miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOS BUSCAN PORQUE JESÚS...

Texto del Evangelio (Mt 15,29-37): En aquel tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?». Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». El mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.




les da esa felicidad inmediata que necesita y desean. Quieren salud y le siguen cojos, lisiados, ciegos, tullidos, mudos y otros... Todos quieren quedar sanados porque eso les hará de inmediato felices. Buscan la felicidad, pero la felicidad inmediata. Y no todo es eso, porque es más importante la felicidad eterna.

Y Jesús actúa haciendo esas curaciones como signos de que en Él está el poder de alcanzar la felicidad importante, la verdadera, la de para toda la vida. Pero esa felicidad no es inmediata, se necesita todo un recorrido vital, el camino de toda una vida.

Esa ceguera si que no es tan fácil curar; esa cojera, sordera o silencio de palabras necesitan más que una simple acción del poder de Jesús. Necesitan fe, creer en Él y aceptar su Palabra. Necesitan hacer presente la vivencia del amor que Jesús nos tiene y corresponderle en los hermanos con la misma moneda, es decir, amándoles. Y eso ya tiene otros compromisos y responsabilidades.

Jesús termina con el signo de su gran compasión, y les da de comer a toda aquella multitud que le buscaba para conseguir felicidad temporal, del momento. Pero sin darse cuenta que volverán a tener hambre, a padecer enfermedad y también morir. Jesús nos está invitando al Pan que nunca muere, que da la felicidad y la vida eterna. Y seguimos ciegos, tartamudos, lisiados y hambrientos sin comprender que es Él el verdadero Pan de Vida.

No nos quedemos en las cosas de este mundo, abramos los ojos y despertemos de nuestros sueños finitos y caducos. Aspiremos a la vida del Padre, la que Jesús nos ofrece y no dudemos en abrir nuestro corazón a su llamada. Ahora, que estamos próximos a celebrar su nacimiento. Que nazca un poco mejor en nuestro corazón.

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