Hay algo que no se puede perdonar, y es todo aquello que no se permite perdonar. Porque cuando alguien se cierra, nadie puede entrar. Y sin nadie que pueda entrar es imposible obtener alguna cura o solución a los problemas de tu interior.
Por eso hemos oido que los pecados que no se pueden perdonar son aquellos que se cierran a la asistencia y ayuda del ESPÍRITU SANTO, porque si le niegas su colaboración y asistencia no puedes ser curado y fortalecido para el perdón. El ESPÍRITU SANTO respeta nuestra libertad, y depende de cada uno de nosotros el que le dejemos actuar en nuestro corazón y ayudarnos a convertirnos.
Sólo aquellos que sientan la necesidad de perdón, de ser curados, serán los que se dejaran descubrir por el Buen Pastor y, puestos en sus Manos, ser curados y perdonados. Los saciados de sabiduría, de prepotencia y de sentirse no necesitados no encontrarán nunca al Buen Pastor, pues no se sentirán perdidos y, por lo tanto, no buscados.
El necesitado y pecador necesita ser buscado por
el Médico que pueda curarlo. Curarlo de sus
heridas físicas y espirituales. Curarlo
de su desorientación y de
su ignorancia.
Danos, SEÑOR, la humildad de dejarnos encontrar,
la sencillez de obedecerte y de estar
atento a la voz de tu llamada,
porque sólo en tu redil
hallaremos la paz
que buscamos. Amén.
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