sábado, 24 de marzo de 2012

SUS PALABRAS NO LES DEJABAN INDIFERENTES


(Jn 7,40-53)


Jesús no pasaba desapercibido cuando hablaba o actuaba. Tanto sus palabras como sus obras no dejaba  indiferente a nadie. Comprometía y convencía porque hablaba en verdad y hacía el bien. Muchos quedaban sin respuesta y no se atrevían a decir nada contra Él.

Los humildes y sencillos, los que nada tienen a que apegarse; los liberados dejan hundir la Palabra del Señor y con sus respuestas liberan a su vez a otros. Es la Gracia del Espíritu que transmite y transparenta la luz. Sin embargo, los duros de corazón que tienen sus intereses y miras en otros bienes y riquezas, no responden sino atacan. Sus egoísmos y soberbias le endurece el corazón, y aunque nada malo encuentran, al contrario, saben que habla en verdad, rechazan sus enseñanzas y sus palabras.

Jesús es centro de admiración y de discordia al mismo tiempo. Sus palabras son aceptadas por unos, pero rechazadas por otros. Hoy ocurre lo mismo. Mientras uno se enriquecen y excluyen, otros aceptan compartir y ser solidarios. Mientras unos explotan y matan, otros sirven y aman. Mientras unos buscan en tener y poseer su felicidad, otros la encuentran en la caridad y el amor.

Todos comprenden las palabras de Jesús, pero muchos las rechazan porque va en contra de sus intereses y de sus egoísmos. Así pasará a todos aquellos que quieran seguir sus pasos. Está pasando. El mundo no los acepta porque les compromete y les fastidia su modo de vivir. Quieren seguir igual, y para ello las palabras de Jesús no interesan.

Por eso, Padre, te pedimos que nos des fortaleza y sabiduría para saber defender y vivir las enseñanzas que Jesús, tu Hijo predilecto, nos mostró con su vida. Amén.

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