miércoles, 1 de junio de 2011

¿POR QUÉ NO ABRIMOS LOS OJOS? ¿ESTAMOS CIEGOS? (Jn 16, 12-15)

Mucho me queda por deciros, pero no podéis con ello por ...

Vengo de la calle, del bullicio de los comercio, de las compras, de las prisas y de cada uno buscando solucionar sus problemas, pero, ¿cuál es el problema? Porque mañana habrá otros problemas y otros interrogantes, y nunca se terminarán. Luego, ¿a donde voy con estas prisas, preocupaciones y búsquedas de soluciones?

Me encontré con un amigo, hacia ya tiempo que no lo veía. Antes, en la juventud, era vecino y nos veíamos todos los días. No es creyente, y sigue sin creer. No cree en JESÚS ni tampoco en su Iglesia.Tiene edad para estar jubilado, buena posición económica, soltero pero con hijos pero atado al trabajo. Confiesa que no sabe hacer otra cosa. Y quemará su vida detrás del mostrador de su comercio sin experimentar la esperanza de una vida eternamente feliz.

Porque no conocen, ni quieren conocer al ESPÍRITU SANTO. Están cegados a la verdad, a la verdadera verdad. Se niegan a abrirse y a escuchar lo que el ESPÍRITU SANTO nos quiere decir de parte del PADRE y del HIJO. Su esperanza está en las cosas del este mundo y no se da cuenta que su vida termina de la misma forma que terminan las cosas de este mundo. Sólo espera a morir sin esperanza, pues sólo cree en sus propias ideas y se cierra a todo lo demás. Creo que lleva mucho tiempo muerto aunque él no lo perciba.

Realmente, me quedo perplejo, apenado y triste. Sé que no reacciona. Esta cogido fuertemente, apegado a este mundo. Y solo se me ocurre rezar:

PADRE del Cielo, TÚ que nos diste a tu HIJO JESÚS
para enseñarnos a hacer tu Voluntad y para
conocer tu amor y misericordia, haz 
que también sepamos dejar que
el ESPÍRITU SANTO nos dirija
y nos guie por el camino
de la verdad y el amor. Amén.