martes, 17 de enero de 2012

LA VIDA ES PARA EL HOMBRE, REGALO DE DIOS

(Mc 2, 22-28). Se pusieron a desgranar espigas...

El hombre fue creado y lleno de vida para vivir una vida eterna y gozosa. Pero antes tiene que recorrer un camino, no exento de dificultades, que le tentaran a perderse y a tomar otros caminos. Son los apegos de nuestra propia carnalidad contra los cuales tenemos que luchar y vencer.

¡Y lo podemos hacer!, ¡nunca solos!, pero sí con la asistencia del ESPÍRITU SANTO. Para ello, DIOS puso al hombre en la tierra como dueño y señor de ella. Lo puso para que la administrara y la sometiera para su propio bien, pero con una condición, difícil de superar con sus propias fuerzas, pero posible con la ayuda del ESPÍRITU SANTO.

Tal prueba era no apoderase para su propio uso y provecho los bienes terrenales, sino compartirlos con todos los hombres para el buen uso y provecho de todos. Así el hambre sería erradicado y todos podrían beneficiarse de los bienes del PADRE, de todos lo hombres, nuestro PADRE DIOS.

JESÚS, en el Evangelio de hoy, nos enseña que todo lo que existe en la tierra está al servicio del hombre, y que el sábado está hecho para beneficio del hombre, y no el hombre para se utilizado en función del sábado. Pero, sin darnos cuentas, autoengañados, hacemos lo contrario.

Aunque aparentemente resulta que las cosas las ponemos en función del hombre, es el hombre el que corre y se encadena a los intereses de las cosas y bienes. Así resulta que el hombre gira alrededor de los intereses económicos, tradiciones y costumbres, y son las normas las que regulan la vida del hombre, y no el hombre el que está por encima de las normas y prácticas, leyes y demás...

Hoy, la Palabra de DIOS, nos pone en el camino de reflexionar sobre la necesidad de elevar la dignidad del hombre a la categoría de hijo de DIOS, y de poner todo lo creado para su beneficio y en orden a su salvación. Así ha sido la Voluntad del PADRE, y así, JESÚS, su HIJO lo proclama al mundo.

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