jueves, 19 de enero de 2012

NO QUIERE APARECER COMO UN CURANDERO O MAGO

Evangelio según San Marcos 3,7-12. Jesús se retiró con sus discípulos a...

Dejar que la Palabra nos invada y nos sugiera caminos necesita espacios de serenidad, de tranquilidad y de atención y escucha silenciosa, fuera de toda algarabía y distracción. Por eso, a la hora de contemplar, de escuchar, de vaciar nuestro corazón para llenarlo del corazón de JESÚS, se hace necesario no distraerse y buscar un lugar apropiado ("Un Rincón para orar"), lleno de paz, donde nos sintamos a gusto, cómodos y serenos para prestar atención al ESPÍRITU, sentir su presencia y escuchar sus Palabras.

En la Palabra de hoy, el ESPÍRITU nos puede llevar por muchos lugares, y nos puede indicar diferentes caminos. Cada cual, ÉL lo sabe, tiene el suyo propio y el que le es más adecuado según los dones y cualidades recibidas. A cada uno sólo le pertenece responder a ellas.

En principio, puedo descubrir que JESÚS no es ningún curandero, ni ha venido para curarnos de esas enfermedades, pues en algún momento determinado, esa u otras causas darán fin a nuestra vida, para empezar la verdadera. Y esa, la verdadera, la eterna, la gozosa, sí es la que ÉL quiere curarnos y dárnosla. Sí, para eso ha venido, para ofrecernos, y, si tomamos su ofrecimiento, dárnoslo en abundancia para siempre.

Y ese desmedido afán por acudir y buscar a JESÚS para ser curado, ese interés material de nuestra salud física, hace huir a JESÚS, pues se siente agobiado y apenado por el móvil del interés caduco, material y egoísta. De la misma forma, nuestros egoísmos e intereses n os enferman, y dan paso a la broncemia, la enfermedad que se nos cuela y rompe nuestra unidad.

Esposos, hijos, hermanos, comunidades, la Iglesia...etc., está dividida porque cada uno va a buscar lo que le interesa, y, precisamente, nuestros intereses individuales nos separan. JESÚS, sin embargo, atiende y llama a la salvación a todos, y venidos de todas partes, a todos, sin distinción, ofrece e imparte la salvación eterna.

Podemos preguntarnos: ¿Estoy yo en mi parroquia, en mis círculos...etc. en esta actitud?

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