lunes, 10 de septiembre de 2012

HOY SIGUE OCURRIENDO LO MISMO...

 - Evangelio según San Lucas 6, 6-11 (Mano seca,
pues cuando alguien intenta mover una costumbre que ya se considera ley, toda la comunidad salta y se pone en contra. ¿No es mejor razonarla, reflexionarla y analizar si dicho cambio de actitud mejora esa ley, la perfecciona y beneficia el bien común?

¿Qué sentido tiene, pues, que el Espíritu Santo nos guíe y alumbre el camino? Se entiende que si guía a la Iglesia, le alumbrará nuevos camino que tenderá a perfeccionarla en beneficio del bien común de todos. Pero obstinadamente nos oponemos, y sobre todo si es alguien de la casa del que viene esa sugerencia.

A aquella gente no le importaba la persona enferma ni su problema. Curarle su mano seca no les suponía ningún beneficio directo y sí, cumplir la ley era lo verdaderamente importante para ellos. Con eso sometían a los demás, los obligaban a cumplir sus costumbres y a tenerlos controlados, pues con la ley en sus manos dominaban la vida de los demás.

Aquello se les escapaba de sus manos. Estaba fuera de la ley y su autoridad se veía amenazada. El cumplimiento se debilitaba y su poder quedaba en entredicho. Esa manera de pensar les cegaba y les impedía escuchar y ver. 

Jesús curaba para ayudarnos a comprender y ver que la vida y la salud están por encima de todo lo demás. El hombre y su salvación, no sólo física sino espiritual, cuerpo y alma, están en el primer lugar. Él ha venido a eso, a salvarnos íntegramente. El hombre está primero que la ley; es más importante que el sábado.

Hoy nos ocurre lo mismo, posponemos las necesidades del hombre, sobre todo espirituales al trabajo, a la ley y el cumplimiento. No importa la persona, sus necesidades tanto materiales como espirituales. Por tanto, se le explota, se le obliga a cumplir la ley laboral, demasiadas horas para poder mal comer. Sábados y domingos incluidos. Todo en función de la productividad y la economía.

Y sin embargo, hay más pobreza, más necesidades y sin trabajos para todos. Más horas y menos trabajo, ¿se puede entender esto? Sí, por la explotación.

Pidamos al Señor que nos cure la sequedad de nuestra mente, la parálisis de nuestra ceguera para ver y entender que el hombre, la persona humana, es lo primero que hay que atender, y haciéndolo amamos a Dios. Porque todo lo que hagas al hermanos se lo haces a Jesús.

Por eso, nuestro amor al Señor no debe ser mucho. Aumenta nuestro amor, Señor, en proporción a nuestro servicio al hermano. Amén.

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