sábado, 29 de diciembre de 2012

TAMBIÉN A MÍ SE ME PRESENTA

Evangelio según San Lucas 2, 22-35 (María y José cumplían con unción ...


Cuando leemos e intentamos reflexionar o meditar la Palabra de Dios, al menos a mí me ocurre, lo hacemos desde una perspectiva lejana, como algo que ya ha ocurrido y que no nos toca a nosotros. Sé que nos esforzamos en mirarlo desde nuestra propia realidad y desde nuestro tiempo, pero, quizás por nuestra debilidad y limitaciones, nos despistamos y evadimos de la realidad.

Jesús, siguiendo la burocracia y tradiciones de su época y cultura, es llevado y presentado en el templo, y el anciano Simeón, tocado por el Espíritu Santo, manifiesta y profetiza la presencia del Mesías que él esperaba. Ya se siente preparado para partir en paz, pues sus ojos han visto al Salvador.

Se me ocurre, invocado el Espíritu Santo, pensar que Jesús es presentado diariamente también a cada uno de nosotros. Vive dentro de nosotros y espera ansioso de amor a que, como Simeón, cada uno de nosotros percibamos su presencia en nuestro particular templo de nuestra vida. En donde vivimos con nuestra familia; en donde vivimos con nuestro trabajo; en donde vivimos nuestro tiempo de ocio y con todos aquellos con los que nos relacionamos.

Ahí ocurre nuestra particular presentación, y ahí debemos manifestarle como hizo Simeón, presentándole como el Mesías Salvador del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.