Juan sabe exactamente cuál es su misión. Sabe muy bien para qué ha sido creado, y sabe mejor todavía cuál es su destino y objetivo: dar testimonio de la Palabra y preparar su Camino.
Y, llegado el momento, la hora, lo recibe y hace mutis en silencio para que la Gloria de DIOS sea ensalzada en su HIJO JESÚS: "El Mesías esperado para la salvación del mundo".
Claramente se desprende de esta reflexión el interpelarnos si nosotros sabemos tan bien, como lo supo Juan, nuestra misión, nuestra creación y nuestro destino. Tenemos, si cabe, más pruebas que él, porque tenemos el testimonio de los apóstoles, la Palabra de las Sagradas Escrituras, y la venida de JESÚS, Muerto y Resucitado, que nos Revela el plan de su PADRE DIOS.
Tenemos la Santa Iglesia, el colegio Apostólico, y la Tradición que nos hablan y nos testimonian el plan de salvación que DIOS ha pensado para nosotros. Y que tiene su plenitud en su HIJO JESÚS. ¿Necesitamos más?
Sí, necesitamos pedírtelo, DIOS mío,
necesitamos decirte que nos
aumente nuestra fe, y nos
libres del peligro de la
desidia, de la duda, del
conformismo y la apatía.
Sácanos de las luces y
comodidades de nuestras ciudades,
del hedonismo amenazante, y
llévanos al desierto para
purificar nuestras faltas y
fortalecer nuestro espíritu. Amén.
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