miércoles, 24 de agosto de 2011

¡SEÑOR!, TÚ TIENES PALABRA DE VIDA ETERNA ( Jn 1, 45-51)


No le costó mucho a Natanael experimentar y darse cuenta quien le hablaba. Parece, en la distancia, algo fácil y lógico, pero hoy, en el presente, ocurre esto y mucho más cercano y fácil de entender, y no se entiende, o mejor, no se quiere entender. 

Porque ante la realidad de la vida y el miedo a morir, no hay reacción ni inquietud por responder a esa palpable realidad. Se pasa por la muerte de otros sin cuestionarnos que habrá después; se oye y se lee acontecimientos y milagros en Fátima, Lourdes, Medjujore...etc. Sé, personalmente, de conversiones y milagros acaecidos en esos lugares, y se han escrito algunos. Ocurre que cuando no queremos creer buscamos justificaciones (autoengaño) para desviar nuestra mirada hacia otro lugar.

Dejamos de responder a la pregunta que subyace dentro de nosotros mismos, porque todos queremos encontrar la felicidad y la eternidad. Y eso, no tan fácil, fue a lo que respondió Natanael de forma inmediata. Se dejó penetrar por la Gracia de DIOS y puso su mirada en ÉL. Hermosa lección que nos debe animara a nosotros a no hacernos tantas preguntas, sino a confiar de forma más ingenua, como niños, en la Misericordia, Bondad y Amor del SEÑOR.

Dame la sabiduría y la fe de creer en tus Palabras, SEÑOR,
y, como me has dicho, ver cosas mayores. Ya es
un milagro que, al menos yo lo percibo así,
esté escribiendo estas reflexiones.

Creo,SEÑOR, como TÚ has dicho, que veré el cielo y a 
los ángeles de DIOS subir y bajar sobre el HIJO 
del hombre. Amén.

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