viernes, 25 de febrero de 2011

¿DE QUIÉN VIENE LA VERDAD? (Mc 10, 1-12)


La familia es nuestra primera fuente de saber. En ella aprendemos lo que es bueno o malo, y muchas cosas que debemos evitar hacer como otras que sí debemos practicar y hacer. Pero la fuente de sabiduría en la familia se acaba. Hay muchos interrogantes que la vida nos presenta y a los cuales no se sabe responder.

Se busca en otros sitios, en la escuela, institutos o universidad pero tampoco responden a muchas preguntas que la vida en nuestro ir y venir nos plantea. Hay muchas lagunas a nuestros interrogantes y necesitamos saber de quien fiarnos para encontrar caminos de verdad.
Por eso, la gente, acudían a JESÚS, porque enseñaba con autoridad y porque su Palabra es Palabra de Vida Eterna. ÉL es el único de quien podemos fiarnos porque en ÉL se cumple todo lo profetizado y todo lo que ÉL ha dicho. EL ha cumplido su Palabra de Resurrección y todo lo prometido iluminándonos el camino, desvelándonos la verdad y dándonos la vida.

Por eso, ÉL es nuestra referencia, nuestra luz, nuestro camino, verdad y vida. Lo descubrimos cuando nos previene de nuestros egoísmos y pasiones, y nos advierte del repudio a nuestra esposa o marido. Y es que detrás de toda separación se esconde nuestro egoísmo. No hay otra justificación sino búsqueda de mí mismo y olvido del otro.
Claro, cuando nos buscamos a nosotros mismos no entendemos de reglas, de fidelidades, de responsabilidades ni de entrega, sólo pensamos en satisfacernos y para eso se hace necesario dictar yo mismo mis propias leyes. No hay otra razón. Sin embargo, cuando estamos en el otro lado, cuando nos sentimos pobres, impotentes y débiles, sí miramos a la  responsabilidad, a lo justo, a la misericordia, a la caridad y al amor.

TÚ eres, SEÑOR, quien alumbras mi
camino, quien descubres mi verdad
y quien mueves mi vida.

Haz, SEÑOR, que no deje ni por
un momento de mirarme en
TI y de seguir tus 
enseñanzas. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.