sábado, 6 de octubre de 2012

LA ALEGRÍA NOS PUEDE DESBORDAR...

 Evangelio: Lc 10, 17-24 Volvieron los setenta y dos

y ser llama de unos días. Ocurre que cuando todo sale al pedir de boca se nos llena el corazón de alegría y entusiasmo. Todo reluce como el sol y nos sentimos fuertes, victoriosos, dichosos y llenos de júbilo. Pero también ocurre que ese mismo júbilo nos puede traicionar.

Pronto perdemos las referencias y nos sentimos fuertes creyendo que somos fuertes. Dejamos en el olvido la acción del Espíritu Santo y la oración, y pensamos que nuestra alegría nos viene de nuestras capacidades y acciones liberadoras. Nos sentimos bien porque hacemos bien dejando a un lado de donde nos viene esa capacidad y fuerza para hacer bien.

Jesús nos recuerda que no apoyemos nuestra alegría en el sometimiento de los espíritus, sino porque nuestros nombres están inscritos en el Cielo. Esa es nuestra fuerza y nuestro júbilo. Porque hemos sido elegidos y enviados, y porque libremente hemos, por la Gracia de Dios, aceptado ese reto. Eso es lo que importa y lo verdaderamente grande.

¡Señor!, enséñanos a ser mejores, a descubrir que todo el mérito es tuyo y que nosotros somos simples y humildes servidores. No permitas engreírnos y llevados de nuestra suficiencia abandonemos tu mediación y tu Gracia. ¡Sálvanos, Señor, de toda tentación de creernos suficientes! Amén.

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