domingo, 5 de junio de 2011

EN EL CIELO Y EN LA TIERRA (Mt 28, 16-20)


Nuestra meta final es responder a la llamada de nuestro PADRE, porque para un hijo no hay cosa más grande que parecerse a su PADRE y responderle según su voluntad. Pues bien, hemos sido creado a imagen y semejanza de nuestro PADRE DIOS, y nuestra meta es vivir tal y como ÉL quiere que vivamos.

Se trata, simplemente, de ser lo que realmente somos, es decir, verdaderos hijos de DIOS, y como tal, responder a esa misión y vocación inherente a nuestra propia esencia y naturaleza. No hay otra respuesta más digna y grande que vivir según la voluntad de nuestro PADRE.

Y, en medio, está el premio, no en sí mismo un fin, sino como resultado de hacer, como verdadero hijo su Voluntad, la plena felicidad de vivir eternamente gozoso a su lado.

DIOS mío, que sepa responderte como verdadero
hijo. Ilumina mi camino para que encuentre
y descubra mi verdadera vocación, que
no es otra sino la de vivir en
constante alabanza y
adoración en tu presencia. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.