lunes, 28 de febrero de 2011

INVIERTE EN COSAS QUE DUREN PARA SIEMPRE (Mc 10, 17-27)


Si ayer nos poníamos frente a la disyuntiva de elegir a DIOS o al dinero, hoy, a través del deseo y la inquietud de un joven, que conocía la ley y su cumplimiento pero sentía dentro de su corazón algo más que el mero cumplir, descubrimos que no se trata de unas normas y prácticas, sino que alcanzar la vida eterna está más en sintonía con nuestras actitudes de espíritu y corazón que con el acto de cumplir unas normas.
Y puesto en la balanza los dos caminos, el joven se sintió débil para seguir el verdadero porque su corazón estaba tocado por las cosas de este mundo: las riquezas y los bienes materiales, cosas y cosas que con el tiempo se quedaran en el olvido y nada más. Es lo que ocurrió con aquel joven, pudo alcanzar la gloria y de él nada se sabe. Solamente que se acercó a JESÚS y le preguntó que hay que hacer para alcanzar la vida eterna.

A través de la respuesta de JESÚS, sabemos que para recorrer el Camino hay que ir ligero de equipaje, despojado de todo obstáculo que nos impida caminar y nos haga pesado y cansino seguir los pasos del SEÑOR. Hay que seguir sólo a un DIOS, porque sólo uno es el Verdadero y Eterno. Los otros son diosecillos que tienen sus días contados.

Por eso, se hace necesario invertir en bienes espirituales, en bienes que atesoren tesoros de vida eterna que podamos disfrutar en el cielo. Lo contrario es mal gastar nuestro tiempo en guardar cosas caducas y perecederas cuyo fin es pura basura.

DIOS mío, SEÑOR de mi vida, 
dame la sabiduría de entender
que la única riqueza de mi vida
eres TÚ.

Ilumina mi mente para comprender
que todo lo deseado que viene de
este mundo es caduco y termina
destruido por la polilla y el herrumbre.
Solo TÚ tienes Palabra de 
Vida Eterna. Amén.

1 comentario:

  1. Ojalá sepamos siempre discernir donde se encuentra de verdad nuestro Tesoro...

    Un abrazo!

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