sábado, 15 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 2, 13-17).


Igual que le dijo a Mateo: "Ven, sígueme", me lo dice a mí y a ti. Supongo que, igual que Mateo, puedes decir: sí o no. Sin embargo, a la luz de la sucedido por la respuesta afirmativa de Mateo, podemos discernir que es mucho más valisos decir sí, que no. Porque lo que se deriva de tal decisión es de un valor incalculable y infinito.

Mateo, de habe dicho no estaría olvidado y simplemente registrado como aquél que dijo no, como el ladrón que no quiso ver quien era el que crucificaban a su lado. Mientras que por haber dicho sí ha pasado a la historia como uno de los Evangelistas más importante que han escrito la historia de JESÚS. ¡Qué gran oportunidad ser contemporaneo del Maestro y narrar todos sus acontecimientos y prodigios!

Responder al SEÑOR tiene la promesa de recibir ciento por uno, y en Mateo lo podemos comprobar. De pasar de ser un simple recaudador a un personaje cuyos escritos han servido para beneficiar a mucha gente y ser una de las doce columnas de la Iglesia. Decir sí al SEÑOR es decir si a la Gloria. Gloria que todos buscamos, pero que pocos encontramos, porque el verdadero camino que conduce a ella está en la respuesta que demos al SEÑOR.

Observando a Mateo y viendo lo que se deriva de su buena respuesta, podemos mirar hacia otro lado y encontrarnos con el joven rico que, interpelado por JESÚS a que le siguiera, optó por quedarse y abrazar el mundo caduco y finito. Hoy no se sabe nada de ese joven rico sino la respuesta negativa que dio a JESÚS. ¿Qué hubiese sucedido si, como Francisco de Así y otros muchos, hubiese dicho que sí? Podemos imaginarnos al igual que con Mateo.

Hoy está pasando esa invitación por nuestra vida, la tomamos o la podemos dejar. Es muy importante nuestra elección y no tenemos mucho tiempo, porque no sabemos que puede pasar al segundo siguiente. Tengamos paciencia y fe, y pongámonos en sus Manos, y cómo María digamos. 

Hágase tu Voluntad, SEÑOR, y dame
las fuerzas, sabiduria y paz necesaria
para saber decidir, esperar y caminar
a tu lado.

Yo, TÚ lo sabes, soy débil y pequeño, 
pero confío en tus Fuerzas y Misericordia.
Dame la firmeza de decir "SÍ" y de 
mantenerme a tu lado. Amén.

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