viernes, 14 de octubre de 2011

VIVIR COMO EL ÚLTIMO DÍA

Lucas 12,1-7

Cada día trae sus propias preocupaciones. Unas veces son alegres, pero otras son molestas y nos complican nuestro cotidiano vivir. Hasta el punto de preocuparnos y sacarnos de nosotros mismos. Son momentos difíciles de controlar y que pueden traer graves consecuencias.

Y sin embargo, la mayoría, son tonterías que tienen soluciones, pero que nos sacan de nuestra acostumbrada situación de sentirnos gratamente instalados, y eso nos fastidia. Todo, decimos, en la vida tiene solución, menos la muerte. Porque cuando la muerte llega, nada se puede hacer, y todo está decidido.

Por eso, la Palabra de DIOS nos dice hoy que debemos tener mucho cuidado con aquellos, no los que matan el cuerpo, sino el alma, porque lo importante no son las cosas materiales ni las de aquí abajo, esas siempre tienen alguna solución o esperanza, pero tras la muerte física, lo importante es estar limpio de todo aquello que me invita a rechazar a DIOS.

El pecado es la elección de la muerte para siempre, sin embargo, la vida es la esperanza de que mientras vivimos podemos reparar nuestra amistad con DIOS. Y el modo de hacerlo es tratar de vivir en la Luz, en la Verdad y en todo momento, ya sea en la oscuridad cuando nadie nos ve, o en pleno día cuando todos nos miran.

Pidamos al SEÑOR que nos de la alegría de compartir
siempre la verdad. Ya sea cuando estoy sólo
frente a mí, o cuando estoy delante de
mis hermanos. Esta será la señal
de que, a la hora de nuestra
muerte, nuestra alma
estará limpia y
preparada
para 
esperar en el SEÑOR.

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