No cabe duda que cuando los objetivos están claros, nuestros pasos son también más seguros y más firmes. Porque cuando sabemos que tenemos que hacer, nadie nos quitará la intención de hacer lo que debemos. Así, nuestra meta es firme y sin titubeos a ella nos dirigimos,
Estamos en este mundo de paso. No pertenecemos a él, y nuestra vida, aquí abajo, tiene como finalidad alcanzar la vida verdadera y eterna en la presencia de DIOS. Esa es nuestra esperanza y nuestra meta. Y cuando esto está claro, nadie nos podrá separar de ello.
Es, pues necesario, tener los criterios claros y saber que nuestra mayor ambición, puestos a ser ambiciosos, es alcanzar la Casa del PADRE. Todo lo de aquí abajo se desvalora y sólo sirve como medios, no fin, para alcanzar lo verdadero y preciado.
El mayor Tesoro de nuestra vida es la vida misma que nuestro PADRE DIOS nos ha dado. Y la esencia de la vida es el amor. Estemos, pues, atentos a que cuando nos llegue el momento de rendir cuentas no nos coja sin la cantidad de obras cargadas de amor que necesitamos para alcanzar la vida plena y eterna.
De nada nos sirve acaparar tesoros y riquezas
en esta vida, pues es una vida irreal,
que no existe. Lo único
verdadero y real
es la vida
Eterna.
Pidamos al PADRE DIOS que nos de la sabiduría
de entender que lo importante es
vivir la Vida de la Gracia,
y todo lo demás
son añadiduras. Amén.
Con tu permiso, lo comparto en faceb.
ResponderEliminarClaro que lo tienes, sin lugar a duda. Si algo puede ayudar e iluminar, por la Gracia del ESPÍRITU, es propiedad de todos y para todos. Lo he recibido gratis y gratis se ha de ofrecer.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo en XTO.JESÚS.