sábado, 8 de diciembre de 2012

NACER A UNA NUEVA VIDA


Esa fue la voluntad de María al aceptar la Voluntad del Padre Dios. Con su vida acogió, según la Voluntad de Dios, la vida de Jesús encarnado en naturaleza humana en su humilde naturaleza. Y lo lógico y de sentido común es entender que la Naturaleza Humana de Jesús fuese encarnada en el seno de una naturaleza limpia, sin pecado e inmaculada.

Es normal y lógico que quien todo lo puede lo pensará así, pues todos deseamos lo mejor para nuestras madres. Es lo más grande que tenemos, y Jesús escogió la más sencilla, humilde y limpias de las madres para venir a este mundo concebido en su seno por obra del Espíritu Santo.

María es colaborador en la obra redentora de Jesús. Así como Adán y Eva colaboraron en caer en pecado y alejarse de Dios. María colabora con su Hijo Jesús en la obra redentora y salvífica que el Padre Dios pensó para salvar al hombre.

No hay Madre más grande que María, pues es Ella el canal por el que viene al mundo la salvación de los hombres, y también el signo que nos enseña la luz por donde debemos caminar para encontrar la Verdad, el Camino y la Vida.

Igual que María, la venida de Jesús significa la oportunidad de volver a nacer de nuevo, pero un nacimiento de espíritu y fuego que transforme nuestro corazón de hombre viejo a ese hombre nuevo renacido en la Gracia del Espíritu.

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