viernes, 7 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mt 4, 12-17. 23-25).

En territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».

Y la vida continua, JESÚS empieza su plan de salvación una vez encarnado y bautizado en el Jordán. El domingo termina el tiempo de Navidad, y empieza la liturgia ordinaria. JESÚS, se retira a Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz». 

 Desde entonces comenzó JESÚS a predicar y a decir: "Haced penitencia porque el Reino de DIOS está cerca", y sanaba las enfermedades de los que se le acercaban, y enseñaba en las sinagogas predicando el Evangelio. Y esa debe ser nuestra actitud a lo largo del año: "hacer penitencia, predicar el Evangelio con nuestra vida y palabra, y peregrinar con los hermanos hacia la Casa del PADRE.

El nacimiento del SEÑOR ha llenado nuestra vida de Gracia y de fuerzas para continuar la marca. Empieza la tarea, humilde, sencilla, como la vida misma, confiados y abandonados en las manos del SEÑOR. Ese es nuestro más hermoso regalo de Reyes: una cuna en nuestro corazón para llevarlo los 365 días del año a todas partes.
El SEÑOR está con nosotros, tan cerca como estuvo con los Apóstoles, y actuando de la misma forma. Lo experimentamos en nuestra vida, en la Eucaristía, en la Penitencia... Percibimos su aliento en la comunidad, con los hermanos blogueros, con los que lo rechazan y no lo aceptan, con los necesitados, y los que sufren y padecen. Lo necesitamos tanto que no podemos separarnos de ÉL porque es nuestra vida y nuestro camino. Es momento de salvación. No le perdamos de vista.

No dejes, SEÑOR, que me
aparta de TI. No dejes, SEÑOR, 
que me seduzca este mundo,
ni que caiga en tentación.

Conduceme por tu senda y
haz que mis pasos sean tus
pasos. No permitas que mis
ojos dejen de contemplarte 
en tu nacimiento y haz que,
la vida que nace en TI, sea
un manantial de vida nueva
en mi. Amén.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.