sábado, 30 de junio de 2012

SI TU QUIERES, SEÑOR...

Mateo 8,5-17. Al entrar en Cafarnaún, se le acercó...

Pero solo se hará si eso es bueno para ti, o es bueno para alguien para quien tú lo pides. Porque cuando hay interés o beneficios la petición pierde amor, queda sustituida por el egoísmo, y todo se vuelve en amor a sí mismo.

Jesús queda admirado de la fe del centurión, porque se mueve sin ningún interés. Solo le mueve el bien de su criado por aprecio y amor a su siervo, y ese interés le lleva a humillarse y rebajarse, y a pedírselo a Jesús convencido de que Jesús puede hacerlo.

Por eso, de forma natural, como quien está seguro de lo que dice, le sugiere a Jesús que no hace falta llegar hasta su casa, sino con solo una palabra suya bastará para que su siervo quede sano. Pues él, mirando para sí mismo, experimenta que sus ordenes son cumplidas por sus siervos, y se ve pequeño y humilde. ¡Cuanto más Jesús que tiene poder sobre la vida y la muerte!

¿Creemos nosotros tal como creyó el Centurión? ¿Pensamos que todo aquello que es para nuestro bien, Jesús nos lo va a conceder en nombre del Padre? Debemos asentir que sí, porque aunque nos invada la duda sabemos que el Señor puede con todo. Por eso, por nuestra debilidad y fragilidad, le pedimos al Señor que aumente nuestra fe.

viernes, 29 de junio de 2012

¿Y TU QUÉ DICES?

Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mt 16, 13-19)

Porque aquella pregunta fue directa para los Apóstoles, y Pedro respondío guiado por el Espíritu de Dios. Pero, ¿qué decimos tú y yo hoy? ¿Nos atrevemos a dejarnos guiar por el Espíritu de Dios? ¿Sentimos en nuestro interior ese impulso que nos invita a proclamar a Jesús de Nazaret como el verdadero y único Hijo de Dios?

Si es así no tengamos miedo, dejémonos llevar por el Espíritu Santo y, como Pedro, proclamemos que Jesus de Nazaret es nuestro Señor, el Hijo de Dios Vivo, que ha venido al mundo para redimirnos y alcanzar para todos nosotros el perdón de nuestros pecados.

¡Pero ese decir sí nos compromete! Tampoco tengamos miedo de comprometernos, pues tenemos la promesa de que el poder del infierno no podrá vencernos. Nuestra victoria está asegurada a pesar de tantas infedilidades. A pesar de tantas dimisiones, fracasos, errores y pecados. Nuestro Padre Dios conocia nuestra naturaleza, y sabía de nuestras debilidades.

Y, conocido eso, Jesús aceptó voluntariamente el hacerse Hombre, y morir, sufriendo y amándonos, por cada uno de nosotros. ¡Dios mío!, ¿no vale la pena decirte "SÍ" como Pedro?

jueves, 28 de junio de 2012

LAS PALABRAS SE LAS LLEVA EL VIENTO, Y...

 Mateo 7, 21-29. Nos hemos olvidado de lo más importante...

Lo que importa son las obras que dejan esas palabras. Cada palabra debe prolongarse y testimoniarse en una obra, es decir, en algo concreto que significa, es signo y es fruto de lo que se dice. Pero, si lo que se dice no se transforma en la obra que significa la palabra, algo falla y nada tiene sentido.

No valen las palabras para nada sí no se corresponden con las obras que pregonan. "No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial". Y hacer la voluntad del Padre es vivir en la actitud y el estilo de Jesús, que hizo esa Voluntad del Padre.

Y vivir ese reto es como edificar mi vida sobre roca, que a pesar de las tempestades y vientos, permanece firme y sostenida, porque está cimentada en la Palabra de Dios. Pero todo aquel que construya su casa sobre arenas verá como con los vientos, tempestades y lluvias acabaran por derrumbarla. Alejado de la Palabra de Dios, nada se sostiene.

No se trata de palabras, normas, cumplimientos, sino de encarnar la palabra en tu vida, en mi vida, y vivirla desde la propia vida. Todo lo que haces debe tener respuesta en la Palabra de Dios, pues de Ella derivan todos mis actos. Si eso no es así, de nada vale la relación con el Señor ni nuestras agradables y adorables palabras, pues lo que cuenta es que la palabra se corresponda con la vida.

Y sabemos que la vida está muy por debajo de la palabra. Hablamos mucho, pero hacemos poco. Sí, eso es así, al menos en mi vida. Por eso, pido al Señor que cada día me ayude a que mis palabras no queden en, simplemente, palabras, sino que tengan traducción y vivencia en mi vida. Amén.

miércoles, 27 de junio de 2012

TIEMPOS PARA TENER CUIDADO

Mateo 7: 15-20. “Guardaos de los falsos profetas, ...

Porque vendrán falsos profetas que, con disfraces de lobos, tratarán de confundir y conducir por otros caminos, sus propios caminos, propio de lobos rapaces. ¿Y no estamos en esos tiempos?

Los frutos que de esos falsos profetas son frutos que no provienen de buena semilla. Son frutos de cosecha de árboles malos, porque un árbol malo solo puede dar frutos malos. Y eso se nota, se palpa y se ve. Por desgracia lo experimentamos a nuestro alrededor: corrupción, mentira, puro hedonismo, falsedad, injusticia, sexo descontrolado, degeneración, egoísmos, abortos, muertes...

Cuando se siembra bien, poco o mucho, siempre se recogerá bien. Los frutos del buen árbol son frutos que traen vida, justicia, equidad, equilibrio, igualdad, respeto, libertad, amor... Nunca de un árbol bueno se recogerá algo malo, ni tampoco de un árbol malo se podrá recoger algo bueno.

Nuestra esperanza está en que el hombre quiere y persigue lo bueno. El hombre necesita la fe, sin ella no puede vivir, y esa fe que quiere, la busca porque le proporciona cosas buenas. ¡Sería absurdo querer cosas malas! Pues bien, tarde o temprano, lo malo será desechado, cortado y tirado al fuego, porque lo malo por nadie es querido. En eso estamos todos de acuerdo.

Te pedimos, Padre del Cielo, que nos des la inteligencia y la fuerzas para sembrar buena semilla. Semilla que nos proporcione buenos frutos. Los frutos que el mundo espera, para llenándonos de ellos seamos capaces de vivir en buena armonía, en justicia y fraternal paz rociada de gran dosis de amor. Amén.

martes, 26 de junio de 2012

NO PERDAMOS LA PACIENCIA...

Mateo 7, 6. 12-14. «No den a los perros lo que es santo, ...

A pesar de nuestras desilusiones o fracasos aparentes ante la nula respuesta de otros a nuestra predicación e insistencia porque conozcan mejor a Jesús. Incluso con un buen testimonio de vida y de acción sobre ellos. Si no hay buena voluntad e inquietud por querer cambiar y escuchar, nada podemos hacer.

Incluso, el Espíritu Santo respeta esa libertad de aquellos que consideran otras cosas más importantes y donde ellos pueden encontrar la respuesta a lo que buscan. Los perros y los cerdos, a los que se refiere Jesús, quizás hoy, en nuestro tiempo, no son aquellos que están lejos y fuera de la Iglesia. Esos no hacen caso y se muestran indiferentes a todo lo que huele a Iglesia, según ellos.

Posiblemente, los perros y cerdos, de los que habla Jesús los tenemos dentro mismo de la Iglesia, pues aún estando dentro, han cerrado sus mentes y corazones al Evangelio, corriendo un tupido velo. No van a irse, ¿abandonar su privilegiado puesto?

Sí, es posible que en muchos momentos tengamos esa impresión, la de estar rodeados de perros y cerdos que destrozan y pisotean tu Evangelio. Y eso mi y debe interpelarnos a todos, porque como ayer me sentía culpable de juzgar muchas veces, hoy puede tentarme la consideración de que yo no soy de ese grupo.

Señor, perdona todos mis desviados pensamientos. Purifica mi alma, defiéndeme del enemigo, lava con tu bendita Sangre todas mis heridas, confórtame con tu Pasión, y hazme un discípulo en actitud siempre de crecimiento, de perfección, para que sepa elegir la verdadera puerta. No la ancha, la laxa, por la que vale y cabe todo, sino la que busca el bien del hombre y cumple tu Voluntad. Amén.

lunes, 25 de junio de 2012

¿CÓMO ME ATREVO A JUZGAR?

Mateo 7,1-5. No juzguen, para no ser juzgados...


Porque por mucho que sepa, nunca tendrá todos los elementos y el conocimiento suficiente para poder juzgar a otro. Por eso, las sentencias, en los juicios, no son todo los justas que deberían ser, porque, se podrá en algunos casos considerar la culpa de alguien de forma objetiva, pero nunca sabremos subjetivamente por qué ha pasado eso.

Solo Dios llega a entender y conocer el fondo más íntimo del corazón humano. Solo Dios sabe justamente el por qué de las últimas intenciones del hombre. Y, sin embargo, todavía, de una manera indiferente, ligera y natural me atrevo a juzgar a cualquiera.

Tomar conciencia que en la medida que juzgue, seré juzgado, podrá ayudarme a detener mi mente y a evitar juzgar a otra persona. Saber que todo lo que evite juzgar será evitado en mi propio juicio, y que todo lo que perdone me será perdonado, constituirá la mejor manera de acallar mi lengua y de encadenar mi mente, porque mis faltas y mi juicio estarán llenos de la Misericordia de Dios.

Nada más oportuno que pedirle al Señor que me de las fuerzas que necesito para no juzgar y poder perdonar. Y pedirle perdón por todos mis juicios, hechos de forma ligera, sin caer en la cuenta o creyendo que tengo derecho a hacerlos.

 

domingo, 24 de junio de 2012

TODO SE CUMPLE

Lucas 1, 57-66.80 “Juan es su nombre”. Por aquellos...


Y tal como estaba profetizado se cumplió. Juan estaba destinado a preparar el camino, y fiel a su misión la cumplió. ¿Cuál será la nuestra? Porque nosotros tenemos también una misión que cumplir, y si no la sabemos, debemos y tenemos la responsabilidad de descubrirla.

Quizás, Jesús está en el Sagrario esperando esa visita nuestra para, en un diálogo sereno, en silencio y atento, podamos descubrir qué sentido tiene nuestra vida, y, como Juan, cumplir con nuestro compromiso de bautizado. 

Porque por el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes, y como tal, debemos proclamar, al igual que hizo Juan en el desierto, la Palabra de Dios, no solo con nuestra palabras sino con nuestra vida.

Así ocurrió con Zacarías, dudó del Padre Dios, y su lengua calló por un tiempo. Recuperada y testimoniada su confianza en el Padre, y dejando su voluntad para hacer la del Padre, "Juan se ha de llamar", su lengua fue desatada y la Gloria del Señor se hizo presente en ellos.

¿No debemos nosotros proceder de la misma manera? Se trata de la Voluntad del Señor, no de la nuestra, y eso lleva muchas horas de Sagrario, de diálogo, de permanecer y vivir en su presencia. Sin darnos cuenta, Él que ve todo, también en lo secreto, sabrás si y cuando estarás preparado para desatar tu lengua, tus apegos, tus esclavitudes y llevarte al desierto de tu vida para dar testimonio de su Palabra.

¡Señor!, toma mi lengua, mis manos, mis sentimientos, mis esfuerzos... toda mi vida, y transfórmala en semilla de tu Palabra, para que, como Juan, sea mensajero de tu Evangelio. Amén.

sábado, 23 de junio de 2012

PRIMAN NUESTRAS PREOCUPACIONES

 Mateo 6:24-34 “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y...

Y el lugar de Dios se desvanece y ocupa un lugar secundario, para cuando todo, a lo que damos más importancia vaya bien. Entonces dedicamos a Dios un espacio. Nuestra jerarquía de valores anda torcida, cambiada, errónea. Lo primero y más importante ocupa un lugar secundario e irrelevante.

No incide en nuestras relaciones familiares, laborales y sociales. Es cosa aparte, cuando sobra tiempo. Y ese es el reflejo de nuestras vidas, de nuestras sociedades. ¡Y así nos va! Debería, tal como vivimos, irnos peor, porque nos empeñamos en cosechar males y queremos recoger bienes. Algo imposible.

Ponemos como señores de nuestra vida un buen salario, y con el menor rendimiento posible. Un buen salario para tener buena comida, buenos vestidos, dos coches, dos casas, tiempo para ocio y diversiones y muchas cosas más. Quizás la educación de los hijos, la familia y la convivencia donde tenemos oportunidad de amar y de ser mejores, lo dejamos para los momentos últimos, y si hay tiempo.

La cosecha no puede ser buena, en el mejor de los casos recogeremos solo cosas no de mucha inutilidad, que al final no sirven para nada. Son huecas y vacías, y no llenan plenamente nuestra vida. Solo una cosa es importante, y solo a un Señor merece la pena servir. Todo lo demás pierde importancia.

Porque de no seguir al Señor de la vida y la muerte, malviviremos y malgastaremos nuestro precioso tiempo, tiempo de salvación, o de condenación si lo despilfarramos en cosas temporales, caducas y que no nos llevan sino a malvivir. Es lo que vemos a nuestro alrededor, nada termina bien. 

¡Aprendamos a vivir según los criterios del Evangelio! Con mayor serenidad, con mayor paz. Dios no defrauda. ¡Depositemos en Él nuestra confianza! Amén.