lunes, 3 de diciembre de 2012

SEÑOR, NO SOY DIGNO QUE...

 Evangelio (Mt 8,5-11) · Evangelio de Hoy

Dichoso aquel centurión que sus palabras pronunciamos hoy, breves momentos antes de comer el Cuerpo de Xto. Jesús, todos aquellos que nos acercamos a la mesa del banquete eterno. Porque fueron palabras movidas por el Espíritu Santo y bendecidas por la Gracia de Dios.

 Hay dos actitudes en esta acción del centurión que nos sirven de referencia para nuestras vidas. La primera se esconde en esa actitud de agradecimiento a los servicios prestados por aquel siervo durante bastante tiempo. Servicios bien hechos, con esmero y amor. Por esos son agradecidos y recompensados con la misma moneda: "Amor".

Es una lección que no debemos olvidar, y es que el amor siempre tiene su premio y sale vencedor. Por eso, Jesús nos ama hasta el punto de estar dispuesto a dar su vida por nosotros. Y ese amor no es pasivo sino que, como es de esperar, se mueve y actúa. 

Es la segunda actitud. La consecuencia de amar te empuja a actuar y ese actuar te hace dejar entrar en tu corazón la humildad y acercarte a quien puede solucionar tu problema y salvar a tu siervo, por el que te preocupas hasta comprometerte y arriesgarte. Ese es el fundamento de toda vida, el amor, porque sin amor todo se vuelve oscuro y sin sentido.

Pidamos al Señor Jesús que interceda por cada uno de nosotros a su Padre Dios y Padre nuestro, y nos conceda la sabiduría de estar siempre dispuestos a ser sensibles a los problemas de los demás, y desde ese sentimiento llegar a la actitud de disponernos a compartir todo lo que tenemos. Amén.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.