jueves, 3 de mayo de 2012

BUSCANDO EL CAMINO Y LA VERDAD

Juan 14, 6-14: El que. me ve a mí. ve al Padre...

Sin lugar a duda, todos buscamos el camino. Y digo el camino porque, ese camino, que buscamos representa para cada uno la fuente de felicidad que deseamos. La dificultad empieza que no lo conocemos, ni sabemos qué camino será el mejor. Porque realmente hay muchos, o dicho de otra forma, son muchas las alternativas que se nos ofrecen para encontrar la eterna felicidad que anhelamos.

Para muchos, el camino que le gustaría recorrer es aquel que le conduce al tesoro económico, el dinero, pues conseguido el dinerito todo lo demás vendrá añadido. Otros, más que dinero buscaran poder, porque con el poder se conseguirá, tarde o temprano, dinero y privilegios. Y habrá otros que ni lo uno ni lo otro, buscan lo necesario para pasarlo bien, divertirse y hundirse en los placeres que el mundo les ofrece.

A grandes rasgos estos tres caminos nos representan, porque todos estamos tentados en tomar alguno de ellos, y el no hacerlo significará una lucha diaria durante toda nuestra vida. De tal forma que nuestra vida es un camino martirial, porque esa batalla y renuncia diaria es un martirio constante. Eso nos recuerda que la vida de todo seguidor de Jesús en martirio, y que la Eucaristía es un compromiso martirial.

Por eso, no tomar el sendero de estos caminos significa ir contra corriente. Seguir a Jesús no es lo que nos proponen los caminos que el mundo nos ofrece, y no recorrerlos supone lucha, dificultades y obstáculos.

Sin embargo, no es un camino martirial triste, desesperanzado, amargo, sino gozoso, alegre, con sentido, con la experiencia del amor y del gozo experimentado en ello. Es un camino de luchas, pero de triunfos que culmina con la victoria de la vida eterna sobre la muerte. Esa esperanza, esa confianza, esa fe nos mantiene gozosos y esperanzados. Realmente, cuando experimentamos el recorrido por los otros caminos, donde el final termina en soledad y vacío, tomamos conciencia que el Verdadero Tesoro está por este único camino.

Por eso, Jesús nos dice hoy: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto».


1 comentario:

  1. Así es amigo Salvador: el mundo ofrece caminos aparentemente alegres, bulliciosos, buenos, pero en el fondo no son más que caminos para encadenarnos al pecado. Pues el pecado es eso: cadena que nos impide reunirnos con nuestro Señor. Y el martirio no está siempre presente, no temas, el camino de Jesús es difícil, pero no imposible, pues los santos fueron personas como nosotros, hombre en fin, que supieron andar por los caminos de Dios. Y eso debe reconfortarnos: podemos y debemos ser santos.
    Que el Señor te bendiga y te guarde.

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