viernes, 11 de febrero de 2011

TODO LO HACE BIEN (Mc 7, 31-37)


Por desgracia solo las situaciones límites nos ponen en linea directa con JESÚS. Nos olvidamos con mucha frecuencia cuando la vida nos viene rodada, todo sale a pedir de boca y nos sentimos seguros y fuerte. Entonces nace en nuestro corazón un dios con minúscula, un dios de mi propio ego, un dios endiosado en mis propias cualidades y talentos. ¡Hemos olvidado de donde nos ha sido dado lo que somos!

Pero, cuando, en el devenir de nuestro recorrido, las cosas empiezan a torcerse y a crearnos dificultades, ya sea venidas de nuestros propios actos o porque la naturaleza se rompe en nuestras propias carnes, quedamos perplejos y empezamos a recordar quienes somo, de dónde venimos y a dónde vamos. Es el sentimiento de aquel que se sabe pobre, limitado y necesitado de su PADRE DIOS.

Pero hay que tener fe, fe como de todos aquellos que se acercan a JESÚS con la intención y convicción de que, si JESÚS quiere, serán curados. Tal es el caso del ciego y casi mudo del Evangelio de hoy. Se dice que le presentan un sordo y casi mudo, y me paro en, primero las dificultades y tenacidad con las que tuvo que luchar esa ciega y casi muda persona para poder ser acercado y presentado a JESÚS. No era fácil poder lograrlo, igual que ahora nos sería muy difícil llegar al Papa, al Presidente tal o cual. Se necesita mucho esfuerzo, tozudez y firmeza en la lucha por conseguirlo.

Y segundo, esa constancia, tenacidad, esfuerzo, sacrificio y lucha por conseguir acercarse a JESÚS tiene que estar motivado por algo tan enraizado en nuestro corazón que se llama "FE". A cuantas personas trato de inquietar, despertar sed y hambre de JESÚS para que se acerquen a ÉL a través de la vivencia y convivencia de un Cursillo de Cristiandad, y rechazan, desvían, disimulan el encuentro con evasivas de compromisos de trabajo, falta de tiempo y...etc.

Sólo la fe es capaz de levantarte y, como aquel otro ciego, Bartimeo, dar un salto, tirar la capa y correr a JESÚS, el Salvador de todo lo que busco. Bien decía San Pablo que todo lo estimaba basura ante la grandeza y el estar con y en JESÚS de Nazaret, el HIJO de DIOS Vivo.

Por eso, hoy, la Palabra de DIOS nos interpela y nos interroga sobre nuestra fe. ¿Estamos seguro que JESÚS ocupa el primer puesto en mi corazón? Y, si lo estoy, ¿se nota eso en mi vida? ¿Corro veloz a ponerme en sus Manos para que abra mis ojos y mi boca al servicio de su Palabra, con mi vida y mi trabajo? 

Dame, SEÑOR, la sabiduría de
pedirte, no lo que yo quiero,
sino lo que TÚ quieres, 
porque así haré tu
voluntad y no la mía. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.