sábado, 12 de febrero de 2011

ALIMENTO PARA EL CUERPO Y EL ALMA (Mc 8, 1-10)


No somos dos en uno y una dualidad, somos uno solo, un todo compuesto de una parte corporal y otra espiritual, el alma. Corremos el peligro, y de hecho hay muchos que así lo creen, de entender que somos por una parte un cuerpo y por otra un alma. O que tenemos un cuerpo y un alma.

Pero no es exactamente así, somos una persona formada por un cuerpo y alma integradas en una sola persona. Y por eso no  podemos separarnos ni encarnarnos en otra persona, porque cada uno es Uno, individual, irrepetible, único e hijo de DIOS.

Y como persona necesitamos alimentarnos integralmente, de modo que, si tenemos sed necesitaremos beber agua, pero también necesitaremos colmar los deseos de sed de justicia. Necesitaremos ingerir alimentos solidos para fortalecer y vigorizar mi cuerpo, pero también necesito alimento espiritual para alimentar mi alma y motivar mis aspiraciones más allá de lo puramente material.

Al igual que la comida es para el cuerpo, los sacramentos son para el espíritu el alimento diario que necesito para sostener mi esperanza y mi fe en JESÚS Sacramentado. La Eucaristía es el pan que alimenta mi esperanza, mis motivaciones, mi constancia y ansias de eternidad. Es el alimento que me ayuda a superar las dificultades y momentos espinosos que la vida me va presentando y haciéndome capaz de superarlos para, aprovechando estas oportunidades de oro, demostrar mi amor a los demás.

Si el cuerpo lo preparamos con ejercicios físicos y esfuerzos que controlamos y dirigimos cono nuestra voluntad, el espíritu lo fortalecemos, los preparamos y desarrollamos con los sacramentos, de forma especial con la Penitencia y Eucaristía. De tal forma que, alimentados en el SEÑOR, fortalecemos nuestra capacidad de sacrificio, de entrega, de perdón, de servicio, de renuncia...etc., en una palabra de amor.

Por eso, JESÚS, sabedor de lo que somos, siente compasión por nosotros y, servida la Palabra que nos alienta en el camino, nos procura el alimento que nos ayuda a caminar.
. Ame
Haz, SEÑOR, que no me falte
el alimento para mi cuerpo,
pero que antes tenga 
todos los días de 
mi vida el
alimento
 de tu
Cuerpo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.