesia. Decir sí al SEÑOR es decir si a la Gloria. Gloria que todos buscamos, pero que pocos encontramos, porque el verdadero camino que conduce a ella está en la respuesta que demos al SEÑOR.

Observando a Mateo y viendo lo que se deriva de su buena respuesta, podemos mirar hacia otro lado y encontrarnos con el joven rico que, interpelado por JESÚS a que le siguiera, optó por quedarse y abrazar el mundo caduco y finito. Hoy no se sabe nada de ese joven rico sino la respuesta negativa que dio a JESÚS. ¿Qué hubiese sucedido si, como Francisco de Así y otros muchos, hubiese dicho que sí? Podemos imaginarnos al igual que con Mateo.

Hoy está pasando esa invitación por nuestra vida, la tomamos o la podemos dejar. Es muy importante nuestra elección y no tenemos mucho tiempo, porque no sabemos que puede pasar al segundo siguiente. Tengamos paciencia y fe, y pongámonos en sus Manos, y cómo María digamos. 

Hágase tu Voluntad, SEÑOR, y dame
las fuerzas, sabiduria y paz necesaria
para saber decidir, esperar y caminar
a tu lado.

Yo, TÚ lo sabes, soy débil y pequeño, 
pero confío en tus Fuerzas y Misericordia.
Dame la firmeza de decir "SÍ" y de 
mantenerme a tu lado. Amén.

viernes, 14 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 2, 1-12).


¡Qué grande es el SEÑOR! Cuando se supo que JESÚS estaba en Cafarnaún, acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Su importancia era notable y acudían todos ávidos de ser curados más que por su doctrina. Igual ocurre hoy, acuden a la Iglesia a buscar el alimento y la solución de las necesidades materiales más que las espirituales. La Iglesia es la atalaya de los pobres mendigos que, pacientemente, mendigan unas monedas. Y la solución para muchos necesitados de medios materiales para subsistir.

Sin embargo, lo mismo que hizo JESÚS, la Iglesia ofrece, principalmente, los sacramentos, sobre todo, el Bautismo, el del perdón y la Eucaristía, porque esa es la verdadera salvación que sólo puede darla JESÚS en su Iglesia. Pero a todos no nos resulta eso lo fundamental, queremos primero la sanación del cuerpo y las necesidades materiales. Es eso lo que más nos duele y lo que, a nuestro juicio, lo que más necesitamos.

Pero JESÚS nos busca y atiende en lo primero, nuestra liberación y salvación del pecado, como hizo con el paralítico, y si hace lo segundo, nuestra sanación corporal es para que nos demos cuenta que tiene poder para hacer ambas cosas. Es DIOS y todo le es posible.

Y es que de nuestras enfermedades y muerte no nos va a librar. Un día nos llegará el momento, el tiempo de padecer nuestra propia pascua, y nos es necesario, porque ÉL así lo ha querido y se ha puesto el primero en padecerlo para mostrarnos el camino. Es el tributo del pecado original, y es la prueba de nuestra fe y aceptación, como hizo JESÚS en Getsemaní.

Pero eso no es sino el principio de la Gloria que nos espera. La muerte, y el camino de la enfermedad, si así nos ocurre, es el momento más glorioso de nuestra vida, porque en él podemos ofrecerle nuestro particular calvario, para nuestra remisión y salvación, por nuestros pecados y rechazos a sus planes y proyectos para cada uno de nosotros. En JESÚS, injertados en ÉL, encontramos sentido a todos nuestros sufrimientos, que no podremos evitar, ofrecidos en nuestra cruz propia.

No tengamos miedo, nos decía Juan Pablo, II, y nos lo repite Benedicto XVI, porque nuestro parálisis está curado, como también nuestra lepra y todo tipo de enfermedad. No cuando nosotros queramos, pero si cuando nuestro PADRE Bueno del Cielo lo crea oportuno. A nosotros sólo nos conviene creer, seguirle y ponernos en sus Manos dispuestos a escucharle y hacer su Voluntad.

Limpiame, SEÑOR, de toda impureza
de pecado, de todo orgullo y engreimiento,
de toda soberbia y egoísmo.

Limpiame, SEÑOR, de toda búsqueda de
pan material, y dame la sabiduría de
buscar el verdadero alimento que
proporciona la vida eterna. Amén.

jueves, 13 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 1, 40-45).


Puestos a pedir seguro que pedimos primero lo material, lo físico antes que lo espiritual. Así el leproso pide que le limpie de la lepra e insiste de forma perseverante hasta que el SEÑOR se compadece y le limpia. Pero, a pesar de nuestra ceguera, nuestra limpieza interior es mucho más importante, porque esa nos salvará eternamente.

Pero se hace más importante oír la voz del SEÑOR más que nuestras súplicas, porque nuestras peticiones siempre van cargadas de nuestra humanidad pecadora, tentada, herida, y sus deseos se inclinan a lo material, lo rápido e inmediato, lo sensorial, la sed y el hambre de nuestros apetitos carnales. Lo espiritual está más escondido, aparece cuando nos hemos hundido en lo sensitivo y carnal, y cuando nos sentimos esclavos, engañados y caducos. Es la experiencia del prodigo, y de cada uno de nosotros.

Por todo ello, nuestra petición debe ir, a pesar de nuestra ignorancia y oscuridad, más al interior de nuestro propio corazón y a entregarnos sin condiciones. A dejar que el ESPÍRITU actúe en nosotros y nos limpie según nuestras necesidades, que ÉL conoce mejor que nosotros. ÉL quiere limpiarnos, pero sólo lo hará si nosotros le escuchamos y le dejamos.

Quiero, SEÑOR, seguirte, 
pero seguirte según tu Voluntad,
no la mía.

Haz que olvidándome de mí
sea capaz de oírte y 
escucharte, y de ponerme
en tus Manos para seguir
tu Camino, no el mío. Amén.

miércoles, 12 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 1, 29-39).


Llama la atención oír exclamar ¿todos te buscan! cuando ahora son muy pocos los que le buscan. Y digo esto desde la experiencia del rechazo de muchos, incluso cerca de la Iglesia, a encontrarse y experimentar el encuentro con JESÚS. Porque a JESÚS hay que experimentarlo y buscarlo constantemente, cada día, cada momento. 

Significa esto que, cómo diría San Agustín, no hay descanso y siempre tenemos que estar en actitud de crecer, de saber más, de llenarnos más de su Gracia, hasta llegar al final de esta vida y llenarnos plenamente en la verdadera y eterna.

La lógica de buscarlo se esconde en la necesidades de curación que tenían, y que experimentaban en ÉL. No lo buscaban por su doctrina, por la esperanza de salvación eterna, sino para quedar curados ahora, en esta vida. Por lo tanto, no iban por el Pan Verdadero, sino por el caduco:  pan para ahora y hambre para mañana.

Porque, curados hoy, mañana tendrán que morir. A la muerte no escapa nadie, y es esa muerte la que importa salvar, y salvar para siempre. Así, Lázaro y muchos otros que fueron resucitado y curados por JESÚS, tuvieron que morir en otro momento. Por lo tanto, es esa muerte la que quiero curar, la definitiva, la que me da paso a la Gloria eterna. Y eso es lo que fundamentalmente debo buscar en JESÚS.

Por eso, JESÚS, cura, pero no cura a todos. Sabemos que muchos no fueron curados y sabemos que nuestro PADRE DIOS es Justo y Misericordioso y, por lo tanto, cura a todos. Eso nos revela que la curación importante se esconde en nuestro corazón y lo importante es curarnos por dentro, curar nuestro corazón transformándolo en un corazón bueno, pleno de amor y de caridad. Por eso, JESÚS, no presta importancia a esa curación y lo hace para que observemos y nos apercibamos de que estamos delante del HIJO de DIOS, que tiene poder, no sólo para curar las enfermedades sino para perdonar los pecados y salvarnos para siempre.

Y en ese tiempo para la acción y caridad, JESÚS nos advierte que hay un tiempo también muy importante para la oración y relación con nuestro PADRE DIOS. Sin ÉL nada podemos, y en ÉL lo podemos todo. Por lo tanto, la oración es el elixir que lo cura todo si lo pedimos con fe y en la sintonía de la Voluntad del PADRE.

martes, 11 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 1, 21-28).

Enseñaba con autoridad

JESÚS ensenaba con autoridad, y todos se asombraban, no de lo que decía, sino de cómo lo decía. Y es que muchas veces las cosas no consisten en decirlas sino cómo se dicen. Porque lo importante no es lo que dices sino lo que quieres decir, y en eso tiene vital importancia el grado de intensidad de convencimiento que tú tienes al decirlo.

Porque JESÚS sabía lo que decía y transmitía y sabía también que tú ansiabas y buscabas eso que ÉL te ofrecía. Igual que el padre sabía lo que el hijo prodigo buscaba y lo que iba a encontrar a donde iba, Nuestro PADRE sabe lo que nosotros buscamos y lo que realmente queremos encontrar. Y, en su HIJO JESÚS, el Predilecto, nos lo ofrece y propone.

Por eso, JESÚS, habla con autoridad, con seguridad, con convencimiento, con certeza absoluta de lo que dice, y sus palabras y forma de decirlo impresionan, asombran, atraen, convencen. JESÚS habla y transmite con la autoridad que le viene del PADRE que se ha complacido en ÉL, y del ESPÍRITU que le ilumina, fortalece y le revela.

Y por su acción JESÚS sana, exhorta a los espíritus y le obedecen. Es algo nuevo, jamás nunca visto. Una doctrina nueva revelada con la autoridad del que se sabe ungido, elegido y confirmado por el PADRE en el Bautismo.

Por eso, ya no me hacen falta otras pruebas ni testigos. En JESÚS se cumple todo: Es reafirmado por el PADRE en el Bautismo, para quien todo fue hecho y en el que se complace. Enseña con autoridad la doctrina del PADRE, y se complace en cumplirla, en hacer la Voluntad del PADRE, para lo que viene a la tierra encarnado humanamente. Y todo queda sometido a ÉL y le obedecen, incluso la muerte.

JESÚS es la promesa del PADRE y en ÉL se cumple todo lo profetizado y prometido. Ya podemos creer firmemente, porque hay Alguien en quien se cumple todo lo dicho, y ha Resucitado venciendo la muerte.

Aparta de mí toda duda,
toda tribulación, y haz, SEÑOR,
que me deje asombrar por tu
fuerza, por tu autoridad, por
tu decisión, por tu poder.

Eres Dueño y SEÑOR de todo
lo creado. Todo ha sido dispuesto
para tu misión y para tu 
cumplimiento, y TÚ le has dado
vida y verdad. Sólo TÚ tienes
palabra de Vida Eterna. Amén.

lunes, 10 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 1,14-20).

Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano.

En la Eucaristía de ayer domingo, tuve la suerte de oír a mi obispo decir que la Eucaristía es una Navidad permanente. Y me encantó escucharlo porque realmente es así. Son palabras que llevas dentro de ti, pero que no acaban de nacer hasta que el ESPÍRITU pone en boca de otro para que te alumbren a ti.

Es la importancia de la comunidad, de la celebración, pero sobre todo de la Eucaristía. Porque Eucaristía es Encarnación, es el nacimiento del DIOS Niño hecho hombre, como tú y como yo, para complacer la Voluntad del PADRE, y en nosotros enseñarnos el Camino de llegar a ÉL.

Y el Bautizo, tengo que confesar que hasta hoy no me había dado cuenta, es el momento estelar, fundamental, en que el PADRE declara a su HIJO Predilecto y lo reafirma delante de todos los hombres y le envía el ESPÍRITU SANTO para que le ilumine el camino a seguir en la Misión de cumplir su Voluntad.

Y, CRISTO, su HIJO Predilecto y Amado, empieza su Misión proponiéndonos lo mismo que el PADRE le ha propuesto a ÉL: "Convertirnos y creer en el PADRE porque YO, el HIJO Predilecto, he venido, me he abajado para comunicarselos. Y YO soy la Estrella, que como a los Magos, les guiará por la senda de la salvación y vida eterna".

No ha de extrañar que Andrés, Simón, Santiago y Juan dejaran todo y le siguieran embobecidos. Muchas veces me he preguntado que hubiese hecho yo, de, por su Voluntad, haber estado allí.  Y al final he respondido que seguramente le había seguido, porque ahora, a su invitación, igual que a ellos, le digo que sí y quiero seguirle. No sé si lo dejo todo, pero quiero que ÉL sea lo primero de mi vida y la razón de mi existir. Experimento que mis fuerzas son débiles, pero confío que ÉL me hará fuerte y capaz de seguirle.

Indudablemente que me cuesta creerme que el Rey de los Cielos me invite a un pesebre, a una familia irrelevante y a un niño normal, pobre y sin apenas notoriedad salvo la de sus jovencitos padres y algunos pastores. 

Yo habría querido encontrar un Rey fuerte, rodeado de súbditos y de poder. Unos padres poderosos, influyentes, notorios, y que el nacimiento de su hijo se notara y notificara en todo el mundo. Supongo que los Magos pensarían lo mismo, pues la señal de la estrella no era algo usual y frecuente. Anunciaba un gran acontecimiento, y aquel establo y sus moradores no lo parecían.

A mí me pasa lo mismo hoy. Me invita un Rey que no tiene poder en este mundo; que no se venga de los que le rechazan y le persiguen para matarle; que ama a los que le hacen daño y le buscan para matarlo; que, incluso, les perdona, que... No entiendo nada, porque de esta forma voy a pasarlo muy mal. Sin embargo, quiero creerle, y le creo, porque detrás de todo ese Amor Inmenso y Eterno se esconde el poder Infinito del Amor verdadero y eterno.

Hay gozo cuando dices que sí, y cuando empiezas a caminar detrás de ÉL, el camino empieza a hacerse ligero, suave, gozoso, sereno, y te invade una paz plena, una suave brisa que te envuelve y te llena de gozo. No quieres volver, no quieres hacer otra cosa, sino, a pesar de las afrentas como a ÉL, amar, amar y amar, porque has descubierto que en el Amor está la fuente de la felicidad y el gozo que buscas, y para toda la vida.

Ahora entiendo a Andrés, a Simón, a Santiago y a Juan. Y también a todos los que le han seguido y quieren seguirle. A mis compañeros y amigos en el camino, a María, la siempre Virgen y Madre de DIOS y Madre nuestra por obra y gracia de JESÚS, su HIJO. 

Ahora, cuando empieza el Camino, la vida pública de JESÚS, quiero yo empezar también, junto a ÉL, el camino, mi vida pública y "convertirme" totalmente en, por y con ÉL hasta la próxima Navidad, celebrando cada día la Navidad.

TÚ sabes, SEÑOR, que quiero
seguirte, a pesar de mis
debilidades y limitaciones.

TÚ sabes, SEÑOR, que quiero ser
tu discípulo, como Andrés, Simón,
Santiago y Juan, pero no sé si podré
hacerlo también como ellos. Soy
poquita cosa, sin embargo me anima
el que TÚ hayas siempre elegidos a
los poquita cosa.

Naciste en un pesebre marginado, y
tus primeros visitadores fueron unos
pastores, los últimos de la sociedad
de aquella época. Supongo que 
hasta los Magos de Oriente se
extrañaron de que fueses TÚ, aquél
niño, el que ellos buscaban.

Pero te adoraron, creyeron en TI. La Estrella
 de tu PADRE les guió, y el ESPÍRITU SANTO
les iluminó para que entendieran. Lo mismo
le pasó al viejo Simeón, y a la vieja Ana.

Haz, SEÑOR, que yo sea otro más de esos,
que te esperan, que siguen tus pasos y
que, arrodillados, te adoro en el lugar
que TÚ has elegido nacer. Amén.

domingo, 9 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mt 3, 13-17).


JESÚS es bautizado a pesar de la oposición de Juan que trataba de impedírselo. Era necesario que así fuera para que el PADRE manifestara su complacencia en el HIJO y el ESPÍRITU SANTO descendiera sobre ÉL, y así cumplir toda justicia. JESÚS acepta la misión de complacer con su vida la voluntad del PADRE que se complace en ÉL.

De la misma forma, nosotros somos también complacencia del PADRE por los méritos de JESÚS, y nuestra vida cobra un sentido infinito y valioso: "Estamos llamados a vivir la Vida de la Gracia en la presencia del PADRE", y el PADRE se complace en nosotros en nuestro Bautizo. Hermosa catequesis que proclamaré en mis próximas catequesis prebautismales: Esa es la razón de nuestro bautizo, ser puestos en la presencia del PADRE para su complacencia.

¿Y qué hacemos con nuestra vida? ¿Realmente conocemos la hermosa misión, cómo lo hizo JESÚS, de complacer al PADRE que nos regala la vida eterna y la eterna felicidad? ¿O nos perdemos deslumbrados por la manzana tentadora de querer competir con el PADRE del Cielo? 

Creo que no dejamos de ser Adán y Eva y perdemos nuestra hora hermosa de complacer al PADRE y cumplir su Voluntad. Para eso vino JESÚS, y para eso acepto y cumplió con su Bautismo en el Jordán. Tenemos en este día un regalo, en el ESPÍRITU SANTO, de la Palabra que nos alumbra y nos dice: ¿Nuestra más hermosa y valiosa misión es cumplir la Voluntad del PADRE, porque en ÉL hemos sido complacido, y ÉL, como PADRE Bueno que nos quiere, se complace en nosotros.

Descubramos que nuestra mayor aspiración, que sentimos en nuestro interior, es hacer y complacer al PADRE, porque en ÉL encontraremos todo lo que buscamos en este mundo: "El gozo de una felicidad eterna".

Haz, SEÑOR, que me entregue
dócilmente, humildemente a la 
acción de tu ESPÍRITU, y descubra
tu complacencia en mí, para
motivarme y hacer de mi vida
la misión de complacerte
como hizo tu HIJO, 
el Predilecto, JESÚS. Amén.

sábado, 8 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 6, 34-44).

La multiplicación de los panes y los peces

No se puede pensar en una vida desencarnada de la sociedad, porque nacemos injertado en ella formando parte de una familia. Y, desde el principio, necesitamos de los demás, de nuestra familia, nuestros padres, para subsistir. Y a lo largo de toda nuestra vida estaremos siempre en deuda con la comunidad social que nos provee de todo lo que necesitamos para subsistir y desarrollarnos en todos los sentidos.

Somos seres comunitarios, creados para vivir en comunidad y dependemos unos de otros. Por eso necesitamos tenernos en cuanta los unos a los otros; por eso lo que yo haga va a tener consecuencias en el otro, y viceversa. Por eso necesitamos amarnos los unos a los otros, y, por eso, nuestro PADRE DIOS nos ha creado necesitados unos de los otros y exhortados a amarnos los unos a los otros.

Y, por eso, JESÚS, en su vida y paso por la tierra, nos enseña a amarnos los unos a los otros, y esto empieza por tenernos en cuenta y por esforzarnos en descubrir las necesidades que tienen unos u otros. Por eso, JESÚS, cuando intuye que el tiempo se ha ido volando, que la gente está con necesidad de comer y se encuentran lejos de sus casas, se interesa por atenderle y darles de comer.

JESÚS no sólo no propone el plan de su PADRE, sino que se preocupa y nos satisface nuestras necesidades materiales. Busca nuestra felicidad integral, la del espíritu y la del cuerpo, pero todo eso pasa por, olvidándote de ti entregarte a los demás y todo será dará por añadidura. 

Pero ocurre que no lo entendemos, que perdemos la confianza, como Pedro en las aguas, y nos hundimos. Y buscamos nuestra propia felicidad por la vía de la seguridades, de proveernos del pan de hoy y del mañana, y se lo quitamos al compañero de al lado. Nos buscamos primero nosotros y luego, si sobra, ofrecemos al de al lado. No nos damos sino que damos de lo que nos sobra.

Haz, SEÑOR, que descubra donde
está la fuente de la felicidad, y
olvidándome de mí encuentre en
el otro lo que busco en mí: mi
propia felicidad.

Porque cuando me busco no 
me encuentro, sin embargo, 
cuando te busco a TI en el
otro, resulta que al mismo
tiempo, en el otro también
me encuentro yo en TI. Amén.

viernes, 7 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mt 4, 12-17. 23-25).

En territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».

Y la vida continua, JESÚS empieza su plan de salvación una vez encarnado y bautizado en el Jordán. El domingo termina el tiempo de Navidad, y empieza la liturgia ordinaria. JESÚS, se retira a Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz». 

 Desde entonces comenzó JESÚS a predicar y a decir: "Haced penitencia porque el Reino de DIOS está cerca", y sanaba las enfermedades de los que se le acercaban, y enseñaba en las sinagogas predicando el Evangelio. Y esa debe ser nuestra actitud a lo largo del año: "hacer penitencia, predicar el Evangelio con nuestra vida y palabra, y peregrinar con los hermanos hacia la Casa del PADRE.

El nacimiento del SEÑOR ha llenado nuestra vida de Gracia y de fuerzas para continuar la marca. Empieza la tarea, humilde, sencilla, como la vida misma, confiados y abandonados en las manos del SEÑOR. Ese es nuestro más hermoso regalo de Reyes: una cuna en nuestro corazón para llevarlo los 365 días del año a todas partes.
El SEÑOR está con nosotros, tan cerca como estuvo con los Apóstoles, y actuando de la misma forma. Lo experimentamos en nuestra vida, en la Eucaristía, en la Penitencia... Percibimos su aliento en la comunidad, con los hermanos blogueros, con los que lo rechazan y no lo aceptan, con los necesitados, y los que sufren y padecen. Lo necesitamos tanto que no podemos separarnos de ÉL porque es nuestra vida y nuestro camino. Es momento de salvación. No le perdamos de vista.

No dejes, SEÑOR, que me
aparta de TI. No dejes, SEÑOR, 
que me seduzca este mundo,
ni que caiga en tentación.

Conduceme por tu senda y
haz que mis pasos sean tus
pasos. No permitas que mis
ojos dejen de contemplarte 
en tu nacimiento y haz que,
la vida que nace en TI, sea
un manantial de vida nueva
en mi. Amén.


jueves, 6 de enero de 2011

TIEMPO DE NAVIDAD


LAUDES
 (de la Epifanía del SEÑOR)

Reyes que venís por ellas,
no busquéis estellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
DIOS es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busqueis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en eta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.

I VÍSPERAS
(La Epifanía del SEÑOR)

confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.

El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.

Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño DIOS.

Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a DIOS su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.

La voz del PADRE, CRISTO, te llama
su predilecto, sobre le Jordán.
DIOS en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.

Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.

A darte Gloria, SEÑOR, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz aque nos trae gloria infinita
 de amor sin par. Amén.