sábado, 26 de febrero de 2011

LA LIMPIEZA DEL NIÑO (Mc 10, 13-16)


Cuando presenciamos una disputa, una competición o enfrentamiento deportivo por competir, siempre nos inclinamos al lado del más débil. Es nuestra natural inclinación. Incluso siendo seguidor o simpatizante del superior o más fuerte, sentimos lastima del más débil.

En la familia, el ser más necesitado de atenciones, por lo tanto, de amor es el niño. No hay nada más indefenso y dependiente de sus padres que el niño. Ya, desde su concepción, hoy más amenazado que nadie, muchos niños están amenazados de ser condenados a no salir ni apenas desarrollarse del vientre materno. ¡Y lo sorprendente es que la amenaza nace en su propia casa, por sus propios padres!

JESÚS viene para socorrer y salvar al más pobre. O mejor dicho, al rico o pobre que se sienten pobres, porque hay ricos que sienten la necesidad de ser salvados, y pobres que, siendo pobres de bienes materiales, no sienten la necesidad de salvación. Sí, es verdad que la pobreza y carencia de bienes o de salud te predisponen para buscar tu sanación, pero se necesita humildad como la del buen ladrón.

Y, dentro de esos elegidos, el niño representa la debilidad y pobreza paupérrima que clama salvación. El niño no tiene voz, no se le escucha; no alberga malas intenciones, es transparente, limpio, con una actitud inocente, fácil de manipular y engañar. Es confiado y fácil de convencer y de atraerlo. Son actitudes que muchos mayores debemos poner a prueba en el seguimiento a JESÚS.

Porque al igual, cuando eramos niño, confiábamos en nuestros padres, ahora, de mayores debemos confiar en el PADRE que todo lo puede, lo sabe y nos espera, en su HIJO JESÚS, para abrazarnos y salvarnos. Si nosotros, los padres, no damos a nuestros hijos cosas malas aunque nos la pidan, nuestro PADRE Bueno del Cielo nos dará siempre lo que nos conviene aunque pensemos nosotros que no.

Por lo tanto debemos de ser como niños y fiarnos de quien no podemos fiar con tranquilidad, seguridad y confianza.

PADRE Bueno que me cuidas y
proteges, enseñame a recibir
de tus Manos el camino que
TÚ me trazas para llegar
a TI. Amén.

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