sábado, 7 de enero de 2012

¿NO DESCUBRES TU ENFERMEDAD?

Curando las dolencias del pueblo (Mt 4,12-17.23-25) « A la luz de la...

Hay unos síntomas que nos señalan o descubren el estado en el que nos encontramos. Sin lugar a dudas, cuando sentimos un malestar, algún dolor o cierta sensación de no sentirnos bien, entendemos que algo nos pasa y deseamos ardientemente salir de esa situación. Es, entonces, cuando nos movemos y buscamos remedio y cura.

Hoy la ciencia ha adelantado que es una barbaridad, y hay muchos remedios para todo tipo de males, pero sin embargo, el hombre sigue buscando la salud desesperadamente en muchos momentos que no encuentra remedio ni cura, no sólo ya físicamente sino también espiritual. Es entonces cuando mira para lo alto y añoras y buscas la presencia de DIOS.

Y, tal como ayer, hoy el SEÑOR sigue curando, sanando toda dolencia que nos impida ver con claridad la verdadera Luz de nuestra verdadera, valga la redundancia, salvación. Todo aquello que sea bueno para nuestra alma conviene que suceda y que nos afecte, porque lo verdaderamente importante es llegar y alcanzar la verdadera salvación, la vida eterna, no el remedio temporal, por unos cuantos años más.

Buscamos la Fuente de Vida eterna y gozosa, y esa sólo la da JESÚS. Ahora es tiempo nuevo para continuar la búsqueda, para acercarnos a JESÚS con más firmeza, con más entusiasmo, con más ilusión, con más deseos de permanecer junto a ÉL bebiendo de su Gracia para mejor servirle en los hermanos.

Esforcémonos en descubrir nuestras enfermedades, porque sólo así encontraremos la fuerza que nos acerque a la Fuente que las curas, nuestro SEÑOR JESÚS. Y nos viene a la lengua una pregunta: ¿Descubro mis enfermedades, o me siento tan bien que no las siento? Mañana, quizás, puede ser tarde.

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