miércoles, 25 de abril de 2012

CREER O NO CREER

Marcos 16:15-20

Hoy era día de visitar la cárcel. En la cárcel trato de dar catequesis. Colaboro en la Pastoral penitenciaria y mi labor se basa en eso, dar catequesis en la cárcel. No iba muy convencido de que tuviese algún asistente, pero me dije, no importa, iré y al menos estaré allí.

Ahora me sorprendo a leer el Evangelio de hoy. Me siento enviado a predicar la Buena Nueva, y experimento que la mayoría hace oídos sordos a su proclamación. Presenciaba la asistencia, bastante fluida, de presos a cursos de formación y otras actividades, sin embargo, para lo más importante, la llamada a la salvación era ignorada y rechazada.

No asistió nadie, y me pregunto, ¿qué hacer? Porque no se trata de no decirlo, saben a qué voy, pero al parecer no la desean. Prefieren la salvación del mundo, la que el mundo ofrece, caduca, pero inmediata. Vacía, pero que les llena de momento aunque sea un rato. Pan para hoy, pero más hambre para mañana. Es por eso, por buscar ese pan que es perecedero por lo que muchos se encuentran atrapados, encarcelados...

Hay muchos presos que no están encarcelados, pero sí sometidos, encadenados y esclavizados. A pesar de estar libres en las calles y pueblos. Porque la libertad no es algo exterior, sino interior. Se es libre cuando se es capaz de buscar el verdadero bien, la vida eterna y gozosa a la que estamos llamados. La otra vida, la que el mundo ofrece es una vida caduca, finita, perecedera.

Y todos buscamos la vida gozosa y eterna, sin embargo no acudimos a la llamada que nos hace quien es el Camino, la Verdad y la Vida. El próximo miércoles volveré a ir y, en nombre de Jesús, proclamar la Buena Nueva. Pidamos que los corazones de esa gente encarcelada, tanto exterior como interior, sepan descubrir donde está la verdadera libertad, salvación y felicidad. Amén.

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