lunes, 31 de enero de 2011

ESPÍRITU INMUNDO, SAL DE ESTE HOMBRE (Mc 5, 1- 20)


Buscamos solucionar los problemas donde no están, porque es en el hombre donde se encuentra el mal de este mundo. Nos puede parecer ridículo que una piara de cerdos, unos dos mil, se pierdan precipitados al mar por salvar y librar a un endemoniado del espíritu inmundo que lo atormenta. Pero detrás de ese ridículo se esconde los intereses materiales y nuestra jerarquía de valores.

Una vez más se antepone el materialismos egoísta a la vida humana. Hoy estamos precipitando a la muerte, no a dos mil cerdos, sino a millones de niños inocentes ante los intereses materialistas de muchos lobbies y de muchas madres y padres que prefieren y anteponen sus comodidades, sus intereses profesionales, sus ocupaciones y ocio a la vida de sus propios hijos. Esa es la cruda realidad que, como podemos observar, viene desde hace mucho tiempo, desde que el hombre es hombre libre y tiene capacidad para elegir el bien o el mal.

Nos desesperamos ante la perdida de nuestros bienes materiales, ante la quiebra del negocio, ante el fracaso de aquel proyecto, ante cualquier cosa nuestra que hayamos perdido, pero no nos importa nada, o muy poco, lo que está pasando ahora en Egipto, por ejemplo, o que muchos niños estén, cada día, siendo condenados a morir por sus propios padres. En nuestro corazón está primero "el yo" que "el tú", y eso lo defendemos hasta incluso llegar a matar al "tú".

JESÚS no nos enseña eso, al contrario, defiende siempre al hombre por encima de todo, incluso de las leyes y los poderosos que los oprimen. Es el hombre, la vida, lo primero que hay que salvar porque todo lo demás no tiene mayor importancia si se pierde lo único que se tiene, la vida y la salvación eterna.

Dame luz, SEÑOR, para darme
cuenta de lo verdaderamente
importante en mi vida.

De nada me vale ganar tesoros
y acumular riquezas en este
mundo, si pierdo lo 
verdaderamente importante:
la vida eterna en tu
presencia. Amén

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