martes, 28 de agosto de 2012

¿DE QUÉ HABLAMOS?

 - Mateo 23, 23-26 En aquel tiempo Jesús habló diciendo: «¡Ay de ...
Porque muchas veces, por no decir casi siempre, en nuestras reuniones o compartir nos descubrimos hablando de por qué esto se hace así, o por qué no se hace de otra forma. Nuestro interés es tal que hacemos de esos problemas defensa de nuestra fe y hasta la ponemos en peligro.

¿Y cuáles son los problemas? Mira, que no nos levantamos todos en la celebración Eucarística al mismo tiempo, o que no rezamos al mismo ritmo. O que unos tienen esta forma de participar u otras aquellas. Las normas y las leyes toman relevancia hasta el punto de olvidar lo fundamental.

Celebramos y nos procuramos que todo sea según cada uno interpreta, le gusta o cree que es la tradición verdadera, sin embargo, celebrar y vivir eso que queremos celebrar litúrgicamente tan bien y de acuerdo con la tradición que nosotros creemos e interpretamos, no nos preocupa mucho.

Así, mientras nos descubrimos molestos, enfrentados y preocupados por estos problemas de segundo orden, importantes pero no vitales, descuidamos lo principal, que son la justicia, la misericordia y la fe. Se trata de construir comunidad, acercarnos a vivir en unidad, pero no tanto en la norma, costumbre o culto, sino en justicia, verdad y amor.

La coherencia entre lo creído por la fe, y la vida vivida en y con los demás, marca la medida de nuestro seguimiento confiado en Jesús y los frutos de nuestro amor. Todo tiene que ser vivido en la misericordia y el perdón, la comprensión y la tolerancia, porque de no ser así, ¿dónde está nuestro amor? ¿Cómo podemos amar?

La comunidad es pues la única circunstancias donde el amor se hace presente y auténtico, y donde todas esas diferencias, formas de entender y de celebrar se deben purificar sin imposiciones, sin suficiencia, sin falsedades y sin ánimo de separar. Es ahí donde la comunidad purifica y alumbra, une y refuerza la fe de los que, abandonados a las Manos del Espíritu Santo, caminan juntos a pesar de las diferencias.

Te pedimos, Señor, que nos des la sabiduría necesaria para vivir nuestra vida de acuerdo con nuestra fe, y que nuestras obras vayan en plena coherencia con nuestra palabra y nuestra fe. Amén.

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