viernes, 9 de noviembre de 2012

JESÚS ES EL VERDADERO TEMPLO...

 “Pero él hablaba del templo de su cuerpo.” (Juan 2:13-22)


donde y por el que encontramos y vamos al Padre. En Él está nuestra purificación y nuestro alimento para caminar por el desierto de nuestra vida y llegar a la Casa del Padre. Y nosotros, injertados en Él nos convertimos en templo del Espíritu Santo.

Por eso, nunca seremos destruidos, porque formamos con Él el verdadero templo del amor del Padre que permanece en el corazón de cada hombre que ama a Dios.

Pero, desde los tiempos más antiguos, el hombre ha necesitado y necesita espacios de adoración y lugares de referencia donde, unidos a otros hermanos, congregarse para adorar al Señor. Y en consecuencia nacen los templos, lugares sagrados de adoración a nuestro único Señor.

 Por eso, Jesús, en un momento determinado irrumpe contra aquellos que confunden su adoración con un lugar de mercaderías y negocios. Quiere significar que ese lugar es lugar de encuentro y relación con Él. Es lugar de silencio, de diálogo interior, de reflexión y meditación.

No importa tanto el templo físico cuanto el trato directo con el Señor bajo su presencia Eucarística, pero se hace necesario imponer silencio y respeto. Y quizás es hora de que esta actitud merece recordarse porque nuestros templos, al menos en mi pueblo, se están convirtiendo en encuentros de algarabías, cuchicheos y comentarios. A veces da la impresión que estamos en el mercado.

Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda la luz de darnos cuenta que cuando entramos en un templo entramos en la Casa del Señor, donde Él nos espera en Cuerpo y Alma bajo las especies de pan y vino. Amén.

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