jueves, 29 de marzo de 2012

ESTAMOS EN EL MISMO LUGAR

Juan 8,51-59. Jesús de Nazaret dijo que si alguien...

 Sí, seguimos en el mismo sitio, en el Antiguo Testamento. Hoy, como ellos, le decimos a Jesús lo mismo: ¿Quién eres Tú? ¿Dices Tú que quien cree en Ti no morirá? ¿Acaso Tú tienes poder sobre la vida y la muerte? ¿Cómo puedes decir que has visto a Abraham si aun no tienes cincuenta años? Y muchas preguntas más...

Hoy continuamos en esa línea. No creemos en la Resurrección, y menos en su Palabra, porque de creerlo nuestra vida sería distinta, se notaría un cambio y un esfuerzo en la actitud de vivirla. Muchos, decimos que creemos, pero nuestra fe no va acorde con nuestra vida. Creo en Dios, pero mato a mi prójimo, porque en este momento muchos niños, nacidos en el vientre de sus madres, están siendo asesinados. Y muchas voces gritan si a la ley del aborto, y otros, confesándose creyentes, callan y guardan silencio.

Rechazamos ser como niños, niños que creen todo lo que sus padres les dicen, y en los que confían. Ante la firmeza de la Palabra de Jesús que nos revela que existe antes que Abraham, tomamos piedras, hoy medios, para lanzar a los cuatro vientos que eso no es cierto y que Jesús miente. Creemos más en nuestra razón pecadora y limitada; creemos más en la ciencia y la tecnología...

Somos hijos rebeldes, suficientes, prepotentes, que nos ponemos al mismo nivel que nuestros padres. Significa eso que hemos dejados de ser niños, y ya no confiamos en nuestros padres. Somos como ellos, y nos atrevemos a rebatirles. Pues bien, eso mismo hacemos con nuestro Padre Dios. No reconocemos a su Hijo, y no le creemos.

Hagamos un acto de fe y pongámonos en Manos del Espíritu Santo, para que guiados por Él, seamos capaces de dejarnos guiar e iluminar para, como niños, tengamos la confianza y la ingenuidad de ponernos en Manos de nuestro Padre Dios.

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