miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Y A MÍ QUÉ ME HA DICHO?

Mateo 4, 18-22. Una vez que Jesús caminaba por la ...

Porque esa es la pregunta, ¿me ha llamado el SEÑOR a mí también?. Porque dependiendo de que me cuestione esa pregunta, cuestionare también mi vida de una forma u otra. Pero, en este momento, la Palabra me lleva a la reflexión de un aspecto que considero fundamental en la respuesta a la pregunta antes citada.

¿Por qué responden, en este caso, los hermanos Simón y Andrés,  precisamente hoy su día (ver santoral), y más tarde también Santiago y Juan, y no se apartan del camino que JESÚS les señala? ¿Por qué nos parece que a ellos les fue fácil discernir y tomar la elección de seguirle sin condiciones? ¿Hay alguna razón que nos ayude a entender esto?

Estos fueron los interrogantes que han saltado dentro de mi, y que han provocado el buscar una respuesta a ellos. ¿Por qué no avanzo en mi camino? Porque allí donde mi propia historia quede estancada y no camine en conversión, hoy más que ayer y menos que mañana, el encuentro con JESÚS, todavía, está lejos y, posiblemente no se haya llegado a producir.

Creo que el secreto está en que Simón, Andrés, Santiago y Juan, y otros muchos, no se pararon, sino que le siguieron sin apartarse de ÉL. Continuaron, a trancas y barrancas, a su lado. En las duras y maduras, y se fiaron en la tribulación y en la fatiga. Indudablemente, cumplieron su promesa cuando nos dijo que sin ÉL nada podíamos.

Creo que nuestra entrega es obra de la Gracia de DIOS, pero antes tiene que haber una elección firme y decidida. Para eso nos ha creado libres, para que tomásemos un camino, tras de ÉL, o tras el mundo en el que vivimos, pero al que no pertenecemos.

JESÚS necesita nuestro sí, como el de su Madre, María. Y lo necesita hasta el extremo de tomar la naturaleza humana, sin dejar la Divina, y siendo hombre como nosotros, acercarse a darnos su Gloria, porque somos sus hijos, y un PADRE, más como ÉL, necesita del amor de sus hijos. Eso explica que se diera hasta el extremo de morir por cada uno de nosotros.

Nuestra respuesta es, pues, fundamental. Lo demás lo hará el SEÑOR. Y eso creo que ha sido lo que ocurrió en la vida de Simón, Andrés, Santiago y Juan. No se apartaron nunca de ÉL.

SEÑOR, necesito tu Palabra, tu Fortaleza, tu Gracia,
para no desfallecer ni confundirme. Dame
la sabiduría de no apartarme
nunca de TI.

Y como Simón, Roca de tu Iglesia, Andrés, Santiago y
Juan, apacientame y guiame a tu encuentro
para que nunca me falte la firmeza
de seguir caminando y
creciendo a tu
lado. Amén.

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