viernes, 13 de abril de 2012

JESÚS NO DA CONSEJOS, TRANSMITE VIDA

Juan 21:1-14. "Después de esto, Jesús se manifestó otra...

Sí, me he quedado extrañado, pensativo, sorprendido. Se aparece ante ellos y les pregunta por pescado. Ante la respuesta de que no tienen, les invita a echar de nuevo las redes. Me quedo algo confundido, porque imagino que lo han hecho algo remisos y desconfiados, pues habían estado pescando sin conseguirlo toda la noche.

Sin embargo, pienso que intuían algo, estaban barruntando la presencia del Señor, pues no era la primera vez que se les había aparecido. El relato empieza diciendo que Jesús se apareció otra vez a los discípulos...

Y en esa tribulación someten su voluntad al deseo de Jesús. Y, no podía ser de otra forma, la red se llena de peces. ¡Es el Señor!, clama Juan, el discípulo que tanto quería Jesús, y Pedro, como siempre, se lanza al mar al encuentro de Jesús.

Al predisponerme a reflexionar sobre esta Palabra de Dios, he observado una primera actitud. Jesús no da consejos, ni advierte de un plan a seguir. Es de sentido común presuponer que si así fuese, los hechos narrarían lo que Jesús les hubiese programado y marcado, sin embargo, no ocurre así. Se cuenta que se acercan, la brasa ya está encendida y preparada. Hay incluso un pescado en ella, y sentados todos a su alrededor comparte la comida.

Al parecer nadie se atreve a preguntarle nada, pues sabían que era el Señor. Jesús les reparte el pan y el pescado. Y lo demás tendremos que deducirlo por nosotros mismos. Para eso está el Espíritu Santo, para continuar la Palabra de Dios.

Supongo que esa es la intención y la finalidad. Jesús transmite vida, está vivo y ha resucitado. Eso lo dice todo. Pocas palabras se necesitan para señalarnos el camino. Su vida compasiva, misericordiosa, comprometida, con preferencia al más necesitado, al más desheredado, al más pobre, está delante de ellos. Y muerto, asesinado en la Cruz por esa sorprendente compasión, su Resurrección, presente ante ellos, les ilumina el camino que ellos también han de recorrer.

¿Nos dice a nosotros lo mismo? ¿Estamos afectados, sorprendidos, motivados a ser compasivos como nos transmite con su presencia Jesús? ¿Las parábolas del Samaritano, el hijo prodigo, la mujer adultera... nos recuerda que la bondad del Padre, del que Jesús nos habla, se comporta así?

Me quedo con la sorprendente actitud de Jesús de no dar consejos ni prescripciones, sino transmitir vida. Amén.

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