martes, 13 de diciembre de 2011

IMPORTA LOS DICTÁMENES DEL CORAZÓN

Mateo 21,28-32: Parábola de los dos hijos enviados a

Sí, porque de nada vale asentir y decir sí, si luego se niega o se hace lo que venga en ganas. Hoy contemplamos al padre que tiene dos hijos y dice al primero: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña» (Mt 21,28). Éste respondió: «‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue» (Mt 21,29). Al segundo le dijo lo mismo. Él le respondió: «Voy, señor»; pero no fue... (cf. Mt 21,30). Lo importante no es decir “sí”, sino “obrar”. Hay un adagio que afirma que «obras son amores y no buenas razones».

En otro momento, Jesús dará la doctrina que enseña esta parábola: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Como escribió san Agustín, «existen dos voluntades. Tu voluntad debe ser corregida para identificarse con la voluntad de Dios; y no la de Dios torcida para acomodarse a la tuya». En lengua catalana decimos que un niño “creu” (“cree”), cuando obedece: ¡cree!, es decir, identificamos la obediencia con la fe, con la confianza en lo que nos dicen ( Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España).

Estoy muy de acuerdo con esta reflexión del Rv. D. Lluciá, por muchas razones obvias, entre ellas porque sin la acción la palabra queda adulterada, falseada, y porque mi corazón me dice lo mismo, sino no vivo lo que digo, mejor callar. 

Para, primero identificarme con CRISTO, debo desidentificarme de todo aquello que me oprime, me esclaviza y me aparta de ÉL. Borrar toda huella que me contamine, que desate mi soberbia y desemboque en la ira, porque en ella estaré perdido y fuera de toda acción que me ayude a reconducirme y encontrarme con la verdad. Es lo que les sucedió a aquellos sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, fueron incapaces de aceptar la verdad y llenos de ira se alejaron de ella.

Entiendo, SEÑOR, que tengo necesidad de ser
como niño. Niño que rápidamente olvida
y empieza de nuevo. Niño que
perdona y es capaz de
recomenzar vacío
de todo impulso
de ira. Amén.

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