jueves, 31 de marzo de 2011

AQUÍ ABAJO TODO ES COMBATE (Lc 11, 14-23)

Jesús estaba expulsando a un demonio...

Si asumimos que ésta nuestra vida es una lucha constante hasta el día de nuestra liberación (muerte), la esperanza se hace presente y el camino es más llevadero. Tenemos la promesa de que con ÉL, nuestro SEÑOR JESÚS, venceremos y, no solo promesa sino el testimonio de que ÉL ha vencido a las fuerzas del mal que preside el Maligno.

Por eso, necesitamos estar injertados en CRISTO JESÚS para defendernos del Diablo, que existe y con el que libró, JESÚS, muchas batallas de las que siempre sale victorioso. Y con el que sigue librando batallas en defensa de cada uno de nosotros. Nuestra vida es una guerra contra el mal que quiere arrastrarnos a nosotros también. Todo lo que ocurre a nuestro alrededor: cierre de capillas, fuera crucifijos, precesión para insultar a JESÚS en Jueves santo...etc. son manifestaciones diabólica. El diablo ciertamente está ahí, vigilante para presentarnos batalla y llevarnos al mal.

Esa es la causa de la guerra contra la Iglesia católica. Es el bien y el diablo mueve a su ejercito para atacarla y vencerla. Ya, nuestro SEÑOR JESÚS, dijo que las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Con, en y por JESÚS no tenemos nada que temer. Podrán tocarnos, derrumbarnos, quitar incluso esta muerte terrenal, pero nunca nos remataran porque JESÚS está con nosotros y hemos vencido en la Resurrección.

No permitas, SEÑOR nuestro, que nos 
hagan daño, daño de quitarnos la 
Vida de la Gracia que TÚ nos
infunde y que nos salva
eternamente. Amén.

miércoles, 30 de marzo de 2011

HE VENIDO A ILUMINAR (Mt 5, 17-19)

“Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”

El hombre busca la felicidad porque quiere, por encima de todo, ser feliz. Y esa felicidad, por mucho que busque, no la encuentra en este mundo. Lo sabemos porque nuestros antepasados no la han encontrado, y porque experimentamos que todos nos vamos sin haberla encontrado en las cosas de este mundo.

Surge, pues, una pregunta: Luego, ¿dónde está? Porque una cosa es cierta, la buscamos porque existe ya que en lo más profundo de nuestro ser sentimos desesperadamente el deseo de felicidad. Y, a veces, lo conseguimos o nos aproximamos mucho a conseguirla, pero enseguida experimentamos que la perdemos. No logramos retener esos momentos de felicidad. Es más, nos dejan vacíos e insatisfechos. siempre tenemos más sed, y cada vez mas desesperante.

No podemos obviar la firmeza que estamos equivocados y la pronta reacción a buscar en otro lugar diferente de donde hemos buscado hasta ahora. Eso es lo que nos viene a decir JESÚS: "Lo que buscas, YO, te lo traigo de parte de mi PADRE". 

JESÚS nos dice que "ÉL es el Camino, la Verdad y la Vida", es decir, ÉL es la felicidad inmensa y eterna que todos buscamos y nos la viene a dar. No viene a quitar nada sino a perfeccionarlo y a señalarnos el camino donde podemos encontrar esa perfección que buscamos como locos. Quizás como "la historia del queso (ver aquí)", nos hemos quedamos pasivos, instalados, de brazos cruzados y resignados a morir en la basura de este mundo.

Despierta en mí, SEÑOR, la inquietud de
cambiar el rumbo de mi vida. Llename
de las fuerzas necesarias para saltar
y correr hacia la búsqueda de la
 verdadera felicidad, la que 
nunca se acaba y me
llena plenamente.Amén.

martes, 29 de marzo de 2011

EL PERDÓN ESTÁ POR ENCIMA DE LA JUSTICIA (Mt 18, 21-25)


Y es que no hay otra salida. Si solo vas a perdonar lo que te parece justo no podrás amar, porque sólo el que perdona ama. La justicia humana está apoyada en la correcta interpretación de la ley natural y de los derecho de toda persona, que en muchos casos no se cumplen porque el hombre los adapta a sus propios intereses y beneficios (aborto).

No ere justo perdonar a aquel siervo su deuda, porque la debía y lo que se debe se entiende que se deba pagar. Si era más entendible darle facilidades y comodidad para que pudiera afrontar dicha deuda. Pero el Rey fue misericordioso y, compadecido, no sólo perdonó el no haberla pagado sino que le eximió de pagarla: "Le perdonó de pagar la deuda".

Es decir, olvidó aquella deuda como si no hubiese sido nunca deuda y el siervo salió limpio de toda obligación de pagarla. Sin embargo, él no actuó así con aquel otro que le debía un dinero. Le exigió pagarla y enseguida. No se compadeció de darle, al menos, un tiempo para poder hacerlo. Y le llevó a la cárcel. Es ahí donde la justicia se hace presente y te recuerda que: "Igual que hagas tú con el otro, harán contigo".

No hace falta decir más, pues todos entendemos claramente que lo que no quiero que me hagan a mí, tampoco debo querer que se lo hagan a otro. Y ese pensamiento, lo he compartido algunas veces, me ayuda y fortalece a perdonar las ofensas y deudas recibidas en mi vida, porque con la misma moneda seré yo perdonado de las mías.

Gracias, SEÑOR, por entender esta 
Palabra que TÚ me dices, porque,
ella, me da fuerzas para poder
yo vivirla y llevarla a cabo.

Gracias, SEÑOR, porque con tu
ayuda puedo enfrentarme a
perdonar, y cuando perdono
siento que amo, y si soy
capaz da amar es que
estoy en tu presencia. Amén.

lunes, 28 de marzo de 2011

EN TU CASA NO SE VE TU TESTIMONIO (Lc 4, 24- 30)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus...
 
Sucede que en tu propia casa estás muy visto y tus acciones y ejemplo pasan por debajo de la mesa unas veces y otras no tienen la correspondencia esperada y proporcionada a tu predicación. Eres de la familia y no te tendrán en cuenta lo que dices. Y si te empeñas en llamar la atención te recordaran que eres uno más de la familia, del barrio, del pueblo...

Eso ocurrió con JESÚS, era el HIJO del carpintero y nada más. ¿A qué venía entonces predicar y declararse HIJO de DIOS? No podía ser, ¡era el HIJO del carpintero y nada más! De Nazaret no podía salir, ¿a cuenta de qué?, el Mesías. ¡Era un pueblito insignificante!

El Mesías esperado estaba pensado en algo grande, poderoso, fuerte y con poder para liberar a las buenas o malas al pueblo oprimido por sus enemigos. No podía ser de otra forma y todo lo que no fuera así sería rechazado. Posiblemente eso estaba escrito en la mente de todo israelita, y por eso, JESÚS fue rechazado.

Es difícil predicar en tu propia casa, en tu propia familia, en tu propio barrio, en tu propio pueblo y entre tus amigos. Estás mirado, fiscalizado y juzgado. No importa lo que eres sino lo que has sido. No importa lo que has cambiado sino lo que has hecho. No hay posibilidad de renovarte en un hombre nuevo, sino que siempre te ven como hombre viejo.

En resumen, no hay fe en que la conversión empieza en el corazón tras un encuentro con la Verdad. Y que la Verdad se manifiesta en el momento que uno empieza a verse tal cual es y es capaz de morir a su pobreza y vejez para nacer a la luz y limpieza de la pura verdad convirtiéndose, tras su propia Pascua, de un hombre viejo y caduco, en un hombre nuevo y eterno.

Siempre nos será, por todo lo reflexionado más arriba, más difícil predicarte a ti mismo y a los tuyos que abrirte a lo que viene de fuera. Existe un peligro, que, por esa influencia, te veas persuadido y confundido. La verdad nace de nosotros mismos, de un encuentro personal, interior, de la propia película de tu vida, no vista solo, sino acompañado del único que te puede acompañar y ayudar a comprenderla, a darle sentido.

De esa forma puedes comprederte, aceptarte y darte, a pesar de los rechazos, a testimoniar con tu propia vida y ejemplo, el Mensaje de Aquel con quien has sido capaz de ver la propia película de tu vida.

No permitas, SEÑOR, que cese en 
mi empeño de proclamar tu
Mensaje desde mi orígenes.

Dame la fuerza, la paz y la
sabiduría de no cesar de
perseverar en tal empeño
poniendo siempre mi
vida por delante. Amén.

domingo, 27 de marzo de 2011

EL AGUA, SIGNO DE VIDA


Sin agua no hay vida, de tal forma que podemos aguantar varios días sin comer, pero sin beber no resisitiríamos mucho tiempo. El agua es fundamental para nuestra existencia. Sin embargo, por mucho que bebamos siempre volveremos a tener sed. Esta agua que mantiene nuestra vida no nos quita la seda. Siempre estaremos pendiente de ella y con sed.

Y es bueno tener sed, pero una sed que da esperanza de encontrar un agua que sea la propia vida y que brote de una fuente que salta hasta la vida eterna. Esa agua es la que nos interesa y la que, todos, sin excepción buscamos. Sin embargo, buscamos por caminos áridos y secos que no contienen manantiales, al menos, que contengan esa agua que eterniza y quita la sed.
Eso fue lo que le ocurrió a la Samaritana. Estaba ansiosa de amor, de cariño, de justicia,  de agua que calmara su sed y su pasión, pero los cincos maridos e incluso el último, que no lo era, no satisfacían su sed ardorosa de felicidad. JESÚS le propone un agua diferente, una agua que eterniza y salva eternamente. Y se presenta como la Fuente que da un agua vivía que salta a la vida eterna. ÉL es el Manantial que salva y quita la sed para siempre, porque en ÉL está nuestro gozo y salvación.

Quiero encontrar el agua que me 
limpia para siempre. Quiero
encontrar el agua que me 
sacia para siempre.

Y TÚ, SEÑOR, me la ofreces y
prometes. Quiero aceptarla
y experimentarla en mi 
vida. Dame, SEÑOR
esa agua que es
la Vida de la Gracia. Amén.

¡DAME DE BEBER!

Como un dia a la Samaritana, hoy me susurras:
Si conocieras el Don de DIOS..."
y yo reconozco mi hambre y mi sed;
"Mi alma tiene sed de TI
¿cuando veré tu Rostro?"

Entonces resuena fuertementeen mi tu promesa:
"No sólo te saciaré, sino que mi agua será en
ti Fuente, fuente de Fe y Esperanza
para muchos".

¡ESPÍRITU SANTO, concédeme vivir según mi
condición de enviado, de apóstol! misionero
de CRISTO, como ÉL lo es del PADRE, para
que el mundo crea y se salve.
¡Esta es la Voluntad de DIOS. Amén.

sábado, 26 de marzo de 2011

SIEMPRE ES TIEMPO PARA LEVANTARSE (Lc 15, 1-3; 11-32)


Nunca es tarde para levantar tus ojos al PADRE que te espera y quiere. Ayer me confesaba un indigente drogadicto y enfermo del sida que ya no tenía remedio y que donde iba a ir en esta situación. Me apené bastante porque no entiendo como se puede tirar el tesoro más preciado y eterno por unas monedas que te darán una ración de felicidad enfermiza, caduca para volver a empezar hasta tu total destrucción.

Se lamentaba de su equivocación, pero no se levantaba, permanecía en la ceguera de no ver el tesoro a su lado que le dará la vida y el gozo eterno. No me dio tiempo, interesado en recabar algunas monedas de personas que salían en esos momentos de la iglesia, de decirle que hubo un ladrón, condenado a muerte por ese delito, que en los últimos momentos de su muerte, ya estaba todo perdido, levantó la mirada y encontró el verdadero tesoro, la Verdadera Droga, que nos embriaga en un gozo eterno.

A la pregunta que me había hecho: Ya he gastado toda mi vida en esta basura, ¿qué voy hacer ahora? Le respondí: "Levantarte y vivir dignamente los años que te quedan, como una persona en la presencia de DIOS". Siempre hay tiempo para levantarse.

La Palabra de hoy me llena de gozo, pues ayer no sabía que hoy el SEÑOR nos iba a hablar del gran amor que nos tiene. De la paciencia infinita con las que nos espera y de la Misericordia que nos brinda hagamos hecho lo que sea. Somos siempre sus queridos hijos y hasta que no le neguemos definitivamente, siempre estará mirando el horizonte a ver si nos ve aparecer.
¿Y qué decir del hermano mayor? ¿No representa también, en cierto sentido, a todos los hombres y todas las mujeres, y quizá sobre todo a los que lamentablemente se alejan de la Iglesia? La racionalización de su actitud y de sus acciones despierta cierta simpatía, pero en definitiva refleja su incapacidad de comprender el amor incondicional. Incapaz de pensar más allá de los límites de la justicia natural, queda atrapado en la envidia y en el orgullo, alejado de Dios, aislado de los demás y molesto consigo mismo. (Benedicto XVI. Discurso al cuarto grupo de obispos de Canadá en visita "ad limina" lunes 9 de octubre de 2006)
 
El amor desinteresado del Padre no puede dejarnos indiferentes. Esforcémonos por amar como el Padre amó, sin importar que nuestro orgullo se sienta herido, y que la justicia humana no se cumpla. Porque en esto consiste el verdadero amor, en amar a los que no corresponden, aún más, a los que nos hacen injusticias. Llevemos este mensaje gozoso a los demás, y empecemos a instaurar la civilización del amor a partir de hoy en nuestro día ordinario.

¡Jesús, gracias por permitirme gozar
un poco de lo que es tu caridad! 
Espero que me ayudes a llevar
a la práctica este hermoso
y difícil mandamiento
que es el amor. 
 
Nunca permitas que yo te falle. 
Y si te llegara a fallar, 
nunca me abandones
a mi suerte. Amén

viernes, 25 de marzo de 2011

ACEPTO TU VOLUNTAD (Lc 1, 26-38)


Es frecuente oír: "Esto es muy arriesgado y no me atrevo", o "no me atrevo con esto porque no estoy seguro de lo que me puedo encontrar". No solemos dar un paso sin estar seguro de lo que nos podamos encontrar y, una cosa es la prudencia y otra el inmovilismo y el miedo a arriesgar.

Porque en la vida quien no arriesga no camina, y quien no se atreve nunca aprenderá a caminar. Porque la experiencia se toma de lo nuevo vivido y para descubrir hay que atreverse a experimentar y ver. Por lo tanto, María, sin entender ni saber cómo iba a suceder lo prometido acepto y confío en la promesa de quien venía. Porque no se puede uno fiar de cualquiera sino de DIOS. Por que TÚ lo dices, SEÑOR, yo me fío.

Benedicto XVI decía en un interview: «Quisiera despertar el ánimo de atreverse a decisiones para siempre: sólo ellas posibilitan crecer e ir adelante, lo grande en la vida; no destruyen la libertad, sino que posibilitan la orientación correcta. Tomar este riesgo —el salto a lo decisivo— y con ello aceptar la vida por entero, esto es lo que desearía trasmitir». María: ¡he aquí un ejemplo.

Tampoco San José queda al margen de los planes de Dios: él tiene que aceptar recibir a su esposa y dar nombre al Niño (cf. Mt 1,20s): Jesua, "el Señor salva". Y lo hace. ¡Otro ejemplo!

Dame fuerza y valor, SEÑOR, para
atreverme a escucharte y  llevar
a mi vida tu Voluntad. Amén.

jueves, 24 de marzo de 2011

NO NOS BASTA CON VER (Lc 16, 19-31)


Oímos hablar de milagros en Fatima, en Lourdes y ahora en Medjugorje y todo sigue igual o casi igual. Hay mucha gente que han visitados esos lugares y saben hechos y milagros allí ocurridos y mucho no ha cambiado su vida. Sólo observar que oímos que el tabaco mata y seguimos fumando.

No se trata de que venga un muerto a decirnos que JESÚS ha resucitado y es el HIJO de DIOS, porque vino el mismo DIOS, hecho Hombre, y se le ha rechazado. Todavía, su pueblo elegido, Israel, no le reconoce, y muchos se resisten a reconocerlo. Mientras, desde su Muerte y Resurrección, sus apóstoles testifican que lo han visto, que presenciaron su ascensión a los Cielos y que está aquí con nosotros donde dos o más se reunan en su nombre. Pero al parecer eso no basta.

Por eso se le niega al rico Epulón su petición desesperada para despertar en sus hermanos la verdad revelada. Están cegados por las luces de un mundo caduco y sin valor, porque todo lo contenido en él será basura si no se sabe usar y compartir. Somos libres y nuestra decisión ha de ser libre también. Tenemos la verdad revelada en nuestro SEÑOR JESUCRISTO y transmitida por la Iglesia en los Apóstoles. No hay más, si no eres capaz de creer a Moisés y los profetas, no creerás a un resucitado tampoco. Te inventarás una historia que justifique tus apetencias y proyectos.

La fe empieza por ser humilde y para eso se hace necesario darse cuenta de nuestra pequeñez y de tomar conciencia que somos criaturas creadas por nuestro PADRE DIOS. Enseguida sale nuestro espíritu razonador, nuestro orgullo y soberbia de ver y demostrar para creer. Nos creemos grandes y con derechos, cuando hemos recibido todo gratuito. Sólo los abatares de la vida nos harán darnos cuenta de nuestro error. 

¿Estás en paz? Reza: la oración te conservará.
 ¿Eres tentado? Reza: la oración te sostendrá.
¿Has caído? Reza: la oración te levantará.
¿Estás desanimado? Reza: la oración te fortalecerá.

¿Estas abandonado? Reza: la oración hará que
JESÚS se acerque a ti.
Te ves perdido, no sabes ya que va a ser de
ti... arrojate en la oración: no razones,
no pienses, es decir, reza. Amén.

miércoles, 23 de marzo de 2011

SER SERVIDOR Y NO SER SERVIDO (Mt 20, 17-28)


Ese es el fin que persigue nuestro camino: "Ser servidor y no ser servido". De alguna manera todos queremos ser servido. Trabajamos para ser estimados, bien conceptuados, tener prestigio, también dinero y una posición bien considerada. Cuando sentimos que eso no es así nos molestamos y buscamos recuperar el aparente prestigio perdido.

No nos debe preocupar mucho esa inclinación porque es lo natural y a lo que estamos sometidos, pero si nos debe preocupar esforzarnos en salir de esta situación injertándonos en Aquel con el que podemos salir y vencernos. Porque el no hacerlo es admitir nuestro fracaso y aceptar nuestra propia muerte eternamente. Morir es permanecer eternamente en la angustia y desesperación de querer alcanzar el gozo y la paz y no poder hacerlo.

Sólo en JESÚS y con JESÚS podemos salir de nosotros mismos, de nuestra propia cárcel y alcanzar la paz y felicidad deseada, porque en ÉL está nuestro gozo y dicha. Y la propuesta de JESÚS es, olvidándonos de nosotros mismos, servir y servir a los demás. Y eso implica abajarse hasta el punto de considerarse esclavo por amor a los demás. Servir no es hacer, sino dejarse hacer y permanecer disponible para estar entregado a la acción de lo que es bueno para el otro. Servir es estar dispuesto a perderme por el bien del otro.

Y esto no solo es difícil sino imposible acometerlo individualmente. Solo en, por y con CRISTO podemos lograrlo. Por lo tanto, la oración y la obediencia apoyada en la fe es la medicina que nos permite salir de nosotros para entregarnos a los otros.

Dame la sabiduría, la paz y la fortaleza
de encontrar en TI, SEÑOR, el camino
del servicio desinteresado porque
TÚ lo dices, SEÑOR, para el bien
de mis hermanos.

Dame la fuerza de no apartarme de tu
amistad (Piedad) y de estar en constante
búsqueda de conocerte mejor (formación),
para servir (Acción) a mis hermanos
los hombres. Amén.

martes, 22 de marzo de 2011

NUESTRAS FELICIDAD ESTÁ EN NUESTRA CAPACIDAD DE AMAR (Mt 5, 20-26; Mt 1. 16. 18-21. 24a; Mt 17, 1-9; Lc 6, 36-38; Mt 23, 1-12)


Después de unos días hermosos en la presencia del SEÑOR y junto a los hermanos que, como yo, hemos participado en el 44 Cursillo mixto de Lanzarote, vuelvo de nuevo al camino de mi peregrinar para continuar el combate de mi vida injertado en el SEÑOR.

Un combate ganado pero no por eso excento de lucha y sacrificios. Porque todo combate implica lucha, esfuerzo, sacrificio y renuncia, pero que con, por y en el SEÑOR se hace suave y ligero.

En estos últimos días el SEÑOR nos ha hablado de perdón y misericordia. Nos ha indicado que si no somos mejores que los escribas y fariseos no venceremos y, por lo tanto, no alcanzaremos la dicha de ser felices eternamente. Porque no se trata de aparentar sino de ser. Ambas cosas van unidas e inseparables: "Ser y parecer".

Si algo anda mal en mi vida, debo arreglarlos  antes de aparentar ser y en la realidad no serlo. Eso ocurrió, continua la Palabra de DIOS, con san José, esposo de María. Tuvo duda, no entendía lo que ocurría con María, y trató de ser coherente con su pensamiento. Pero avisado en sueños decidió dar verdadera respuesta a sus dudas y aceptar y obedecer lo que el SEÑOR le señaló. Porque TÚ lo mandas, ¡DIOS mío!, seguiré tu camino.

Consciente de nuestras limitaciones y pobreza, JESÚS nos anticipa la Gloria de su Divinidad y nos sorprende con la Transfiguración. Pedro ya no quería otro lugar ni nada más. La sola presencia de la Gloria del SEÑOR le bastaba. Sólo el SEÑOR basta, y todo lo demás son añadiduras que, mientras caminamos por este mundo, nos sirven para cumplir nuestra misión.

Y la medida de nuestro amor será el veredicto de nuestro juicio. En la medida que perdones, que comprenda, que sirva, que disculpe, que sea misericordioso, que ame, seré así, y no de otra forma, perdonado y glorificado para la eternidad.

Y hoy, 22 de marzo, JESÚS nos llama a la pobreza y humildad. No nos dejémonos llamar maestro, ni consejero, porque Uno solo es nuestro PADRE, el del Cielo. Uno solo es nuestro Consejero, CRISTO. El primero entre nosotros será nuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla sera enaltecido.

¡DIOS mío!, no dejes que me
engríe, que me sienta más
importante que otros. 
Que siempre tenga claro que
solo TÚ eres el importante y
SEÑOR del Cielo y la Tierra.

Que entienda, mi SEÑOR, que todo
me viene de TI. Que sepa darme
cuenta que lo que tengo es don 
y regalo de tu amor. Amén.

jueves, 17 de marzo de 2011

¡SABEMOS PEDIR? (Mt 7, 7-12)


No llega del todo a convencernos eso de la oración. Tampoco está muy claro que el SEÑOR nos escuche o que podamos relacionarnos con ÉL. Eso parece a primera vista por los resultados que apreciamos y vemos. Nos pasamos la vida pidiendo por nuestros problemas y no vemos que todos se solucionan y tampoco, en el mejor de los casos, como a nosotros nos gustaría.

Entonces, ¿qué ocurre con esto de la oración, realmente el SEÑOR nos escucha y atiende? Desde mi experiencia puedo afirmar rotundamente que si, lo que ocurre que una cosa es lo que yo creo que necesito y otra lo que verdaderamente necesito. Una cosa es lo que a mí me gustaría y como me gustaría resolver mis problemas y asuntos, y otra muy diferente como me conviene que se solucionen y resuelvan.

Tendré que admitir que yo me equivoco siempre, y el SEÑOR nunca. Tendré que admitir que yo no sé lo que me conviene y el SEÑOR sí. Tendré que aceptar que muchas cosas que son para mi bien no las puedo llegar a entender, pero el SEÑOR sabe que eso es lo que necesito para mejorar y alcanzar mi perfección.

Por eso, a la hora de pedir hay que empezar por demandar luz para ver y entender que es lo mejor para mi vida. Lo experimentamos cuando, en el papel de padre o madre, respondemos a nuestros hijos con un "no" o un "sí" dependiendo de lo que nos diga nuestro entendimiento y razón, porque buscamos darle lo mejor. Y nosotros lo hacemos con un margen muy grande de duda, de posibilidades de equivocarnos. Mientras que el SEÑOR, Nuestro PADRE sabe ciertamente y seguro que es lo que nos viene bien.

Por todo ello, sepamos que el SEÑOR siempre está pendiente de nuestros ruegos y peticiones. Nos espera como al hijo prodigo, siempre atento al horizonte y a nuestro regreso. Y nos recibe con lo mejor, lo que necesitamos y anhelamos. Nuestro PADRE DIOS siempre nos da lo que verdadermante es para nuestro bien.

Enseñanos, SEÑOR, a pedir, 
a pedir según tu Voluntad y
no la nuestra.

Enseñanos a querer y desear
lo que TÚ quieres darnos
porque eso es lo mejor
para nuestra vida.
no la nuestra.

Muestranos la eficacia de
la oración y la luz de 
sabernos escuchados
y atendidos. Amén.

miércoles, 16 de marzo de 2011

ESTÁ DELANTE DE NOSOTROS (Lc 11, 29-32)


Y si nos diera otra señal pediríamos muchas más. No se trata de buscar lo que quieres encontrar, sino de buscar la verdad. Me ha costado tiempo en entender esto. Creo que lo he entendido cuando el ESPÍRITU SANTO lo ha creído conveniente y necesario. Antes me he fiado, y ahora me ha sido dado el entenderlo.

Porque cuando buscas estamos inclinado a buscar lo que antes hemos pensado querer encontrar, y claro, si encuentras otra cosa que no es tú verdad aparece la contradicción y el rechazo. Buscar la verdad es estar dispuesto al lanzarse al vacío y recibirla pese no se me abra el paracaídas. Es necesario luchar interiormente contra mis seguridades, mis apetencias, mis perezas y desidias y dejarme llenar de la Verdad no de mi limitada y pequeña verdad confundida por las luces del mundo.

Y cuando buscas en verdad, encuentras la Verdad. Se hace necesario limpiar primero tus lámparas y tus luces para, iluminado, encontrar lo que realmente, sin saberlo ni quererlo conscientemente, deseamos encontrar porque todos buscamos la eterna felicidad. Pero no sabemos dónde , cómo y en quien o qué.

Por eso,el Evangelio de hoy nos dice que no se nos dará otra señal porque ya la tenemos delante de nosotros ojos: JESÚS de Nazaret.

Creer es fiarse y yo quiero fiarme
 de TI, SEÑOR. Fiarme de TI porque
TÚ tienes Palabra de Vida Eterna.

Todo se ha cumplido en TI, SEÑOR,
y TÚ nunca has fallado. Tu Palabra
dice Verdad y esa Verdad tu la
testimonias.

Pero soy débil y desconfiado, SEÑOR.
Dame la sabiduría y la fuerza para
no desfallecer ni dudar, para
mantenerme firme y fiel en 
tu presencia. Amén.

martes, 15 de marzo de 2011

TÚ, DIOS MÍO, SABES LO QUE NECESITO (Mt 6, 7-15)

Cuando oren, no hablen mucho, ...

No sabemos lo que realmente necesitamos ni donde está lo verdaderamente importante, pues si fuera así otro gallo cantaría en el mundo y sus aconteceres. De inmediato cesarían las guerras, las luchas por el poder, las envidias y muchas cosas más.

Y cuando pedimos, pedimos cosas que creyendo que nos van a dar la felicidad no hacen sino alargar nuestra ansiedad y carrera en la búsqueda de la misma. Nuestra experiencia nos dice que siempre estamos detrás del elixir de la felicidad. No encontramos nada que nos satisfaga eternamente, porque eso es lo que queremos.

Sí, encontramos cositas que nos alegran la vida, pero que igual que aparecen, desaparecen y nos dejan igual o peor. Necesitamos a Alguien Superior que nos indique el camino de pedir lo que realmente necesitamos. Por eso, JESÚS, nos dice hoy en el Evangelio que no nos esforcemos en hablar y rebuscar con palabras y formas porque nuestro PADRE sabe lo que necesitamos. Simplemente digamos: PADRE Nuestro que estás en el Cielo...

PADRE Bueno del Cielo, enseñáme
a llamarte PADRE y a confiar en TI.
Enseñame a escucharte y a dejarme
llevar por tus consejos y señales.

PADRE Bueno, enseñame a aceptar
lo que TÚ sabes que necesito y
es para mi bien. No dejes que
me guíe por mis apetencias, por 
lo que yo creo que necesito, pues
sólo TÚ  tienes Palabra de
Vida Eterna. Amén.

lunes, 14 de marzo de 2011

ERES LIBRES (Mt 25, 31-46)

Tuve hambre, y no me disteis de comer.

Muchas veces pensamos que un DIOS Misericordioso no puede condenar a ninguno de sus hijos, pues entonces no resultaría tan Misericordioso hasta el punto de enviar a su HIJO Predilecto a morir por cada uno de nosotros. Se desprende de su Amor y Misericordia que nadie de sus hijos será castigado.

Sin embargo, DIOS en su Omnipotencia nos ha creado libres, libres para reponder de nuestros actos de forma responsable y voluntaria. Y en su Omnipotencia, DIOS, se ata las manos para cumplir su promesa de darnos libertad para decidir por nuestra propia cuenta. Somos el único ser libre que puede negarle a DIOS su sonrisa, su elección y su amor. 

Y en ese sentido, el Evangelio de hoy nos previene de posibles sorpresas en referencia a nuestra respuesta LIBRE Y VOLUNTARIA al SEÑOR. Al ser libre soy responsable de mis actos y seré yo quien escogeré mi salvación o condenación. La cosa es muy seria y mientras estemos en este mundo tenemos la oportunidad de elegir donde queremos estar:  a la derecha o a la izquierda.

DIOS, Nuestro PADRE nos quiere mucho y sufre por nuestro desamor, pero nos ha hecho libres para que nosotros elijamos si queremos responderle o no. Luego, tenemos en nuestras propias manos nuestra salvación o condenación.

SEÑOR, yo quiero responderte de
forma afirmativa. Quiero seguirte
y decirte que sí a tu Amor 
desinteresado.

Quiero tomar mi cruz, la que
TÚ has escogido par mí, 
porque esa es la 
que podré 
llevar. Amén.

domingo, 13 de marzo de 2011

PARA ALCANZAR LA GLORIA ES NECESARIO SER TENTADO (Mt 4, 1-11)


Cuando todo transcurre como nos gusta el camino se hace fácil y cómodo, pero cuando aparecen los obstáculos y las dificultades todo se ve de otra forma y el camino se hace duro y difícil. Es entonces cuando probamos nuestra resistencia, nuestra voluntad y nuestra firmeza. Sin esas pruebas no nos mostramos a nosotros mismos nuestras capacidades y fortalezas.

Por eso, para merecer algo es necesario sufrir las pruebas que nos capacitan y nos revelan que somos merecedores de tal premio. Para eso somos libres, para poder decidir y elegir el camino que queremos tomar. Podemos escoger la puerta ancha o la estrecha y según escojamos tendremos felicidad o tristeza eterna.

JESÚS nos muestra el camino que tendremos que recorrer en el desierto de nuestra vida. Tres son los peligros que nos amenazan: el mundo y sus maravillas, sus cosas, sus bienes y posesiones. Son los panes de nuestra hambre material. Tener y poseer.

El poder de ser adorado, de ser el centro de atención, de todas las miradas, de mandar y dirigir mis proyectos, mis caprichos, mis deseos... El poder de que el mundo se postre ante ti y te adore.

Y en tercer lugar, la carne, el culto al cuerpo, el gozo del deleite, el centro de nuestro mundo y adoración. Vivimos para cuidar de él y cuando nos hacemos viejos se desmorona toda nuestra vida. El culto a lo caduco y finito. Nuestra ceguera mortal.Todo ello lo expresa mejor santo Tomas de Aquino diciendo que «la causa de las tentaciones son las causas de las concupiscencias: el deleite de la carne, el afán de gloria y la ambición de poder».

SEÑOR, no dejes que mi vida se
pierda en las cosas de la vida.
No permitas que mi vida
se gaste en lo caduco
y finito.

Dame la fortaleza y sabiduría
para saber discernir donde
está la verdadera vida y por 
donde debo empeñar e
invertir mis esfuerzos. Amén.

Pongo a continuación esta reflexión que me parece bastante completa y nos puede ayudar mucho:

¿Cómo nos tienta el demonio?
Mateo 4, 1-11. 1er. Domingo de Cuaresma. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que Cristo venció la tentación?
Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Mateo 4, 1-11

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna». Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.


Reflexión:


“Dos amores quisieron construir dos ciudades -escribe san Agustín en su famosa obra teológica ´De Civitate Dei´-: el amor de Dios hasta el desprecio del mundo y de sí mismo, y el amor del mundo y de sí mismo hasta llegar al desprecio de Dios”. Ésta es la historia de cada ser humano, de cada uno de nosotros: o escogemos a Dios y renunciamos a todo lo demás -al pecado, al egoísmo, a los vicios del mundo-, o nos preferimos a nosotros mismos hasta negar y rechazar a Dios. Como aquellos hombres que quisieron construir la torre de Babel para escalar al cielo y destronar a Dios.

Esto es lo que nos enseña el Evangelio de hoy, con el que iniciamos este período litúrgico de la Cuaresma: las tentaciones de Jesús en el desierto.
En los ejercicios espirituales se presenta esta meditación como “las dos banderas”: la bandera de Cristo está representada en las bienaventuranzas y en el Sermón de la montaña, que acabamos de meditar hace apenas dos domingos; y la bandera de Satanás, cuyo programa de vida se resume en las tentaciones.

Jesucristo nuestro Señor, a pesar de ser Dios, no quiso verse libre de las tentaciones porque quiso experimentar en su ser todas las debilidades de nuestra naturaleza humana y poder, así, redimirnos: “Se hizo semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado -nos dice la carta a los hebreos (Hb 4, 15)- para poder expiar los pecados del mundo”. Pero no sólo. Además, padeciendo la tentación, quiso darnos ejemplo de cómo afrontarlas y vencerlas. Nos consiguió la gracia que necesitábamos y nos marcó las huellas que nosotros debemos seguir para derrotar a Satanás, como Él, cuando se presente en nuestra vida.

San Agustín, en efecto, nos dice: “El Señor Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto y en Él eras tú también tentado. Cristo tenía de ti la condición humana para sí, y de sí la salvación para ti; tenía de ti la muerte para sí y de sí la vida para ti; tenía de ti ultrajes para sí, y de sí honores para ti. Y también tenía de ti la tentación para sí, y de sí la victoria para ti. Si en Él fuimos tentados, en Él venceremos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que Cristo venció la tentación? Reconócete, pues, a ti mismo tentado en Él, y reconócete también a ti mismo victorioso en Él. Hubiera podido impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de Él a vencerla”.

¿Y cuál ese ejemplo que Cristo nos dejó para que nosotros aprendamos de Él? El Evangelio de hoy es sumamente elocuente y pedagógico en este sentido. Veámoslo.

Ante todo, el demonio es un hábil oportunista que sabe sacar el mejor partido de las ocasiones peligrosas y de nuestras debilidades. Después de que nuestro Señor había ayunado cuarenta días y cuarenta noches -en la Biblia el número cuarenta es simbólico, y quiere decir “bastante tiempo”, un tiempo de plenitud y perfección- el demonio lo tienta por el lado débil: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.

Siempre juega con premeditación, alevosía y ventaja. Y, además, quiere que Jesús use sus poderes divinos para satisfacer sus propias necesidades personales; o sea, quiere que cambie e invierta el plan de Dios para poner a Dios a su servicio y comodidad.

Pero nuestro Señor no se deja vencer. Él no dialoga ni un instante con el tentador ni se pone a considerar si esa propuesta es buena o interesante... No. Jesús rompe enseguida, y usa como único argumento la Palabra de Dios: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

El segundo asalto de Satanás: la vanagloria, la ostentación, la búsqueda de triunfos fáciles y rápidos. El demonio quiere que Jesús use ahora su poder para impresionar y “apantallar” a toda la gente. Si se tira del pináculo del templo y los ángeles de Dios lo recogen en sus manos, todo el mundo sabrá que de verdad Él es el Hijo de Dios y quedará conquistado en un instante.

Pero Jesús vuelve a ser tajante con el tentador y de nuevo usa como arma la Palabra de Dios: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Está claro que Dios puede hacer lo que quiera, porque es Omnipotente, pero Cristo sabe que no debe “obligarle” a actuar de determinada manera haciéndole peticiones inoportunas que no están dentro de su plan de salvación.

Tercer asalto: la ambición del poder, la apostasía, el tratar que Jesús renuncie a la total dependencia de Dios. El demonio lo lleva ahora a una montaña altísima y le muestra todos los reinos del mundo y su esplendor, y le dice: “Todo esto te daré si te postras y me adoras”. ¡Esta tentación era mucho más terrible, insolente y descarada que las dos anteriores!
Así es siempre Satanás. Primero se insinúa y provoca con una hábil y sutil estratagema; luego es un poco más atrevido; y después, cuando ve que Jesús ha resistido los primeros intentos, se vuelve tremendamente avasallador y descarado.

Diríamos que esta vez “va por todas” con tal de vencer. Es su última oportunidad y va a poner todas sus baterías para hacer caer a Jesús. Ahora pretende que Jesús se postre a sus pies y lo adore. Tal cual. ¡Tamaña desfachatez! Si algo no podía hacer Jesucristo era precisamente eso: ir en contra de Dios, sucumbir al pecado de idolatría. Eso fue lo que hizo Luzbell cuando cedió a la tentación de rebeldía contra Yahvé: “¡No lo serviré!”. Y ahora quiere que Jesús haga otro tanto...

Pero nuestro Señor tampoco va a ceder esta vez. Si ahora es más descarado y frontal el ataque del enemigo, Jesús también se vuelve ahora mucho más enérgico y radical con el tentador: “¡Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto!”. Nuestro Señor pone por tercera vez el argumento de la Palabra de Dios y no se hace sofismas ni fáciles razonamientos para engañar su conciencia. Dios no se equivoca.

Fijémonos en un detalle más: el demonio siempre usa la mentira y el engaño para tratar de seducirnos, y desafía nuestro orgullo y amor propio para que nos rebelemos. Las tres veces comienza la tentación con esta provocación: “Si eres Hijo de Dios...” y promete unos reinos que no son suyos ni le pertenecen.

Ésta es siempre la táctica de Satanás. Fue lo que hizo con nuestros primeros padres en el paraíso. Y ésta es la “psicología” de la tentación y de la caída. Aprendamos muy bien la lección y no permitamos jamás que el demonio nos aparte de Dios. Vigilemos y oremos para no caer en la tentación. No juguemos con el tentador. Seamos tajantes. Y con el arma segura de la Palabra de Dios -o sea, con la Sagrada Escritura, el Evangelio, la enseñanza autorizada de la Iglesia y la voz de nuestros pastores y de nuestro director espiritual- no nos engañaremos y venceremos al enemigo. Permanezcamos al lado de Cristo y aprendamos de Él para ser buenos discípulos suyos.

sábado, 12 de marzo de 2011

SÓLO EL ENFERMO ESTÁ NECESITADO DE SALUD (Lc 5, 27-32)

Después Jesús salió y vio a un...

La Palabra de hoy, sábado, nos llena de esperanza. JESÚS nos dice y nos demuestra que ha venido a salvarte a ti y a mí, pobres hombres y mujeres que fallamos cada día; pobres hombres y mujeres que nos perdemos en nuestras propias carencias humanas y nos ahogamos en nuestras inclinaciones carnales y apetitos materiales.

Somos de carne y hueso y sentimos sed, fatiga, pereza, miedo, inclinación al mal, egoísmo... y nos cuesta mucho enderezar nuestra vida. Somos pecadores y lejos estamos del Reino de DIOS. Pero JESÚS nos prefiere a aquellos que se arrogan el mérito de creerse merecedores del Reino de DIOS y se erigen en ejemplos de otros. 

JESÚS prefiere a los débiles y pobres, porque con ellos testimonia su poder. Así elige a los más desfavorecidos o alejados de su propósito para proclamar su Palabra y, con lo más débil, vencer a lo más fuerte: nuestra propia humanidad pecadora. Porque de hacerlo con los arrogantes y orgullosos, los fuertes y poderosos se desprenden que sería lo más lógico y lo natural. Y eso no tendría, a los ojos de los hombres, gran repercusión ni mérito porque se vería como normal y natural.

Pero con esta actitud de escogerlo, Nuestro Señor Jesucristo nos dice que más bien es este tipo de gente de quien le gusta servirse para extender su Reino; ha escogido a los malvados, a los pecadores, a los que no se creen justos: «Para confundir a los fuertes, ha escogido a los que son débiles a los ojos del mundo» (1Cor 1,27). Son éstos los que necesitan al médico, y sobre todo, ellos son los que entenderán que los otros lo necesiten.
SEÑOR JESÚS, TÚ sabes quien soy,
TÚ sabes como soy y lo que
puedo hacer. TÚ sabes 
de mis talentos, de
mis pobrezas.

Sabes a donde puedo llegar
y cual es mi misión. Haz
que sepa encontrarla y
descubrirla para servirte 
según tu Voluntad.

Es eso lo que más deseo y
mi mayor empeño en 
conseguir. Nada quiero
por delante de ese objetivo,
pero soy pobre, pecador y
necesito tu Gracia.

Acepta, SEÑOR, este corazón
contrito y arrepentido que
quiere humillarse y ser tu
fiel servidor. Amén.

viernes, 11 de marzo de 2011

AYUNAR ES CUMPLIR TU VOLUNTAD (Mt 9, 14-15)


Podemos distraernos y quedarnos en la norma y en la práctica acomodándonos al cumplimiento exterior sin tener más consecuencia. Podríamos instalar nuestra conciencia en ciertas acciones concretas y poner límite a nuestro obrar. Cumplido el propósito quedo liberado de seguir mi voluntad.

Y ese puede ser nuestro error como el de los fariseos que preguntaron a JESÚS cómo era posible que sus discípulos no ayunaran mientras los de Juan sí lo hacian. Porque no se trata de hacer un sacrificio desencarnado de la propia vida. No se trata de privarse de una satisfacción o necesidad y se acabó. El espíritu del ayuno nace de una actitud constante en el esfuerzo de cumplir la Voluntad de DIOS.

En ese sentido estamos ayunando constantemente. Lo recordamos ahora en Cuaresma, pero nuestra Cuaresma es el camino de nuestra vida hacia nuestra propia Pascua injertados en JESÚS. Y, en ese sentido, estamos llamados a prepararnos diariamente y constantemente hasta el final. Y prepararnos es ejercitarnos en vencer nuestros apegos, nuestras perezas, nuestras tendencias e inclinaciones egoístas, nuestra carnalidad y soberbia. 

Y eso necesita un ayuno constante de esfuerzo y de relación con Aquel que me salva y me libera, por su Gracia, de las cadenas que me oprimen. Ayunar es Eucaristía, es Penitencia, es Oración, es estar en actitud de servicio, de escucha, de entrega, de ponernos constantemente en actitud de amar sin condiciones ni esperar nada a cambio.

JESÚS de Nazaret, ilumina mi
espíritu y enciende en mí
la actitud de ponerme
en camino de conversión.

Llena todo mi ser de la 
sabiduría, paz y fortaleza de
vivir cada día la decisión
de renuncia a mí mismo para
poder entregarme a los demás. Amén.

jueves, 10 de marzo de 2011

LO IMPORTANTE ES EL RESULTADO FINAL (Lc 9, 22-25)

El camino está claro, "quien quiera seguirme que cargue con su cruz y me siga". Porque el Camino de JESÚS fue sufrimiento, muerte y resurrección. Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la esencia de la vocación cristiana): "negarnos a nosotros mismos, tomar cada día la cruz y acompañar a Jesús".

Negarnos no significa amargarnos ni anularnos tristemente, sino todo lo contrario. Negarse es no buscarse ni afanarse por el triunfo caduco que te ofrece esta vida. Negarse no es poner en primer plano de mi vida el éxito, la fama, la riqueza, el gozo material y egoísta, el placer, el poder, la influencia, el prestigio y tantas cosas más.

Negarse es estar en actitud de gozar de todo lo creado para bien del ser humano, pero sin olvidar que todo ha sido creado para todos, no sólo para mí. Y quien más ha recibido debe ponerlo y compartirlo con los que no han recibido tanto o tiene carencia esenciales. Y eso no está dirigido a los bienes sino también a los talentos intelectuales y espirituales.

Afirmarse, por el contrario, es buscar la seguridad en esta vida y en las cosas y afanarse por ser él mismo. Poner todo en función de ti y, si sobra algo, para los demás. Ese es el camino, como nos dice JESÚS hoy, de la perdición. Quien anda por ahí perderá su vida. 

Mientras que toma la otra vereda y se olvida de sus afanes, de sus inclinaciones, de sus seguridades, de sus egoísmos y toma su batalla y lucha diaria (su propia cruz) y se afianza en el SEÑOR, ese al final, después del sufrimiento y la muerte alcanzará la Resurrección gloriosa en la presencia del PADRE.

Jesús mío, dame mucha fe y amor
para llevar la cruz que tú me has dado, 
pues es el camino por donde has querido 
que te encuentre y llegue hasta ti.

Jesucristo, estoy dispuesto a seguirte 
por este camino hermosísimo de ser cristiano. 
Ante todo lo que tú has hecho por mí, 
no encuentro otro camino para corresponderte 
que rendirme a tus pies para aprender de ti,
para vivir lo que tú viviste. 

Sé que este camino entraña abnegación y sacrificio, 
y será fecundo sin comparaciones 
si busco encontrarte.Amén.

miércoles, 9 de marzo de 2011

HAZ EL BIEN Y NO MIRES A QUIEN (Mt 6, 1-6. 16-18)

“Guardaos de practicar...
Por nuestra inclinación humana estamos tentados de proclamar todo lo bueno que hacemos y esconder lo malo. Es nuestro primer impulso, vanagloriarnos de lo que nos engrandece y silenciar todo aquello que nos desprestigia. Es la batalla de la arrogancia contra la humildad. JESÚS nos propone lo segundo, ser humilde, y callar todo aquello que nos llena plenamente y nos invade de gozo.

Experimentamos tal cosa cuando hacemos y nos damos en favor de alguien. Cuando nuestras obras sirven y mitigan las penas, carencias y necesidades de otros. Descubrimos que el amor es lo que nos hace feliz y nos quedamos perplejos cuando experimentamos el esfuerzo de buscarlo en otras cosas equivocadamente. Pero, todo no queda en plenitud si alternativamente vamos pregonando lo que hacemos.

Y es que, decir lo que hacemos implica buscarnos y enaltecernos. Eso le quita méritos, por decirlo de alguna forma, a nuestro obrar, pues al darnos prestigio recibimos nuestra paga y todo queda ahí. JESÚS nos propone hoy que no digamos nada, que hagamos las cosas en silencio y sin interés y que escondamos nuestras manos pues sólo nos interesa que lo sepa el SEÑOR. ÉL es nuestro público y quien nos pagará el precio de nuestro amor.
JESÚS se hizo Hombre por amor, para estar junto a nosotros, para que le pudiésemos comprender al ser uno de los nuestro. Nuestro PADRE del Cielo no tiene rostro, pero JESÚS si lo tiene, y humano tal como nosotros. Por eso le entendemos y comprendemos lo que ha hecho con nosotros. Nos ha dado su vida entregándola por nosotros. Sin ningún interés y a cambio de nada. Por puro amor y para nuestro bien. 

Eso nos exige y nos demanda hacer otro tanto a nosotros por ÉL, pero en los hombres porque ÉL se ha quedado en cada uno de nosotros para que amándonos el mundo sea un lugar de justicia, amor y paz.

Padre mío, vengo a encontrarme en este momento contigo. 
Vengo como un niño a ponerse en los brazos de su padre. 
Vengo a dejar de lado las preocupaciones de la vida
para entrar a lo oculto de mi corazón 
donde Tú has querido quedarte.
Concédeme la gracia de aprender a vivir sólo para ti, 
para que todos los momentos de mi día,el trabajo, 
el estudio, mi mis quehaceres del hogar 
las viva por amor a ti. Amén.

martes, 8 de marzo de 2011

COHERENCIA (Mc 12, 13- 17)

Y le enviaron algunos de los fariseo y herodianos para...

Decimos de esta persona que es falsa e hipócrita porque aparenta ser una cosa y con su vida y sus hechos hace otra muy distinta. No nos gusta aquellas personas que proclaman unas verdades que luego no se hace realidad en sus vidas. Nos nos atraen aquellas personas que practicando unas normas establecidas, ellas luego, en sus vidas, no las llevan a cabo.

Son los llamados fariseos que proclaman y no hacen ni se esfuerzan en hacer. Porque lo importante no es caer o fallar, sino el esfuerzo sincero y verdadero por llevar a cabo lo que proclamas y dices. Eso se nota rápido.
Por eso, aquellos fariseos y herodianos le hicieron esa pregunta a JESÚS con el ánimo de atraparlo. No había escapatoria. Por un lado si afirma que no es lícito pagar impuesto, le caerá encima el poder de aquel tiempo, y si defiende que hay que pagarlos le caería el propio pueblo que se siente explotado. 

La respuesta, que no esperaban, les deja maravillado porque sólo una mente clara, inteligente, dueña y poseedora de la Verdad Absoluta puede responder de esa manera. "Darle al Cesar lo que es del Cesar y a DIOS lo que es de DIOS". Eso comporta vivir mi vida humana y espiritual en espíritu y en verdad. Eso significa vivir en toda su dimensión mi relación con los hombres y mi relación con DIOS.
Dar al Cesar contiene dar a los hombres lo que, por su dignidad de ser hijos de DIOS, tienen derecho a recibir. Es establecer ese Reino de justicia, de amor y paz que todos los hombres desean y quiere, pero que el egoísmo y la avaricia alimentados por la soberbia desequilibra y rompe. Véase el hambre del mundo, el aborto, las guerras del norte de África y...etc.

Pero, también y más importante dar a DIOS todo lo que hemos recibido de ÉL. De nada nos sirve el disfrute de la vida si al final perdemos la propia vida. Perder la vida significa resucitar a la verdadera vida, la que nos espera a todos después de pasar por la muerte y encontrarnos lejos de la presencia de DIOS. Será un martirio constante y eterno.

Y dar a DIOS lo que es de DIOS es entender que ganar la vida es permanecer después de la resurrección junto al PADRE y JESÚS, en su Naturaleza Humana de DIOS hecho Hombre. Porque nuestro SEÑOR JESÚS estará con nosotros para siempre. No se ha encarnado para desaparecer, sino que nos acompañará en su cuerpo glorioso, igual que el que tendremos nosotros, para toda la vida. ¡Vaya dicha y gozo".
¡SEÑOR!, haz que sepa dar al Cesar
lo que es del Cesar y a TI lo que
se tuyo.

¡SEÑOR!, dame la luz de saber que
sólo me pides lo que esperas que
yo pueda darte, porque antes
me lo has dado TÚ.

¿SEÑOR!, enciende en mí la
sabiduría de comprender
que TÚ eres lo más 
importante, y que
mi vida es
tu vida. Amén.

lunes, 7 de marzo de 2011

¿ES NUESTRA LA VIDA? (Mc 12, 1-12)


Difícilmente nos paramos a pensar quien nos ha dado la vida. Nos parece que todo lo que tenemos es nuestro y lo hemos ganado por nuestro propio esfuerzo. Ni siquiera, aunque en el fondo lo pensamos y lo admitimos, caemos en la cuenta de lo que le debemos a nuestros padres. Si nos paramos un poco nos damos cuenta que todo nos ha sido dado. Directamente de DIOS e indirectamente de nuestros padres y otros muchos que se presentan en nuestra vida.

Pues esto nos lo recuerda hoy JESÚS en el Evangelio. Tu vida es una viña, una viña que te ha arrendado mi PADRE Bueno del Cielo, y que en un momento dado, cuando ÉL quiera vendrá a pedirte los frutos que te corresponde cultivar y ofrecerle. Tarde o temprano nos será arrebatada y nos pedirá cuenta. Por eso es momento de cortar nuestro apresurado y alocado vuelo y pararnos, pararnos y pararnos, para pensar y meditar a dónde vamos.

Hemos despedidos a los enviados, a los que de parte del SEÑOR de la viña han venido a recordarnos que debemos corresponder con nuestros frutos. Hemos rechazados a todos aquellos que han querido advertirnos de que el SEÑOR nos pedirá cuenta en cualquier momento. Para muchos puede ser ahora mismo, pero no, embobados por las luces, la avaricia y las cosas caducas de este mundo, hacemos caso ni nos damos cuenta. Por eso necesitamos pararnos.

Haz, SEÑOR, que sea capaz de darme
cuenta y pueda ver que hago con
todo lo que TÚ me has dado.

Haz, SEÑOR, que sepa comprender
que TÚ eres mi tesoro y lo que
tengo que cultivar en la viña
que TÚ me has dejado.

Haz, SEÑOR, que me esfuerce en
 dar los frutos que TÚ esperas
recoger y que espere tu
regreso para ofrecértelos. Amén.

domingo, 6 de marzo de 2011

CONSTRUIR SOBRE ROCA (Mt 7, 21-27)


Sabemos por experiencia que todo aquello que se hace de forma negligente, sin reparar cuidadosamente sobre los fundamentos de su propia estructura u organización, y sin la debida responsabilidad, deriva en su propia destrucción al paso de las primeras tormentas que el tiempo trae consigo.

Si no he procurado sostener mi vida sobre una base sólida, responsable y bien organizada, ésta se tambaleará con las primeras dificultades, obstáculos y tempestades por las que todos pasamos de una u otra forma. La vida necesita irse construyendo desde la base de las virtudes y la familia. Son estas las columnas que la fortifican, la apuntalan y la sostienen. Y en su caso, de no poder hacerlo, si es necesario estar injertado comunitariamente en la familia eclesial.

Somos responsables de la construcción de nuestra propia casa, y si no la fortificamos sobre roca no estará segura. Y nuestra roca no puede ser otra que JESÚS de Nazaret, porque ÉL es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. ÉL es quien tiene autoridad y Verdad para señalarnos el camino de la salvación.

SEÑOR, no dejes que me pierda en 
la búsqueda de sostener mi vida
en las cosas de este mundo. 
Como siempre ocurre, todo se
derrumbará cuando llegue la 
tempestad y los vientos.

Sólo en TI, Roca Viva y Fuerte, podré
edificar mi vida. Sólo TÚ puedes
guiarme, alumbrar mi vida y
conducirme por el Camino 
de la salvación.

sábado, 5 de marzo de 2011

¡SEÑOR!, TÚ TIENES PALABRA DE VIDA ETERNA ( Mc 11, 27-33)

¿Con qué autoridad...

En ÉL se cumple todo lo profetizado y ÉL siempre da cumplimiento a su Palabra. Para fiarnos de alguien necesitamos ver que todo lo que dice lo hace. Nos cuesta creer en alguien que no cumple todo lo que dice o proclama. Es nuestro propio caso. Dejamos mucho que desear porque estamos encadenados en una cárcel humana, débil e inclinada al pecado.
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Por eso, la verdad no podemos buscarla en los hombres sino en DIOS, único ser que tiene Palabra de Vida Eterna. Por eso el mundo cuando se aleja de DIOS se confunde, se pierde y se corrompe. Hoy, después de 2010 años, estamos observado la anarquía y corrupción de nuestras ciudades y pueblos. Pedimos a grito que haya una limpieza que excluya la corrupción tanto política como social, porque de nadie podemos fiarnos.

Sólo JESÚS tiene Palabra de Vida Eterna. Ha resucitado, el culme de su Palabra, y por eso, en ÉL podemos fiarnos, porque en ÉL se cumple todo lo profetizado. Habla con autoridad y la Verdad está en ÉL. Y en ÉL podemos limpiarnos, por su Misericordia, y purificar todos nuestros errores, nuestras debilidades, nuestros fallos y pecados.

Por eso, en ÉL, nos sostenemos y somos capaces de, por su Gracia, continuar adelante su Misión injertados en el ESPÍRITU SANTO.

Señor que reconozca tu poder 
en las manos de tus ministros.

Señor Jesús, Tú has hecho tantas cosas por mí
que no necesitas respaldos que te 
autoricen para hacer lo que haces.

También les has dado autoridad a tus servidores 
los sacerdotes para que nos bauticen, 
nos confiesen y den la comunión. 

Señor, los fariseos no vieron con fe tus obras
ni las de tus discípulos, 
yo no quiero caer. Amén

viernes, 4 de marzo de 2011

TODO LO QUE PIDA ESTÁ CONCEDIDO (Mc 11, 11-25)


Si tuviera la posibilidad de pedir todo lo que quiero, seguramente pidiría muchas cosas que creyendo que son buenas para mí, en el tiempo no son tan buenas porque todo aquello que no vaya en bien de conseguir la vida eternamente feliz es un fracaso terrible. Y de nada vale todo lo que haya tenido o disfrutado.

¿Entonces? Se trata de hacer y pedir aquello que realmente me conviene y es para mi bien. Y sabemos que todo aquello que comporta un verdadero bien para mí me exige esfuerzo y sacrificio. La salud exige disciplina, comer alimentos no tan apeticidos, cantidades moderadas que no satisfacen mi glotonería. Supone ejercicios físicos que exigen esfuerzos y constancia. Y no digamos el estudio, la formación, la licenciatura, la oposición...etc.

Todo en la vida, lo que realmente vale, cuesta esfuerzo. Pues, cuanto más costará alcanzar la plenitud de la vida eterna y gozosa. Porque es eso lo que realmente todos queremos alcanzar. Por eso luchamos y nos esforzamos todos los días. Pero no sabemos que es lo que nos conviene. Por un lado, estamos mediatizado por nuestra humanidad débil y pecadora, y nos atrae lo corrupto, las cosas de disfrute inmediato, lo cómodo y fácil.

Pero, por otro lado, sabemos que el camino estrecho, el sacrificio, la renuncia, el amargo sabor de las cosas buenas es lo que nos conviene y salva. Necesitamos a Alguien que nos ayude a elegir lo que verdaderamente necesitamos, y que nos de fuerza para llevarlo a nuestra vida. 

Sólo DIOS sabe lo que es bueno para nosotros, y todo lo que le pidamos en ese sentido nos será concedido, porque como PADRE Bueno que es nos dará lo mejor y lo que realmente nos salva eternamente.

PADRE, iluminarme para entender que
mi petición sea aceptar y desear
lo que TÚ quieras darme.

Porque lo TÚ me das es lo que necesito
para mi salvación y mi gozo eterno
junto a TI.

TÚ, has enviado a tu HIJO JESÚS para
salvarnos, y quieres que todos seamos
salvados. ¿Cómo no nos vas a dar
lo que necesitamos para ello?

Haz, SEÑOR, que comprendamos que
hacer tu Voluntad es pedirte y 
aceptar recibir lo que TÚ 
nos has dado. Amén.

jueves, 3 de marzo de 2011

¿QUÉ VEN LOS OJOS DE NUESTRA VIDA? (Mc 10, 46-52)


Esa es la pregunta: ¿que vemos en nuestra vida?, porque pasamos por ella y, creyendo que vemos la recorremos ciegos. Ciegos porque no vemos que en cada hombre y mujer se encuentra JESÚS, y porque cada cosa que hagamos en favor de ellos se la hacemos al mismo JESÚS. No llegamos a ver en las injusticias sociales, en las estructuras de pecado, una llamada al compromiso social. Quizás no vemos la matanza de niños inocentes, vivos en el seno de sus madres, o, peor todavía, si lo vemos no reaccionamos a tal injusticia.

Estamos tan ciego o más que Bartimeo, porque no queremos ver. Él, Bartimeo, gritaba incesantemente porque quería ver y porque sabía quien le podía devolver la vista. No sólo la vista de ver el color y las imagenes de las cosas, sino la vista de ver la Misericordia de DIOS y su Amor por todos los hombres.

La vista de experimentar que sólo amando podemos alcanzar la felicidad y la salvación eterna que tanto buscamos. Ver que perdiendo y muriendo a nuestro egoísmo hasta abrazar nuestra propia muerte de cruz encontraremos la vida que tanto anhelamos, y vida para siempre plena y gozosa.

Solución: gritarle, es decir, orar humildemente «Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10,48). Y gritar más cuanto más te increpen, te desanimen o te desanimes: «Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más…» (Mc 10,48). Gritar que es también pedir: «Maestro, que vea» (Mc 10,51). Solución: dar, como él, un brinco en la fe, creer más allá de nuestras certezas, fiarse de quien nos amó, nos creó, y vino a redimirnos y se quedó con nosotros, en la Eucaristía.

El Papa Juan Pablo II nos lo decía con su vida: sus largas horas de meditación —tantas que su Secretario decía que oraba “demasiado”— nos dicen a las claras que «el que ora cambia la historia».

Jesucristo, Tú pasas nuevamente por el camino de mi vida
y hoy quiero pedirte como Bartimeo: “que pueda ver”.
Permíteme verte en cada momento y en cada persona.
Abre los ojos de mi corazón para que pueda experimentar
tu Amor y abandonarme en tus manos. Amén.

miércoles, 2 de marzo de 2011

QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR (Mc 10, 32-45)

«El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan,

A la hora de seguir a JESÚS comprendemos que no hay otro camino que el servicio. Servicio que pasa por ponernos disponible y en actitud de entrega a los demás. No hay privilegios ni puestos mejores sino servicio y entrega que pasa por ser el último y olvidarte de ti.

JESÚS propone que quiere ser el primero ocupe el último lugar. Y quien quiere ocupar puestos de privilegios se empeñe en servir y ponerse a disposición de los demás. ÉL no viene a ser servido, sino a todo lo contrario: a servir. Y por eso su misión pasa por la humillación, el sufrimiento y la propia muerte por amor. Está entregado a la Voluntad del PADRE para con su Muerte redimirnos, y con su Resurrección, salvarnos.

Y ese es el Camino que los apóstoles tienen que recorrer. Sólo si abrazamos la cruz de cada día, negando nuestros gustos para servir a los demás, conseguiremos identificarnos con Cristo, que vino «a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). 

Juan Pablo II explicaba que «el servicio de Jesús llega a su plenitud con la muerte en Cruz, o sea, con el don total de sí mismo». Imitemos, pues, a Jesucristo, transformando constantemente nuestro amor a Él en actos de servicio a todas las personas: ricos o pobres, con mucha o poca cultura, jóvenes o ancianos, sin distinciones. Actos de servicio para acercarlos a Dios y liberarlos del pecado.

Sé, JESÚS, que mi capacidad de entrega
y de sufrimiento es limitada. Sé que
no estoy capacitado para tan alta
misión, pero, sé también que
TÚ me has prometido acompañarme
en la tarea, y eso me basta.

Contigo tendré las fuerzas, la
luz y la paz de poder vencer
todo obstáculo que se presente
en mi camino y, por tu Gracia,
alcanzar la muerte que
me espera por amor. Amén.

martes, 1 de marzo de 2011

PERDER PARA GANAR (Mc 10, 28-31)

"Recibiréis en este tiempo cien veces más, ...

Todos tenemos alguna experiencia que, en muchos momentos, para ganar hay que perder. Y sabemos que muchas veces para conseguir alguna cosa en concreto hemos de ceder para luego acceder a lo apetecido. Es la ley natural del tira y encoje, de la diplomacia, de la mano izquierda.

JESÚS nos propone hoy un camino de gloria y de ganancias siempre, pero de ganancias que están por encima de toda ganancia aquí en la tierra. Se trata de acceder a lo que todos de alguna manera buscamos, por aquí o por allá, pero es lo que queremos. Estamos avocado a ellos porque estamos hecho para eso. Es nuestro destino y nuestra vocación, y quien no la descubre se perderá por el abismo y la perdición.

Claro, también sabemos que toda ganancia tiene una regla o condición. Para lograr esto se necesita cumplir lo otro... JESÚS nos propone hoy la oferta más generosa que todos andábamos buscando: 
«El ciento por uno: ahora en el presente (...) y en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él no se deja ganar en generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es realista y no quiere engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos traerá dificultades, problemas. 

Pero Jesús considera las persecuciones y las dificultades como un premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar y vivir como una ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello que es motivo de sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su muerte en Cruz.

Siempre estamos a tiempo de descubrir nuestra verdadera vocación, porque en el Bautismo hemos sido conferidos a buscar la santidad, que es nuestro ansiado destino, y por él estamos revestido, en el ESPÍRITU SANTO, de la Gracia necesaria, injertados en CRISTO, para lograrlo. No hacerlo es fracasar, porque de no conseguir la vida y la felicidad eterna no habremos conseguido nada. Y está en nuestras manos, pues JESÚS, que tiene Palabra de Vida eterna, nos lo ha prometido.

Jesús, todos te estamos siguiendo, unos casados,
otros solteros y otros consagrándose a ti, 
pero en fin todos buscamos seguirte 
porque para eso nos has elegido. 

Ayúdame a comprender, en este rato de oración, 
que seguirte no me hará la vida color de rosa 
sino que me exigirá llevar mi cruz. 

Sólo contigo y con mi colaboración podré llegar
a la meta que me tienes marcada
y recibir el premio que es estar
contigo en el cielo. Amén.