jueves, 15 de marzo de 2012

¡VIGILANTES!, PORQUE EL DEMONIO ESTÁ AL ACECHO

(Lc 11,14-23): En aquel tiempo, Jesús estaba...

Nos incómoda hablar del demonio, y nos incómoda hasta el punto que dudamos que exista o lo identíficamos con el pecado. Pero la realidad es que tiene nombre y apellido y está entre nosotros tratando de advocarnos al mal y al rechazo de Dios.

Jesús se refiere a él bastantes veces en el Evangelio, y hoy es una de ellas. El Maligno está atento y presto a seducirnos, a convencernos que, este mundo, es el nuestro, el que debemos de disfrutar y gozar. Nos induce a pensar que lo importante es el hoy y el pasarlo bien. 

La vida son cuatro días, nos dice, y debemos aprovecharla para nuestro bien y disfrute. Lo demás son pamplinas que tratan de confurdirnos. Bien sabe él que estamos tocados, y que no es muy difícil convencernos e inclinarnos al mal. Por nuestra humanidad limitada y débil estamos predispuestos a caer, a dejarnos innundar de nuestro propio egoísmo, de nuestra propia ambición...

Nos puede nuestra ambición, nuestra vanidad, nuestro prestigio, nuestro poder... Nuestro corazón está más en las cosas de este mundo que en las del Reino que nos habla Jesús. Y sabedor el Maligno de eso, juega con ventaja.

Y si nosotros le abrimos el corazón alejándonos del camino penitencial, de la oración de cada día (Un rincón para orar), de la reflexión diaria de la Palabra, del contacto con los amigos y hermanos en la fe, del comentario, que nos ayuda y nos abre nuestra alma con el compromiso coherentes de sus palabras... lo tendrá mucho más fácil.

Por eso, un reino dividido, este mundo y el mundo a que pertenecemos, según Jesús, es mucho más fácil de debilitarse y caer. Por eso necesitamos estar unidos en la oración, en el caminar participativo de nuestros sentimientos y criterios que nos fortalecen en la fe, porque la fe se fortalece cuando se comparte y se ofrece.

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