domingo, 13 de mayo de 2012

AMARÉ EN LA MEDIDA QUE SOY LIBRE


No puede ser de otra forma, para amar hay que estar liberado de todo aquello que te puede impedir hacerlo libremente. Porque amar condicionado deja de ser amor. El amor no es entonces verdadero, se oculta bajo la mentira y lo mueven razones que lo desvirtúan.

Amar porque te aman, porque te resulta beneficioso, porque te interesa, porque te da placer, porque con él consigues ventajas, favores, poder, riquezas...etc., es un amor forzado, empujado, movido y condicionado. Y en cuanto desaparece esa condición, desparece el amor. Todo era un amor egoísta.

Por eso solo la verdad te hace libre, y siendo libres puedes amar. Porque el verdadero amor es transparente, sin segundas intenciones, gratuito, sin condiciones. No busca recompensa y solo se mueve por amor, porque cuando amas te sientes gozoso y no esperas nada más.

Así es el amor de nuestro Padre Dios. Jesús nos lo enseña y nos lo muestra. Él lo transmite con su vida con signos, gestos, obras y hechos, hasta el punto de dar su propia vida. Sabe que ahí está escondida nuestro gozo y felicidad, y que todos buscamos eso, amar.

 Aunque por nuestras debilidades caemos en la tentación de buscar el gozo y la felicidad en las cosas de este mundo, y pronto nos damos cuenta que ese no es el camino. Nos cuesta mucho cambiar, pero experimentamos que vamos por un camino equivocado. Solo el amor que Jesús nos enseña es el verdadero tesoro que encierra el gozo y la felicidad buscada.

No nos cansemos de suplicar al Señor la fuerza y la Gracia de no dejar de buscar la verdad en el amor. Porque el amor nos ayudará a perdonar y aceptar ser perdonado. Porque si se hace difícil perdonar, también se hace difícil aceptar ser perdonado. 

Ser perdonado exige por nuestra parte que perdonemos. Por eso, aceptar el perdón que el Padre Dios nos ofrece, nos obliga a aceptar también dar mi perdón a los que me ofenden. Amén.

2 comentarios:

  1. Que el Espíritu Santo nos ilumine para hacernos sentir el amor de Dios. Sólo reconociendo la realidad de ese amor, podremos perdonar y también ser perdonados. Nuestro egoísmo, muchas veces no nos permite ver con claridad la realidad del perdón y siendo así, tampoco experimentamos la redención divina.

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  2. Sí, estamos ciegos, muy sometidos por nuestros apegos, nuestras dependencias...

    Ser libres supone liberarnos de todos ellos, para poder optar por el olvido de mí mismo, y de esa forma poder amar.

    Es entonces cuando somos capaces de salir de nuestra zona de confort, y cuando se produce el milagro del amor.

    Sigamos esforzándonos en ponernos en Manos del Espíritu Santo para que Él nos guíe hacia la libertad.

    Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.

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